lunes, 19 de junio de 2017

La pregunta del millón sobre los Encuentros de Música de Cine de Sevilla



ABC publica hoy a doble página un interesante reportaje sobre la estrecha (y abruptamente rota) relación de Sevilla con la música de cine. De la mano del compositor, escritor y amigo Andrés Valverde se recuerdan aquellos Encuentros de Música Escénica y Cinematográfica que, gracias principalmente al trabajo y tesón de su coordinador, Carlos Colón, trajo hasta la capital hispalense en las décadas de los ochenta, noventa y hasta la mitad de la primera de 2000 a compositores como Elmer Bernstein, Ennio Morricone, Patrick Doyle, Gabriel Yared, Howard Shore, Georges Delerue, José Nieto, Roque Baños... 
Una interminable lista de grandes, y otros no tanto pero siempre interesantes, que nos alegraban el otoño a los aficionados a la música de cine y quienes hacíamos radio o prensa relacionado con ello. Noviembre era sagrado, y con amigos como Francisco Javier Belizón Perez, José Manuel Belizón o José Dopico vivíamos intensamente varios días en el que, entre ruedas de prensa, ensayos, conciertos y darle la lata a Rocío Castro del Teatro de la Maestranza, que me aguantaba con las peticiones de entrevistas, vivíamos decenas de anécdotas que aun recordamos con mucho cariño. Desde lágrimas de emoción con la ROSS a mi gran amigo Paco Belizón indignado partiendo el programa de mano de Michael Nyman nada más salir del concierto. Él es así, es pa quererlo... ¡Lo que yo he aprendido de él a la hora de escuchar música! 
Eran tiempos de hoteles a última hora, de trenes de horarios imposibles, de descubrimiento de bares por Sevilla y de discusiones de madrugada, copa en mano, sobre si era mejor uno compositor que otro. De Howard Shore por dos veces, cuando aun no había escrito 'El Señor de los Anillos' y apenas nadie reparaba en él por los pasillos del teatro, y después con cientos de seguidores esperándolo ya en 2004 (en una de las fotos aparecemos al salir del teatro para refrescarnos tras una entrevista). O las dos ocasiones también de Goldsmith, una de ellas con dos conciertos y uno dedicado a Bernard Herrmann. De Morricone y su altanería, perdonada por ser maestro (aunque Paco no se la perdona ni por asomo)... 
Nos faltaron Barry y John Williams por citar dos ejemplos, pero las razones por las que no pisaron nunca suelo sevillano están explicadas en el reportaje. Aquí lo tenéis: 


Seguro que muchos de los amigos que compartimos años de amor hacia la música de cine esbozaréis una sonrisa agridulce al leerla. La pregunta del millón es: ¿Qué hace desaparecer estos Encuentros que reunían a aficionados de todas partes de España, es decir, el papel casi se agotaba o en ocasiones incluso ni había? ¿Por qué Sevilla se decanta por un festival de cine millonario en lugar de la música de cine y hoy, habiendo transcurrido el tiempo y tras un gasto económico pírrico, el festival de cine hispalense no ha logrado estar entre las grandes citas cinematográficas del año, ni en el mundo y ni siquiera en España? ¿Qué dice Carlos Colón a todo esto?


lunes, 12 de junio de 2017

Feliz cumpleaños, don Luis

 
 
Hoy hubiera cumplido 96 años. Estuvo en activo hasta última hora. Debería haber nacido un poco más tarde, para que en estos años hubiera estado aun con nosotros y con capacidad para ponerse ante la cámara. Escribir lo que pudiera rodar hoy le hubiera sido fácil ante tanto Bárcenas, Rato y Pujoles varios sueltos.
En la página 130 del libro 'La Isla, lucha o revienta' de José Carlos Fernández Moreno, se cuenta una anécdota de cuando Luis García Berlanga vino a San Fernando tras mis gestiones para la Fundación de Cultura. El autor del libro escribe:
"Yo, personalmente, fue en mi coche a recoger a Berlanga al aeropuerto de Jerez. Una vez llegados a La Isla, dimos un paseo en el vehículo y le mostré el barrio de la Pastora. Le encantó. En pleno recorrido, de improviso, me dijo con insistencia: "Para, para, José Carlos...". Frené casi bruscamente. "¿Qué pasa" -le pregunté sobresaltado-, "¿Ocurre algo?". "No, no, no pasa nada, pero estas fachadas las tengo yo que tocar". Y efectivamente, bajó del coche y se puso a pasar sus dos manos por las cales de aquellas casas a las que observó con mucha curiosidad, sus casapuertas, sus cierros, incluso escudriñando por algún postigo entreabierto. "Mira, mira, son como los decorados de mis películas...", me decía a voces con semblante de complacencia. Aquella fue una jornada inolvidable y de las que más me he reído en mi vida".
Doy fe de aquello. Feliz cumpleaños donde quieras que estés, don Luis. "Austrohúngaro". 
 
 

lunes, 5 de junio de 2017

La calle más justa para Alfonso Berraquero



No me cabe la menor duda. Si el maestro Alfonso Berraquero volviera a vivir y supiera que su nombre ha sido objeto de dos polémicas ciudadanas en solo cinco meses, volvería a morirse.
Enemigo acérrimo del onanismo artístico, de la megalomanía y de la lisonja para bien o para mal. Del protagonismo de los atriles que tanto atrae a muchos de los gremios que lo rodearon en su vida, ahora estaría desconsolado y asqueado.
Primero porque contemplaría atónito como en diciembre surgía la polémica sobre el destino de sus restos, los de un Predilecto de La Isla que tuvo su hogar familiar en Bonifaz y en la Pastora el de sus hijos e hijas que esculpió sin que nadie vaya a saber jamás qué se le podía pasar por la cabeza y las manos a un artista de esta categoría cuando golpeaba la gubia entre el humo del omnipresente tabaco, a las dos de la madrugada, o al despertar a las siete antes de marchar a dar clases. 
Ahora, el enfrentamiento se suscita por la calle que se le quiere dedicar. Una petición popular, de las que vienen de la Pastora, es decir, popular intrínseca, legítima. Palabra de La Isla. Digo que una solicitud que venía canalizada para pedir que la calle Maldonado pasara a rotularse con el nombre del genio isleño. A él ya a priori le hubiera horrorizado esta petición, pero sus amigos creen, creemos, que las calles donde nos movemos cotidianamente se convierten en la extensión de nuestros hogares si estamos hablando de la Pastora. Porque de Ancha o Jesús de la Misericordia, de Hernán Cortés o San Dimas al altar de la Virgen de la Salud o al Nazareno de La Pastora solo hay un pasillo marcado por cierros y mosaicos, por morera vieja hacia espadaña y una puerta en el corredor que da a la cocina de Rosa y el Churre. No sé si me entienden los de la nueva política, los comuneros del siglo XXI que venían a romper con todo y finalmente se han metido en el casting de El Ministerio del Tiempo para rescatar la memoria de Maldonado. New Deal podemita, con un desorientado e innecesario as en la manga para borrar de un plumazo al fundador de la Marina castellana y volver locos a ochenta vecinos de la calle Bonifaz. Al final, en esta Isla inmovilista, en cuyo barrio más añejo no hay calles dedicadas a fascistas sino a santos, heroínas de la libertad y maestros de la Carraca, hasta los revolucionarios vienen a hacer la revolución con cabecillas del medievo y extraña soldadesca de compañeros de cama, donde aparecen como héroes de la causa comunera quienes han borrado de la faz política de la tierra, de parlamentos y plenos, a una izquierda clásica, secundados por sus propias víctimas posando en la foto. Paradójico.
Es lógico y legítimo que la gente que ha querido a Alfonso de verdad reclame la calle Maldonado para él. Tienen claro que si Berraquero hubiera nacido en Sevilla, en Madrid o vaya usted a saber dónde, lo menos que hubiera sido para la historia, con todo lo que ello supone de honor, es tener el título de Hijo Predilecto de la ciudad que lo vio nacer. Es la calle donde está la hermandad que él ha engendrado, donde ha pasado muchas veladas trabajando por sus titulares, de Bonifaz a la Pastora y de la Pastora a Maldonado. Está en el barrio que se siente orgulloso del artista y de quien en vida, que todo hay que decirlo, sufrió los ataques torticeros de envidiosos y criticonas pertrechados tras teclados desde donde han vomitado la mierda que llevan, la mierda que son. Esta Isla es jodida para eso y para entender que por la calle del "ya voy", se va a la casa del "nunca", que decía Cervantes. Así que es ahora el momento de inmortalizar en el callejero, sin más dilación, a quien con seguridad hubiera tenido ya una casa-museo en el Soho de Nueva York o un recoleto pasaje en Montmartre. Y es que allí, por lo pronto, Juana La Loca no tuvo nada que hacer.