El asunto es que ya no nos vigilan los curas y los castrenses. Ahora existe otra especie igual que la de aquellos tiempos: los empresarios. Obviamente, no estoy generalizando en ninguno de los casos que expongo. Lo aclaro para que no me vengan los puristas a liármela con demagogias. El empresario es hoy día el dueño del mundo como aseguraba que lo era Leonardo di Caprio en Titanic, con la diferencia de que este se fue a hacer puñetas por culpa de la carajera y la miopía del oficial de turno que no vio a tiempo un iceberg del que se podían extraer todos los cubitos de hielo de los cubatas que me he bedido en mi vida, y los empresarios son los reyes gracias a la permisividad de los gobiernos. Ahí los tienen, haciendo contratos basura cuando contratan; comprando sindicatos; pagando tarde y mal cuando pagan; haciendo indefinidos porque les subvencionan por ello, pero largando a quienes les da la gana gracias a un abaratamiento brutal del despido. Muchos hacen empresas para ganar dinero sin importarles la calidad de lo que ofrecen. Eso en el periodismo está a la orden del día, o en la alimentación, o en la enseñanza,... No respetan días libres, horarios, y están por encima de cualquier ideología política. El soniquete de "estamos creando puestos de trabajo" lo comparten empresarios y gobiernos, los primeros sin que se les pueda preguntar a qué precio y los segundos para venderlo como logro de gestión o promesa electoral, sin importarles tampoco cuál es la calidad y la firmeza del empleo que están auspiciando...
Hoy la empresa te despide aunque seas fijo. Hoy la empresa te traslada aunque te desarraiguen de tu lugar. Hoy la empresa te da patadas aunque la hayas servido durante años. Hoy el empresario no te telefonea si estás enfermo o te han operado, sólo piensa en lo que le va a costar tu baja; se buscan las maneras de despedirte si eres una mujer embarazada o meten topos en los comités de empresa. Sólo hay un especimen peor que ese tipo de empresarios tan abundantes: los trabajadores vendidos al poder, los lacayos hechos sicarios por migajas,... Son impunes. No les mandan las inspecciones de trabajo. Y si llegan, hacen la vista gorda o las sanciones son ridículas. Así están las cosas y os las cuento precisamente el día en el que renuevo, tras tres meses, mi carné de desempleado. Dos horas en la oficina del Inem, entre gente oliéndole el sobaco, marujas bigotudas con niños en los brazos horrorosamente vestidos preguntándose unas a otras si te come bien o hace la caca suelta o amarrada y angangos tratando de vivir del cuento. Y carteles que dicen "Hay que coger número para todo", pero cuando en la pantalla digital aparece mi turno me dice la de la mesa que "para esto no necesitaba usted número". Pues ¿en qué quedamos, alma de cántaro? Como soy parado, ¿le agrada tenerme en su oficina contemplando el bello panorama anteriormente descrito? ¿Me paga usted la zona azul donde tengo el coche?
Bueno, los que compartan conmigo el 'arroz amargo' del desempleo, que tengáis un buen día reivindicando el derecho al trabajo o el puesto que os quitaron por la puta cara como me sucedió. Ya no sé si los que ejecutaron esa decisión fueron peores que los que me están dando largas ahora con una ingratitud pasmosa. Y a los que trabajáis, también os deseo una buena jornada. Estad alertas, que cuando menos os lo esperéis os despiden, os quitan días de la semana, os pagan más tarde del día cuando pasan las deudas mensuales por el banco, no os suben en la nómina el IPC a principios de año,... cualquier putada de esas que hay gente que se la merece porque son unos mantas trabajando (yo he sido gerente y director de grupos humanos y sé que en todos los lados cuecen habas) y otros muchos no.