sábado, 19 de marzo de 2011

El día de San José

El 19 de marzo siempre fue una fecha señalada en mi familia. 'José Carlos' es un nombre compartido por mi padre y por mí. Mi abuelo paterno se llamaba 'José Luis', aunque no llegué a conocerlo. Durante muchos años era una jornada en la que nos reuníamos para comer entorno a esta festividad que ya hoy no lo es. Hace ya tiempo que, en un alarde de falso progresismo, unos cuantos 'avanzados' sustituyeron fechas marcadas tradicionalmente en el calendario por otras tan apasionantes como el Día de Andalucía o ¿motivaciones? coyunturales políticas que a la gente les importa un carajo.

José y Josefa se llaman en España más del 35% de la población de hombres y mujeres. Con dos cojones, que diría Torrente, de modo que este país y el mundo entero le debe mucho a un nombre que, como otras tantas cosas -y a ver si se enteran de una vez- trascendió hace ya mucho tiempo su acepción religiosa para convertirse en un 'bien' social, cultural y tradicional de España. Si fuera exclusivamente por su sentido pío, tendría mis reservas porque con la historia de San José tendríamos que mantener un intenso debate. O revisarla. Resulta complicado asimilar que tu mujer llegue una noche siendo una niña angelical, te suelte algo así como "¿te frío un huevo pa cenar? Por cierto, estoy preñada porque me lo ha dicho un angelito..." y tú le digas que no pasa nada, que son cosas de Dios y aquí está el tío. O San José era imbécil congénito o el más santo de los santos. En dilucidar esta dicotomía estoy desde que tengo uso de razón.

El caso es que la familia nos reuníamos, mi abuela -en la foto entre mi padre y yo hace la tira de años- hacía arroz con leche y nos dábamos regalos, amén de las horas hablando y haciendo vida social, menos cuando alguna vez coincidía con Domingo de Ramos, que tocaba alcahuciles con chícharos engullidos con nerviosismo y rapidez para ver salir la Borriquita a las cuatro.

Felicidades a todos los pepes.

martes, 15 de marzo de 2011

Lumbreras de la traducción


Tal día como hoy, un 15 de marzo aunque de 1956, se estrenaba My Fair Lady. La obra de teatro se adaptó al cine creo recordar que en 1964. En otro alarde de estupidez congénita, algún cretino se inventó lo de "La lluvia en Sevilla es una maravilla" para una de sus secuencias más famosas. En el diálogo original ya se sabe que la capital hispalense no aparece por ningún lado. Lo mismo podían haber dicho "en cuclillas" y hacer un guiño al escatologismo o a lo que se observa entre los coches la sonrojante noche de sábado del Carnaval de Cádiz. O "la lluvia de manzanilla es una maravilla" y la cantaríamos en las casetas de ferias a partir de mayo.

Al final, una de las decisiones más lamentables del régimen franquista en el ámbito cultural y linguístico como fue doblar las películas -unido a otras malas costumbres que continúan vigentes en el país- se impuso y a (casi) todos nos hace gracia lo de imaginarnos a Julie Andrews diciendo que Sevilla es orgásmica con una rima a lo Gloria Fuertes. Si lo pensamos, es bochornoso. En el vídeo que os cuelgo se puede apreciar la traducción correcta. Y es que en España nos sentamos a disfrutar de El buscavidas y lo que nos despachan es el 50% de Paul Newman. La otra mitad es su voz mutilada, de manera que sus mejores momentos en el cine en toda su historia, que son los últimos quince minutos de la obra maestra de Robert Rossen, no la disfrutamos como debe ser ni de coña. Quien quiera un producto adulterado que lo consuma, allá cada cual. Pero que los que queremos a los actores en plenitud de sus registros interpretativos no tengamos derecho a contar con una sala por cada cierto número de habitantes por ley dice mucho de la incultura en la que este país se empeña en permanecer estancado, más preocupado en establecer debates nacionales sobre un quítame allá diez kilómetros por hora.

El debate del doblaje ya es manido, lo sé. Pero me brinda la oportunidad de trasladarlo también a los títulos de las películas. Hice en la radio programas enteros sobre este asunto que en estos días estamos recordando en facebook. Y así, nos quedamos tan panchos cuando una película llamada Biloxi Blues la titularon en España Desventuras de un recluta en apuros. Era una con Matthew Broderick. Igual de sangrante fue aquel maravilloso título, The Year of Dragon, el filme protagonizado por Mike Rourke, que aquí la llamamos absurdamente Manhattan Sur. Y no digamos nada de lo sorprendente que resultó ver que Sleepless in Seattle era rebautizada como Algo para recordar, mientras que a Wayne's World se le endosó el subtítulo ¡Qué desparrame!.

Goodfellas, de Martin Scorsese, tuvo la 'suerte' de encontrarse con un descerebrado que creyó que dejándole el título o aproximándonos a él no íbamos a ir a verla al cine. Claro que, si la retitulaba como Uno de los nuestros, haríamos cola. Y es que estos angelitos son más listos que los propios productores y directores. Más que Silvester Stallone, cuya mejor película de su famosa saga -además, título de un conocido libro- era First Blood. En lugar de Primera Sangre, optaron por sintetizar: Acorralado. Tócate los cojones.

Os invito a rebuscar en títulos y compararlos con los originales. Más de una sorpresa nos llevaríamos paralelamente a la incredulidad. No es nada nuevo, que conste. A Capra en España le rebautizaron su Arsenic and Old Lace como Arsénico por compasión, e incluso la famosa Tiburón de Spielberg no se llamaba así, ya que Jaws significa Mandíbulas. Y dentro del insulto a la capacidad deductiva del espectador, algún lumbreras nos indicó, por si teníamos dudas, que Alien era el octavo pasajero. ¡No me jodas! Espera, que cuento: Ripley, Parker, Ash, Lambert... Además, el que incluyó la coletilla en el título de la obra maestra de Ridley Scott no contó al gato de Sigourney Weaver, que también era un pasajero. Un respeto a los felinos y a la Academia de la Lengua, coño, que contempla a los bichos como tales cuando viajan.

miércoles, 9 de marzo de 2011

¿Censura en el cine?

La alarma se ha sembrado entre los directores de los principales festivales de cine de España. La preocupación se debe al anuncio de que la Fiscalía de Barcelona ha iniciado el trámite de una denuncia contra Ángel Sala, al frente del Festival de Cine Fantástico de Sitges, por la proyección de la polémica película A Serbian Film en la última edición del certamen, el pasado octubre. La Fiscalía acusa a Sala de un delito de exhibición de pornografía infantil por permitir el pase de un filme en el que aparece la representación de varias violaciones a menores.

"Cuando ocurren cosas así hay que reaccionar con rapidez", decía a este periódico ayer un beligerante José Luis Cienfuegos, máximo responsable del Festival de Gijón. En efecto, los teléfonos de los programadores de los certámenes cinematográficos nacionales no pararon de sonar el fin de semana. De la perplejidad, se pasó a la reflexión y de ahí a la acción, que ha acabado tomando la forma de un comunicado firmado por el propio Cienfuegos, por José Luis Rebordinos, del Festival de San Sebastián; por Mirito Torreito, del Festival Cines del Sur de Granada; Javier Angulo, de la Seminci; Josetxo Cerdán, del Punto de Vista de Pamplona, y Carmelo Romero, del Festival de Málaga, entre otros.

"Inauguramos un precedente peligroso", asume Rebordinos

"Queremos recordar, además de nuestro apoyo a Ángel Sala, que el filme se ha visto, desde el pasado año, en certámenes de ciudades como Bruselas, Londres, Oporto [donde acaba de ser premiado], Austin, Toronto, Sofía o Puchon (Corea del Sur), además del estreno comercial en cines serbios o su pase en el multitudinario Mercado del Festival de Cannes, sin que nadie haya elevado, hasta la fecha, denuncia judicial alguna contra el filme, sus responsables o sus programadores", mantiene el comunicado.

Antonio José Navarro, programador del Festival de Sitges y uno de los responsables de haber asesorado a Ángel Sala sobre la proyección de la película, manifestó a Público la perplejidad del equipo del certamen ante la situación. Navarro aseguró que la película fue programada en la sesión de medianoche, bajo la advertencia de que el contenido podía herir sensibilidades. Asimismo se pidió el DNI a los espectadores para evitar que entraran menores de 18 años. "La gente que va a Sitges sabe lo que va a ver. Es un festival especializado y nuestro público también lo es", apuntó Navarro, para quien lo inquietante es que "haya asociaciones cívicas que se dedican a coartar la libertad de lo que podemos ver apuntó. Es parte del viejo tópico reaccionario de que si ves una película violenta te vas a volver violento".

"Los festivales deben programar filmes que abran debates", dice Bozzo

Coincide con Navarro José Luis Rebordinos, ahora director del Festival de San Sebastián, y hasta hace unos meses responsable de la Semana de Cine Fantástico y de Terror de la misma ciudad, en cuya última edición se produjo la suspensión cautelar de la proyección de A Serbian Film, después de que la Confederación Católica de Asociaciones de Padres de Alumnos y Padres de Familia (Concapa) presentara una denuncia.

"Es grave porque se plantea si alguien tiene derecho a prohibir una película que no es apología de un hecho delictivo e impedir a unos ciudadanos adultos verla", afirmó a Público José Luis Rebordinos en una entrevista reciente. "Me preocupa también ahora que soy el director de San Sebastián, porque la pregunta es si a partir de ahora cada vez que haya un festival, una asociación puede denunciar tres o cuatro películas por su excesiva violencia y que esto dé pie a una suspensión cautelar, aunque luego se demuestre que no había delito. Inauguramos un precedente peligroso, propio de unos tiempos en que lo políticamente correcto empieza a ser grave. Entre adultos hay otro debate sobre si la película es buena o no, pero debe hacerse desde la libertad".

Rebordinos asume que "si la película fuera un delito", él mismo la habría denunciado, una afirmación que secunda el propio Antonio José Navarro, de Sitges. "No somos ningunos pervertidos, tenemos hijos. No vamos a programar ningún contenido que suponga un delito, pero hay que distinguir lo que es ficción de lo que no lo es", reflexiona. "¿O vamos a quemar todos los ejemplares de Lolita, de Nabokov?", se pregunta.

(Extraído del periódico 'Público')

jueves, 3 de marzo de 2011

Desiderata I: Justicia versus venganza

Existe una gran diferencia entre la venganza y la justicia. La primera de ellas requiere de tu intervención personal y esfuerzo y, aún alcanzando la segunda, puedes errar en tus métodos al dejarte llevar por la ira. La justicia viene sola, no necesita de participación humana alguna, se autoproclama cuando llega el momento, siendo su grandeza proporcional al tiempo que transcurra y a las víctimas que puedan caer en el camino de su triunfo.

Jamás te vengues de nadie ni de nada. Sólo aguarda a que la justicia haga su labor. Esa callada espera conlleva grandes dosis de lo que los creyentes denominamos 'fe'. Otros optan por distintos calificativos. Su manera de llamarla resulta indistinta, las intenciones en lograr el objetivo no. Se trata sólo de comprobar que la vida es un perfecto engranaje en el que, en la mayoría de las ocasiones, no somos capaces de ver más allá de las manijas marcando horas que nos abruman por su lentitud sin alcanzar a ver que en sus entresijos existe un mecanismo que encaja todos los detalles diarios, los grandes momentos de tu existencia, los más nimios, los olvidados e incluso los anhelados.

Confía en el ordenado sistema de las cosas aun sin comprender su evolución. El hecho de tratar de entender qué sucede en nosotros y a nuestro alrededor es tan legítimo como esperar a ver cómo ocupan su lugar aun sin percatarse las personas que se consideran por encima del mecanismo de una vida cuya emoción radica en desconocer a ciencia cierta cuándo se hará justicia, esa que precisamente hicimos protagonista al inicio de mi reflexión.

Un abrazo a tod@s.