jueves, 13 de febrero de 2025

13 de febrero. Día Mundial de la Radio



Hoy, 13 de febrero, es el Día Mundial de la Radio. Naciones Unidas estableció esta celebración en 2011, cuando hacía años que ya había dejado mi intensa actividad en ella. Siempre tuve claro que es el medio más maravilloso que existe, el más mágico, y que soporta como puede los embates de las nuevas tecnologías y, desde antes de eso, de quienes especulan con ella ya sea por intereses ideológicos o económicos.

Ahí está, aguantando, mientras las emisoras de ciudades de grandes cadenas se convierten en cementerios sin personal, o las locales han sido destrozadas por borricos pardos a los que solo les interesa la publicidad malvendida y completar parrilla con gente ufana de gloria que te viene gratis.

El 15 de octubre de 1989 se emitió el primer programa de #UltimoEstreno, hace ya casi 36 años. Fueron tiempos muy bonitos pero algunos cometimos el error de aferrarnos al romanticismo que genera la radio para atraparte y, cuando menos lo esperas, llevas demasiado tiempo creyendo que todo es como el primer día. Y pierdes oportunidades que pasan de largo por seguir un camino de un paisaje que nada tiene que ver con el de aquellos finales de los ochenta, cuando ni siquiera las televisiones privadas existían ni desde el poder político se había aún perpetrado planes maquiavélicos, como el 'antenicidio', para acabar con emisoras de las que muchos éramos acérrimos seguidores.

Algún día alguien tendrá que pagar por lo que sucedió en 1992.





lunes, 10 de febrero de 2025

96 cumpleaños de Jerry Goldsmith. «Los niños del Brasil»



Ha sido un fin de semana de celebración del 93 cumpleaños de John Williams, y ahora debe serlo de recordatorio. Hoy, 10 de febrero, Jerry Goldsmith hubiera cumplido 96 años.

En el videorreportaje centrado en la banda sonora para «Monseñor» compuesta por Williams subido hace un par de días hago mención al uso del vals como estilo musical empleado en más ocasiones de las que creemos por reconocidos compositores de música cinematográfica, y cito que, en aquellos años a caballo entre los 70 y 80, Goldsmith también utilizó el vals en una película de cierta popularidad por la época: «Los niños del Brasil». Estrenada en 1978, cuesta evitar la risa floja ante las pasadísimas interpretaciones de Gregory Peck y Lawrence Olivier como Josef Mengele y el cazanazis Liebermann. Con secuencias bastante lamentables como la de la fiesta de nazis y el tinglado que monta Mengele y lo impostado que parece todo, no dejo de reivindicar la banda sonora de Jerry Goldsmith en el día de su cumpleaños para no caer en felicitarlo con sus obras más conocidas y reputadas.

«Los niños del Brasil» destaca musicalmente por su vals, a lo que muchos que he leído en estos años (entre ellos críticos de cierto reconocimiento) no encuentran sentido. ¡Un vals para Mengele! Debe ser que no han tenido la obligada misión de concentrarse certeramente en el guión musical del filme, porque el vals es, sencillamente, ¡de Liebermann! Una vez iniciada la película aparece por vez primera cuando sale en pantalla el cazanazis, que vive en Austria, el país por excelencia del vals. En el resto de la película, el tema está deconstruido o bien acompaña a Liebermann en sus pesquisas para seguir las huellas de Mengele. Y si el vals está utilizado el inicio de la película y al final, en los créditos, previo a la narración visual y una vez finalizada, es porque NO ES EL MISMO aunque nos lo parezca. La película termina con la obra musical triunfante, con el vals iluminado musicalmente a través de notas cambiadas del inicio, cuando habíamos escuchado una pieza más oscura, tensa y que preludia una historia macabra por resolver. ¡Cómo unas leves alteraciones o incorporaciones de notas son capaces de cambiar el sentido de una misma música!

A mí personalmente me fascinan esos instantes de Goldsmith en la secuencia de Mengele recordando el hospital donde practicaba sus barbaridades con las mujeres, cómo el compositor muestra su lado más clásico, capaz de escribir un tema absolutamente operístico, yo diría que wagneriano, de un clasicismo abrumador recordatorio de los grandes escenarios trágicos del centro de Europa que vio nacer el «Musikdrama»... y un siglo después el drama humano provocado por los delirios mesiánicos de un loco.

Os dejo un vídeo que he montado (si YouTube no lo fastidia) para mostrar lo que os comento y que sirve para felicitar al grandioso Jerry Goldsmith allá donde esté: https://youtu.be/PpsXcfj75zI

sábado, 8 de febrero de 2025

El año en el que nominaron a John Williams por la peor banda sonora...¡Y ganó el Oscar por ET!


John Williams acaba de cumplir 93 años
. En #UltimoEstreno lo celebramos recordando que hubo quienes nominaron una banda sonora suya a la peor del momento en los premios Razzies... justamente el año en el que ganó el Oscar por su partitura para «ET».

«Monseñor» era una película regulera -por decir algo amable de ella- que lo mejor que tenía era a Christopher Reeve y su música, enmedio de una historia de un sacerdote y militar norteamericano ambicioso que llega al Vaticano a darle al trapicheo económico y se liga a una novicia en el colmo del disparate guionístico. Pero para este dislate, Williams compuso un tema principal valsístico, con el calvicordio y la trompeta como instrumentos principales representativos de la nobleza del entorno del protagonista y de su condición castrense, y algunos momentos del filme poseen interés por la aportación narrativa del compositor de «Star Wars», «Supermán» o «La lista de Schindler».
Analizamos «Monseñor» en #UltimoEstreno y contamos qué otras cuatro bandas sonoras fueron nominadas a peor del año 1982. ¡Dos de ellas de Morricone!

Enlace al videorreportaje, que YouTube me lo ha bloqueado por derechos de autor, pero que con la apelación presentada permite verlo en estas horas hasta que le dé la gana de censurarlo o dejarlo: https://youtu.be/mJETm2gG1ck?si=UCBz6-fX2Ej5zrpm

viernes, 7 de febrero de 2025

«La sustancia»


Los dos huevos de la imagen con los que se inicia «La sustancia» son los que hay que tener para ver esta basura que opta nada menos que a cinco Oscar.

Un pastiche impúdico que malcopia planos de películas icónicas de Kubrick, títulos de crédito de Frankenheimer, la jeringa que lucía Hervert West, el inolvidable y amargo vals del emborrachamiento de John Merrick que creó Lynch, te da dolor de cabeza a base de continuos ruidos, destroza la actuación de Demi Moore a la mitad, permite a sus anchas el histrionismo de Dennis Quaid... El espanto este es tan ridículo como insultante por su homofobia declarada.

Lo indignante de todo esto -o peor, lo triste, que es como sentirte más vencido- es el entusiasmo generalizado por parte de quienes arrecian contra «Emilia Pérez» y Karla Sofía Gascón, a la que se le denosta por haber escrito en redes alguna que otra desbarrada (como todos hemos hecho alguna vez en nuestra vida) sin valorar su actuación. Y muchos ni siquiera han visto la película. Ellos se lo pierden.

Videocrítica de #lasustancia por imperativo legal aquí:

sábado, 1 de febrero de 2025

«Emilia Pérez»


Un par de apuntes para los 'haters' de Emilia Pérez:

1. «No hay quien se crea que un narcotraficante de la calaña de Manitas quiera convertirse en mujer y lloriquee mientras lo confiese. Y encima, es un musical». Curioso argumento para atacar la película. Pero la mayoría de quienes lo empleáis sí celebrásteis la pistolita golpeando contra la Torre EiffelToulouse-Lautrec hasta las cejas de absenta viendo el hada verde hace ya casi 25 años en (la maravillosa) «Moulin Rouge» o cómo un matrimonio se va a pique por culpa de un hijo que es un muñeco de madera en (la estupenda) «Annette», que se estrenó hace solo cuatro años.

2. Cualquier historia se puede musicalizar. ABSOLUTAMENTE TODO. Se han musicalizado el holocausto, las guerras, a Jesucristo, las indefiniciones sexuales, la miseria...

3. Lo peor que le puede ocurrir a una película es que no aporte nada. En tiempos de cine inane, las propuestas diferentes, contadas de manera arriesgada, tanto guionística como estilísticamente, se convierten en agua de mayo para reconciliarnos con un arte cada vez más devaluado. y «Emilia Pérez» es una lisérgica y astuta película.

Y alguna otra anotación para sus defensores incondicionales:

1. La línea entre una historia de redención humana a través de la necesidad de la autoemancipación sexual y el folletín televisivo latinoamericano es muy delgada en determinados momentos de desbarre.

2. Trece nominaciones a los Oscar no le hacen favor. Aparte de convertirse en un arma para sus odiadores, no son justas. Es incomprensible la nominación a banda sonora porque la música es intrascendente, no tiene poder narrativo alguno y solo se emplea como excusa para el armazón sonoro de una película hilvanada a través de sus canciones, no de la partitura. Dos temas cantados nominados son excesivos. Extraordinaria, por demoledora, valiente y sin pelos en la lengua en su letra y lo brillante en pantalla, 'El mal'. 

3. Me sublima la procesión final. Esa parihuela pasando por la pollería me parece maravilloso. Pero me temo que las mentes más, digamos, clásicas, no entenderán el tema.

HAY QUE VERLA. SÍ O SÍ.

Videocrítica en #UltimoEstreno en este enlace: https://youtu.be/AcqaO_0_4SE