martes, 26 de febrero de 2013

Mychael Danna, en Córdoba


El Festival Internacional de Música de Cine ‘Provincia de Córdoba’, que se celebrará del 23 al 30 de junio de 2013, contará con la presencia de un invitado de excepción. Se trata del compositor Mychael Danna, que hace apenas unas horas ha resultado ser el ganador del Oscar a la Mejor Banda Sonora por su partitura para la película ‘La vida de Pi’.

De esta manera, el festival que organizan conjuntamente la asociación BsoSpirit, la Diputación Provincial de Córdoba y la empresa promotora Leit-Motiv Music, logra de nuevo demostrar los objetivos que desde el inicio se ha marcado, que es ofrecer a los aficionados a la música de cine lo más atractivo del panorama músico cinematográfico actual, así como aportar las más altas cotas de prestigio a un evento que reunirá en Córdoba a más compositores, directores y músicos en torno a actividades como conciertos, conferencias, encuentros, etc, convirtiendo Córdoba, y con ella Andalucía y España, en el centro neurálgico de la música cinematográfica mundial el próximo mes de junio.

Para informar sobre la presencia de Mychael Danna en el festival, así como desvelar un avance de la programación e invitados, la organización convoca a los medios de comunicación a la rueda de prensa que tendrá lugar el próximo viernes 1 de marzo, a las 12:30 horas del mediodía, en la sala del Artesanado del Palacio de la Diputación Provincia de Córdoba, en la que estarán presentes:

-Antonio Pineda, diputado provincial de Cultura.
-David Doncel, director del Festival.
-Arturo Díez Boscovich, director musical titular del Festival
-Manuel Sicilia, creador de la productora andaluza Kandor Graphics, director ganador del Goya en 2009 por su obra de animación ‘El lince perdido’, y que presentará un adelanto de su nuevo filme ‘Justin y la Espada del Valor’.
-Ilan Eshkeri, compositor cinematográfico de bandas sonoras como ‘Stardust’ o ‘Hannibal: el origen del mal’.

Los medios de comunicación podrán conocer un avance y trasladarlo a los amantes del cine y su música respecto a un evento único en España que ya en la edición de 2012 apostó fuertemente por invitados de relevancia, al contar entre otros con Ludovice Bource, ganador del Oscar de Hollywood el pasado año por ‘The Artist’.

domingo, 17 de febrero de 2013

Vía crucis magno

Me parece sorprendente que, a un mes de Semana Santa, las imágenes devocionales sevillanas salgan a la calle para un Vía Crucis 'magno' o como deseen llamarlo. Lo mismo me resulta en Jerez o donde quieran ustedes pensar.

Este paroxismo por realizar cultos externos continuamente está convirtiendo la fe y el sentido catequético que presumiblemente muestran las hermandades en meros acontecimientos culturales, sociales, estéticos y festivos que desdibujan el significado para lo que realmente se hace pública protestación de fe. Los 'aficionados a las cofradías' acuden masivamente a todas estas citas en las que se da un espectáculo colorista que solapa el verdadero sentido de la Pasión del Señor y sus imágenes representativas. Cuando era pequeño, el simple hecho de escuchar un tambor nada más llegar la Cuaresma, respirar incienso por vez primera en la calle en un Vía crucis y finalmente presenciar la puerta de La Salle para dar paso a la primera cofradía constituian sensaciones únicas que se vivían en su fecha y en su momento. La continua y masiva proliferación de procesiones durante todo el año ha devaluado aquellas sensaciones y ha convertido el mundo de la Semana Santa en una sucesión de uso y abuso de los titulares aprovechando cualquier fecha medianamente señalada o motivo aparentemente espiritual que, insisto, queda relegado a un segundo plano.

Me preocupa sobremanera cómo está desvirtuándose el culto externo ante la pasiva mirada de la Iglesia, equivocada si piensa que si alentando o permitiendo esto va a contar con cristianos capaces de aportar conocimiento y buen hacer a nuestra comunidad, en la que sobran procesiones y aficionados y falta compromiso, seriedad y tener los pies en el suelo en una sociedad castigada que no necesita a la imágenes constantemente en la calle, sino respuestas valientes de cristianos que luchen por la justicia social, algo que no se logra únicamente con una foto fija de varios jóvenes recolectando víveres a las puertas de un supermercado.

Feliz domingo en Sevilla y que el patrimonio que tanto se valora al menos no se vea afectado por la lluvia.

13:01 h: 
Aprovecho para comentar -sin hacer leña del árbol caído- que la suspensión del Vía crucis por amenaza de lluvia está conllevando comportamientos sonrojantes en Sevilla, enfrentamientos entre hermandades, descontrol absoluto, gente teóricamente muy pía que ahora dice que se está jugando a sacar pasos y otros 'ejemplos' que pueden ser seguidos, con rubor, en twitter. Yo ya tenía mi opinión muy clara desde antes, mucho antes, de que tanto desmadre se haya asentado en todo esto. Y no es nada nuevo, lo sucedido en Sevilla es un ejemplo, lógicamente muy mediático por la ciudad donde se celebra.

Finalmente, aporto una reflexión de Benedicto XVI expuesta hace años, para que nos invite a pensar. Si es que queremos mirar de frente, claro está...
"Pero, ¿no deberíamos pensar también en lo que debe sufrir Cristo en su propia Iglesia? En cuántas veces se abusa del sacramento de su presencia, y en el vacío y maldad de corazón donde entra a menudo. ¡Cuántas veces celebramos sólo nosotros sin darnos cuenta de él! ¡Cuántas veces se deforma y se abusa de su Palabra! ¡Qué poca fe hay en muchas teorías, cuántas palabras vacías! ¡Cuánta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él! ¡Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia!" (Meditaciones y Oraciones del Cardenal Joseph Ratzinger.- Vía Crucis en el Coliseo.- Viernes Santo 2005).
 

sábado, 2 de febrero de 2013

Irse al carajo

Creo que la palabra 'carajo' es la que más se ha podido leer esta semana en las redes sociales. Miles de internautas se lamentan en facebook y twitter de lo ocurrido con Bárcenas y sus papeles. Otros, situados en la estratosférica política actual, alejados del ciudadano, practican en 'y tú más' y la mayoría contempla, pasmada ante el bochorno, la deriva de un país para llegar a una conclusión expuesta en internet por muchos: este país "se va al carajo".

Tengo un amigo que trabaja en el diseño gráfico y la animación fílmica para Estados Unidos, y lo hace desde San Fernando. Anteayer sentenciaba en su muro de facebook. "Definitivamente, este país se va al carajo". Un periodista de la vieja escuela -con mi edad, lo que hoy día es compatible- también afirmaba que España marcha a pasos agigantados hacia esa zona de castigo de los barcos antiguos donde nadie quería ir porque hacía un frío del carajo y que al parecer ostentaba esa denominación, de ahí que mandar a alguien al carajo sea largarlo lejos, a la parte más alta de un palo desde donde se le ordenaba al marinero problemático divisar lo que observaba en la línea del horizonte. Si hacía niebla, no veía un carajo, dicho sea de paso, aunque estuviera subido en él, connotaciones sexuales aparte.

Debo ser uno de los pocos españoles que no cree que España se vaya al carajo, a pesar de la situación. Mi buen amigo, el escritor Enrique Montiel, expone en su twitter que nuestra "pobre democracia" está haciendo "un papelón estos días mundo adelante", para afirmar que "desde el bochorno de Tejero no ha habido otro mayor". No le sobra razón, pero no nos vamos al carajo con toda seguridad, a pesar de la astracanada que vivimos en un país plagado de gente poco seria, dentro y fuera de los parlamentos, del nacional y de los diecisiete creados porque les sale del carajo a los nacionalistas, entre ellos Arturo Mas, que desconocemos si en su última visita al Rey le ha pedido permiso para desmembrar España y si éste le ha dicho que poco a poco o se colocó en menos que canta un gallo el uniforme de los tres ejércitos para mandarlo a Cataluña de vuelta. Es decir, al carajo.

Mariano Rajoy vive pertrechado en su búnker de cristal con sus generales porque algún descerebrado de los que se dedican a asesorar debe haberle aconsejado que no pise la calle ni para decir "sí, hombre", aunque la expresión se le escapara el otro día subiendo una escalera mecánica. O bajándola, no lo recuerdo. No sé si era un ascensor para el cadalso con la papeleta que se veía venir encima o descendía a los infiernos del silencio divorciado de los gritos de la calle. En todo caso, su exabrupto fue para mandarlo al carajo.

Todo tiene su parte buena, especialmente cuando uno sigue siendo un romántico del periodismo, aun a costa de enamorarme de una cortina como Bécquer. Sustituyo su visillo por las hojas de los periódicos, por el inconfudible olor que en mi ropa dejaban cada noche aquellos cientos de ejemplares amontonados en el archivo que constantemente visitaba diariamente durante tantos años para redactar mis páginas, cuando tras terminar la primera plana y cerraba la redacción cada madrugada, imaginaba que al llegar a casa me sucedería como en aquella película en la que ella le decía, con mirada agridulce: "Hueles a periódico". Aunque hoy día lo hayamos relegado a las pantallas donde se leen tantas imbecilidades, no ha habido más tronío ni reinado del papel prensa en todos estos años que aquella fría mañana de enero en la que El País volvió por sus fueros y movió los cimientos de los gobernantes y los bolsillos de los españoles para buscar un euro y pico con el que agotar la edición. Periodismo puro en todos sus ámbitos. Al carajo lo digital.

Decía que no creo que nos vayamos a buscar a la verga ahora mismo. La gente agota el papel y en los bares se habla del empate del Madrid y el Barça. En Cádiz se ridiculiza a Juan Carlos Aragón por su ejercicio onanista de este año y los angangos, futuro teórico de este país, cuelgan fotos por doquier en redes sociales de sus logros alrededor del Teatro Falla comprando entradas para las semifinales del COAC. No están ajenos a la crisis, muchos no tienen un puesto de trabajo, pero prefieren ver a Carlinhos Brown por la Avenida en verano o emplear el dinero del que disponen en los 35 euros que vale una butaca del Falla para ver un espectáculo en el que pocos ya denuncian con demoledores y efectivos lamentos lo que está sucediendo. Y mientras Rajoy comparece hoy ante su cúpula tras otro cristal que lo 'protegerá' de los periodistas ávidos de saber la verdad, en un monólogo estéril para la transparencia que necesita toda democracia que se precie, decenas de pueblos sacan procesiones por la fiesta de la Candelaria o llevan a sus niños a rituales en un país milagrero y casposo. Nadie va a salir a repetir La Bastilla ni a guillotinar cabezas de urdangarines empalmados porque esta noche hay fútbol otra vez. Y mañana. Y el martes. Y el miércoles. Y el lunes lo inventaremos.

Para irnos, o mandarnos, al carajo.