domingo, 19 de diciembre de 2021

'El poder del perro'



He estado varias semanas obviando ver 'El poder del perro'. Es escuchar el nombre de Jane Campion y entrarme sueño. Jamás entenderé cómo aquella cosa tan absurda como 'El piano' pudo llamar la atención. Aquella señora que no hablaba, de un lado para otro, con un piano de cola en una playa, esperando a alguien, y una niña odiosa berreando. Era todo tan impostado y tan pesado escuchar constantemente la música de Michael Nyman...

Compruebo la cantidad de gente que ha visto (en Netflix) lo último de Campion, me preguntan constantemente y no tengo más remedio que verla para llegar a la conclusión de que es una verdadera lástima que una historia tan sórdida, de personajes torturados y tóxicos -nunca mejor dicho y no digo nada más para no spoilear- y que tan elegantemente cabalga entre la homosexualidad, la diferenciación de clases y la posesión ilimitada haya quedado sacrificada por el onanismo de su directora.

'El poder del perro' es tan preciosista como soporífera, tan interesante como innecesaria en muchos momentos y sobre todo tan, tan narcisista por culpa de Campion, que te pasa mirándote por encima, regodeándose en excesos de tiempo dejando imágenes técnicamente estupendas pero contradictorias con las dos piedras angulares del cine: el movimiento y la historia que se cuenta y cómo se cuenta, cosas que reciben una patada en las partes nobles cada vez que esta señora coge una cámara para rodar algo.

E insisto, es una pena. Porque 'El poder del perro' es una involución inesperada de personajes, un trampantojo sórdido y sutil a la vez.

Y no, no creo que Johnny Greenwood deba ser nominado al Oscar por su banda sonora. No porque no contribuya a generar el clima de tragedia que pulula desde el principio, ni desconozca cómo tratar musicalmente a cada personaje. Simplemente, es que no se ha dado cuenta de que estaba componiendo para Campion. Su música, atosigadora y acertadamente limitada instrumentísticamente, es átona, minimalista, machacona y rítmica para precisamente presionar. Pero no hay movimiento visual y entonces provoca un anacronismo sensorial gravísimo. La lentitud visual va por un lado y la velocidad musical por otro. Y eso es un clamoroso error, de Campion por usar algo así y del compositor por no percatarse del tempo narrativo que le han dado a la película.

Te cuento más cosas de 'El poder del perro' en una nueva videocrítica en el canal #UltimoEstreno de Youtube en este enlace. Si no estás suscrito, ya sabes. ¡Te espero para apasionarnos con el cine en #UltimoEstreno! Pincha arriba en la imagen para acceder.


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