martes, 1 de octubre de 2024

De «Megalópolis» y sus reacciones



Quienes nos dedicamos a esto de analizar películas desde hace décadas tenemos la obligación de descifrar los códigos que encierran y hacer de puente entre ellas y los espectadores con el objetivo de que puedan tener en sus manos todas las consignas posibles para entenderlas y sacar a la luz valores o mermas que permitan ampliar valoraciones y hacerlas más justas. Eso es tarea muy complicada y hay que ver el cine con ojos más allá de los de un consumidor de películas habitual. No se es por ello mejor ni peor, simplemente ejerces con los conocimientos con los que te has forjado, con un amplio manejo del análisis, con capacidad periodística y sobre todo dedicarte toda tu vida a ver cine. Mientras otros emplean su tiempo en la noble tarea de leer de madrugada, yo veo dos películas. Mientras otros ven programas de televisión, yo me enchufo mi filmoteca. Mientras otros dedican el domingo a pasear, yo analizo una banda sonora en una cinta perdida en Filmin. Mientras otros se gastan su dinero en vacaciones, yo voy a festivales. Mientras otros pasan las tardes de invierno entre semana con un café con amigos, yo grabo todo lo que ofrece la Escuela de Cine de la UCA. Y mientras otros toman copas un sábado por la noche, yo veo «Megalópolis». No soy ni mejor ni peor, porque hay muchas cosas que puedes hacer perfectamente compatibles. Pero el cine es lo que centra tu vida. Eres distinto, lo más probable es que seas un tipo raro y ello no te confiera buena fama. A mí eso siempre me ha dado igual. Pero no quieras ni siquiera parecerte si no cumples con esa premisa.

Por eso me entra la risa floja con tanto mamarracho abriendo canales en plataformas hablando de películas (siete minutitos diciendo su ficha técnica y algunas gracietas para payasear entre frase y frase) o pontificando en los generalmente absurdos y disparatados grupos de cine en Facebook. No suelo ver esas cretinadas, pero dicen que unas cosas llamadas algoritmos deciden por ti lo que aparece ante tus ojos cuando abres estos medios infectos que son las redes sociales. Ayer me apareció un vídeo de un tipo que titulaba su pantalla de inicio sobre lo último de Coppola como «Mierdópolis». La hizo el día del estreno de la película y en 72 horas tiene doce mil visionados. ¿Es posible hacer un trabajo analítico serio sobre este filme en la misma jornada, prepararlo, montarlo, etalonarlo (sí, yo hago esas cosas, soy así de quisquilloso) y decir algo más allá de que lo último del director de «El padrino» es «un churro»? ¿Dónde puñetas queda el respeto al cine y a un director capital en la historia como es Coppola, independientemente de la calidad de su cinta? ¿Qué buscan esos doce mil sujetos que ven esas cosas?

No tengo ni la más mínima idea. Solo sé que, si no eres el feliz espectador común sino el teórico amargado dedicado a radiografiar películas, tienes la obligación de hacer algo serio si después vas de crítico y encima te quieres acreditar para los festivales a los que vas para hacerte fotitos en lugar de ver seis películas al día y no respirar cumpliendo con el cometido de informar, escribir de madrugada o montar vídeos. Que esto es jodidamente sacrificado si lo quieres hacer bien, por mucho que parezca bonito y todos quieran ser críticos.

Tampoco tengo ni idea –entramos en materia- de porqué Coppola, con una cojonuda idea de paralelizar las intrigas políticas y los egos de la civilización que nos creó con las actuales corrupciones que gobiernan en el mundo, decidió barroquizarlo todo e irse por las ramas con momentos y diálogos que ni los más asiduos consumidores de grifa son capaces de mantener. Pero «Megalópolis» tiene mucha, y difícil, miga. El poder de detener el tiempo, el mayor de todos para lograr la inmortalidad, reflejado en el personaje de César Catilina (Adam Driver); la estopa a la servil prensa actual; la seducción de los profetas modernos recibida especialmente por los primeros planos de niños astutamente colocados por Coppola; el débito hacia otras distopías como «Blade Runner» o «Joker» y técnicamente hacia el uso de su paleta de colores, o la magistral banda sonora del argentino Osvaldo Golijov, tan originariamente europeo y clásico como Miklós Rózsa del que bebe excelentemente en su «Nueva Roma» o su capacidad para narrar musicalmente la utopía discursiva de César Catilina con un enorme tema en el que cuerdas, saxos, flautines respondiendo y trompetas gimiendo juegan como solo los maestros saben situarlos en el pentagrama. También encontramos la huella de Alex North en su excelente «The Catilinarian Conspiracies» como ejemplo más diáfano.

«Megalópolis» es indigesta para el anónimo mortal que acude (aún) al cine, es un ejercicio egoísta de Coppola y por ello el espectador medio no tiene que pedir perdón. Tampoco lo tiene que hacer el director, aunque haya perdido la oportunidad de hacer la obra maestra que hoy día es más necesaria que nunca sobre la indefectible caída de una civilización llena de tarados que menosprecian a un maestro calificando sus películas como mierdas o grabando gilipolleces en un mismo día por mucho que ustedes visionen sus basuras.

Análisis de «Megalópolis» en un nuevo vídeo en #UltimoEstreno en este enlace: https://youtu.be/hYPv7bg-lik





domingo, 29 de septiembre de 2024

«Cádiz, donde el cine cumple sus sueños»




La exposición «Cádiz, donde el cine cumple sus sueños» está trabajada con profesionalidad y con mucho amor hacia la ciudad y la vocación y gran pasión de José Manuel Serrano Cueto: el mundo del cine. De hecho, el atractivo de esta muestra de una veintena de fotografías que reproducen fotogramas de películas rodadas en Cádiz reside desde el inicio en su nombre. No recuerdo una exposición con una denominación tan preciosa como la que posee.

«Cádiz, donde el cine cumple sus sueños», se inauguró el viernes en la Plaza de España y estará hasta noviembre. Gente que hace posible que exista este arte han colaborado haciendo el papel de los protagonistas de estas películas para plasmar, en las imágenes captadas por el fotógrafo Juan Antonio Quiñones, un instante de esos filmes que se hicieron realidad con la belleza de la capital gaditana como escenario.

Agradezco de corazón a José Manuel que contara conmigo para reproducir un fotograma de la película «Antes de la quema», de Fernando Colomo, haciendo las veces del «Tuti», aquel personaje sinvergonzón que encarnó Joaquín Núñez. Me divertí mucho durante la sesión fotográfica que hicimos en el Gran Teatro Falla y la actriz Susi Rosado y yo nos reímos mucho. ¡Pudimos con el calor y el vestuario en pleno verano!

Como bien dice José Manuel, el cine existe gracias a la gente perteneciente a muchos sectores relacionados con él.

En este vídeo en #UltimoEstreno podéis conocer mejor la exposición y las impresiones de sus autores. ¡No os lo perdáis y por supuesto tenéis que verla!









martes, 24 de septiembre de 2024

«Segundo premio», la película con la que España quiere ganar el Oscar en 2025



Las desavenencias, el arte mediatizado por los desencuentros y las rupturas son hechos consustanciales a las bandas musicales de todos los tiempos.

Resulta sumamente extraño que los grupos que conforman el olimpo del pop, el rock o cualquier otro género hayan salido indemnes del enfrentamiento entre sus miembros. En algunos casos han existido ceses comunes que han venido a mitificar aún más a esas bandas, en otros han servido para enriquecernos con temas cuyas letras y músicas hablan de nostalgia, tiempos mejores, frustraciones y, en definitiva, de lo idílico, fugaz y perdido por los egos o por la irrupción de elementos tópicamente incentivadores del arte, como el alcohol o las drogas.

Sobre ello trata precisamente «Segundo premio», la película que la Academia de Cine de España ha decidido enviar a los Oscar de Hollywood para lograr la estatuilla a mejor filme de habla no inglesa.

El bastidor cinematográfico sobre el que el director Isaki Lacuesta ha trabajado esta idea universal ha sido «Los planetas», la banda de música indie nacida en los años 90 y que alcanzó cotas de popularidad de gran relevancia en el panorama musical español. La formación sigue viva, pero el axioma expuesto en las primeras líneas de este texto hizo mella en ella como en tantas otras. Así que «Segundo premio» es la excusa (no me atrevo a decir si ideal para el concepto original ni si lo es también para aspirar al Oscar) para contar una historia tan antigua como la música organizada. Por eso, y porque la película hay que venderla para que el público no crea que se trata de una biografía de un grupo cuyo estilo de todas maneras no es mayoritario, el lema del filme está en todas partes, en su cartelera y en su teaser: «Esta no es una película sobre «Los planetas».

Y es cierto por lo razonado anteriormente. Los personajes de un extraordinario Cristalino encarnando al guitarrista de la banda y un distante Daniel Ibáñez bien pudieran ser los de Pink Floyd, Syd Barrett y Roger Waters, cuando el primero no acudía a los ensayos o sobre el escenario se perdía en su particular «Interstellar Overdrive», sin seguir los compases de sus colegas, mirando al vacío hasta que el segundo tuvo que buscar sustituto, y con mucho tacto, encontrándolo en David Gilmour. Así fue un episodio de los más relevantes de la historia de «Los planetas» que Isaki Lacuesta muestra al espectador con la misma paranoia que la que provocan las sustancias en la cabeza del personaje de Florent Muñoz, tan entrañable con Juan Rodríguez ‘Jota’ en una misma secuencia que violento al instante en un bar mientras el resto de gente ni se inmuta cuando ambos se parten la cara en un giro caricaturesco y tarantinesco.

Digo que «Segundo premio» es la historia de la música jerarquizada y de la amistad, de los proyectos comunes pero frustrados, de quien escoge otro camino pero siempre es faro y guía de no se sabe qué (May Oliver en el caso de la banda) pero tan necesario como contarlo en canciones, todo ello rodado con rostros en primer plano muy nítidos y siempre con un aura borrosa (los claros objetivos de expresar y triunfar, lo que rodea que difumina, espesa y trunca), con fundidos de cuerpos que empiezan distantes conversando telefónicamente en imágenes oníricas y simbólicas cinematográficamente excelentes aunque no les iría a la zaga titularlas con el lema reposicional del 2001 de Kubrick, «The Ultimate Trip».

«Segundo premio» fluye –cada fotograma a mejor ante iniciales titubeos- entre lenguaje soez, pero reflexiones protagonísticas expuestas en voz alta al espectador de un valor excepcional para hacer pensar sobre el ser humano, el placer y sacrificio como doble cara consustancial de la amistad y los convencionalismos que debemos vencer. Los mismos que al ver una película imperfecta (demasiado enrocada en sus canciones, confusa en determinadas relaciones, escasamente vocalizada) pero que no deja indiferente y que es una apuesta arriesgada tanto para la Academia de Cine como para el propio espectador. Pero en los tiempos en los que estamos, un boquete es una trinchera.

ENLACE AL PROGRAMA-VIDEOCRÍTICA EN EL CANAL #ULTIMOESTRENO: https://youtu.be/fFgIQRMCC2o

sábado, 21 de septiembre de 2024

Bear McCreary y su música para «Los anillos de poder»



Bear McCreary está haciendo historia con «Los anillos de poder». Su música es uno de los ejercicios narrativos más brillantes en el ámbito audiovisual de todos los tiempos (¡de todos los tiempos, sí!) y no exagero en absoluto. Parto de la base de la satisfacción que produce un fenómeno ya inusual como mantener para todas las temporadas de una serie el vehículo narrativo que supone una orquesta sinfónica en su plenitud, en una época oscura en la que las músicas están siendo relegadas a meros acompañamientos sin desarrollo explicativo y utilizándose tecnologías ajenas a lo orquestal.

McCreary no solo ha dado continuidad musical al mundo de «El señor de los anillos» según Howard Shore, sino que construye un gran universo con su propio estilo o algunos tintes epopéyicos que recuerdan a John Williams en la saga de «Star Wars», como el caso del tema de Sauron (episodio 1) y el «Battle of the Heroes» de «Star Wars. Revenge of the Sith» con sus poderosos obstinatos y coros.

Pero lejos de similitudes estilísticas -muy acertadas-, se encuentra lo crucial en la música cinematográfica: el ejercicio narrativo, el desarrollo de los personajes y acontecimientos llevados de la mano de un pentagrama, la evolución de los hechos o el anuncio de lo venidero y de las intenciones protagonísticas y el impecable hilvane de mundos tan complejos como los de Tolkien con un apasionante puzzle por descubrir. McCreary, por poner un ejemplo, nos adelanta gradualmente la evolución de Gandalf desde la primera aparición del tema «The Stranger» sin que conozcamos aún al personaje o es capaz de introducir temas principales con una pasmosa capacidad que van adelantándose a lo que percibimos con los ojos. Independientemente de la cuestionada calidad de la serie para algunos, la obra del compositor es lo mejor como música narrativa realizado en muchos años y nada más que por ello es fundamental visionarla.

Los festivales de música de cine, una buena parte de ellos sufriendo dificultades en los últimos años y algunos incluso desgraciadamente sin continuidad o con ésta amenazada para el futuro, no parecen contar con organizadores que se percaten de la importancia histórica de lo que está haciendo Bear McCreary, hoy por hoy el compositor cuya presencia es la más necesaria en estos eventos no solo para disfrutar en directo de su música para «Los anillos de poder», sino para dedicarle toda una jornada de horas sin límite de finalización en la que pueda explicar personalmente, a aficionados y profesionales que se dan cita en estos eventos, cómo ha ido creando y trenzando semejante obra maestra.

Mientras no tenemos oportunidad de que él nos lo cuente más allá de algunos vídeos aislados en internet y explicaciones muy puntuales (más musicales que narrativas), recomiendo enfervorizadamente el admirable trabajo que el portal web MundoBSO está haciendo, analizando con detenimiento y rigor lo que podríamos llamar como otra serie aparte, «El poder de McCreary», gracias a unos extraordinarios vídeos que solo el personal con el que cuenta MundoBSO con su capitán Conrado Xalabarder al frente puede ofrecer a día de hoy. Aquí podéis encontrarlos: https://www.mundobso.com/index.php

En la foto superior, BearMcCreary y un servidor.

jueves, 19 de septiembre de 2024

«Alimentos, para nuestra vida y nuestra salud», de Manuel Jesús Fernández Ostos



Mi compañero de niñez y adolescencia en el Colegio Argantonio (Cádiz), Manuel Jesús Fernández Ostos, nos ha reunido a varios de sus amigos más cercanos de aquella época para compartir con nosotros su primer libro, «Alimentos, para nuestra vida y nuestra salud», un estupendo trabajo de casi 350 páginas publicado bajo el prestigioso sello Editorial Círculo Rojo.

Hemos echado un ratito estupendo recordando (como otras veces) nuestras historias de aquellos tiempos, algunas muy peculiares y disparatadas, y todas ellas como base de lo que es nuestra sólida amistad tras tantos años.

«Alimentos, para nuestra vida y nuestra salud» es fruto de la formación y la trayectoria profesional de mi querido Manuel Jesús en los ámbitos de la hostelería, la restauración, la repostería y pastelería, la docencia y el conocimiento detallado de lo que comemos y bebemos.

¡Vaya libro tan necesario para estos tiempos se ha marcado mi amigo! Es una obra fundamental para saber lo que nuestro cuerpo requiere, el origen de muchos alimentos y lo bueno y la malo que nos pueden aportar, cómo llevar una dieta equilibrada y decenas de curiosidades entremezcladas con frases relacionadas con la alimentación pronunciadas por personalidades históricas relevantes.

En próximas semanas se podrá saber dónde se presentará o cómo adquirirlo, si tienes un especial interés no dudes en preguntarle en su perfil de facebook o en instagram. Yo me siento emocionado y orgulloso de mi amigo, y especialmente apabullado porque haya inmortalizado mi nombre en su libro cuando no lo merezco, porque yo solo le he animado a publicar este trabajazo. Pero mi amigo Manuel Jesús pone en valor una de las dos dedicatorias con las que inicia su libro, a cual más emocionante, y que dice textualmente lo siguiente: «A todas las personas que ayudan a los demás y a todos los que nos hacen la vida un poco más fácil». Mi dedicatoria personal, de su puño y letra, me la guardo ;-)

¡Enhorabuena, camarada Jesús!





lunes, 16 de septiembre de 2024

El llamativo caso de las tres películas finalistas para representar a España en los Oscar y el silencio sobre «El maestro que prometió el mar»



Os hablo en #UltimoEstreno de las tres películas finalistas para representar a España en los próximos Oscar.

«La estrella azul», un truño de proporciones considerables, está en Filmin y en Movistar+.

«Segundo premio», sobre algo tan interesante para los americanos como la vida y milagros de la banda española Los planetas, aunque ya sus creadores advierten en la cartelera de manera ambigua que no es una película sobre ellos, seguramente porque no iría a verla ni el propio Isaki Lacuesta. La puedes alquilar por cinco euros en Movistar+.

La que queda: «Marco», basada en la historia del caradura Enric Barco Batlle, el sindicalista que durante años fue contando la trola de haber sido víctima de los nazis en sus campos de concentración. Película que, por cierto, ya la hicieron en 2009 con el propio protagonista y se puede ver en Filmin, donde consta que la visionaron 679 espectadores (!) y recaudó tres mil setecientos euros (!!). Se estrena el 8 de noviembre. Las normas de la Academia norteamericana afirman explícitamente que son nominables a mejores películas extranjeras las estrenadas «no antes del 1 de noviembre de 2023 y no después del 30 de septiembre de 2024». Debe ser que su proyección en un festival cuenta como estreno.

Así que, con el mismo tino que tuvimos cuando nos decantamos por llevar a Hollywood «Montoyas y Tarantos» o «Quién maneja mi barca» a Eurovisión, tenemos una terna estupendísima… Mientras películas como «El maestro que prometió el mar», de la que innumerables medios no han parado de hablar en todo este año, se ha quedado fuera, a pesar del beneplácito general que se apreció en sus críticas y haberse dado a priori al menos por finalista en casi todas las quinielas. Han pasado casi dos semanas desde que fuera denostada y nadie se pregunta el porqué de esta patada a una bellísima película, multipremiada, que acaba de ser estrenada en países como Taiwán o Australia… Pero en #UltimoEstreno nos lo preguntamos, hablamos de ella y mantenemos el interrogante: ¿Qué ha pasado con «El maestro que prometió el mar»?

En este enlace tienes el reportaje-programa sobre todo esto: https://youtu.be/d5Y2CVN-LBg

domingo, 8 de septiembre de 2024

El mayor salón recreativo de Europa está en Sevilla: Arcade Planet



No sé si lo sabéis, pero el salón de máquinas recreativas más grande de Europa está en España, y más concretamente, en Sevilla.

Es probable que algunos frunzan el ceño, extrañados, porque crean que aquellos locales tan peculiares, llenos de pesados muebles con pantallas de tubo alrededor de los que formábamos corrillos con los ojos como platos, son cosas de un pasado lejano. Y no es así.

Arcadeplanet es el fruto de la pasión y el trabajo de cinco amantes de las recreativas que hace ya casi ocho años decidieron abrir un gran salón recreativo que, a día de hoy, y tras trasladar sus instalaciones de Dos Hermanas al barrio de Bellavista de la capital hispalense, mantienen una gran superficie de 2.000 metros cuadrados que alberga más de 250 máquinas.

Un lugar de ensueño, con la mejor vitola que puede tener para quienes destinamos cientos de monedas de cinco duros a aquellas 'Galaxian', 'Pacman', 'Crazy Climber' subiendo el edificio a dos mandos incordiados por macetas que caían sobre nuestra cabeza, el 'Phoenix' con su inolvidable banda sonora con guiño clásico o el 'Frogger' con la rana saltarina esquivando coches y aprovechando troncos.

Pero esta anecdótica lista de títulos es muy viejuna, como yo. Y Arcade Planet es un salón recreativo organizado extraordinariamente. Si en un pasillo con luz tenue puedes encontrar las máquinas más clásicas y siempre a la espera interminable de joyas restauradas que se van incorporando paulatinamente, en otra zona del local, a poco de entrar, se encuentran espectaculares recreativas de cabinas, con pantallas al estilo cinerama de proyectores de calidad, otras con efectos de vibraciones, ráfagas de aire, sillones que se mueven y todo un compendio de máquinas con las disfrutamos de un espectáculo audiovisual interactivo a veces cercano a la narrativa cinematográfica. Es la zona de las 'House of the Dead', 'The Lost World', la 'Salior Zombi' que además es la única que puedes encontrar en Europa... Una parcela donde están las Sega, Namco, Taito, tan distintas a las del 'pasillo viejuno' con sus perlas de Atari, Namco o Williams. Y en otras zonas, las máquinas para los más frikis del anime, o simuladores de carreras de coches, motos... ¡Un paraíso muy bien distribuido!

Se echa en falta producto patrio, aquellas versiones españolas que Recreativos Franco hizo con 'Pacuman', 'Scramble', 'Galaxian', alguna Petaco o las que Inder comercializó de la marca japonesa Universal, como 'Space Panic', 'Magical Spot' o 'Cosmic Alien', cuyos muebles dedicados fueron verdaderas maravillas de diseño (los españoles eran más bonitos que los fabricados en otros países) pero que hoy día son casi imposibles de encontrar y las pocas unidades que quedan están manos de coleccionistas que no las sueltan ni por todo el oro del mundo.

Pero ojo, que he dicho "casi" imposibles. Aquí un servidor visitó Arcade Planet ataviado con camiseta de diseño propio de la 'Cosmic Alien' y nada más llegar, Juan Diego, que es el responsable de Arcade Planet que recibe a los visitantes con una estupenda simpatía explicándoles el lugar donde están, se fijó en ella y me dijo "vente conmigo". Allá fuimos mi amigo David Gómez y yo y gracias a Juan visitamos 'el otro lado' de Arcade Planet: los talleres de reparación o los almacenes donde decenas de recreativas aguardan ser puestas a punto para continuar incrementando la oferta lúdica del salón. Subimos y bajamos escaleras, vimos pantallas guardadas, placas de juegos, soldadores, cajas repletas de piezas... y un almacén donde, en una esquina, tras otras máquinas, Juan nos mostró una 'Cosmic Alien' original. Lo hizo con la ilusión de un niño y yo la vi con el entusiasmo de alguien emocionado con su juguete favorito desde pequeño. "¡Pues esta nos la ha regalado una persona de Cádiz!", me cuenta allí, in situ, mientras me costaba articular palabra. "Nos la ha dado con la única condición de que jamás se venda", me cuenta Juan. No sé si me lo dijo como advertencia para que no insistiera porque me vio capaz de tenerla vendiendo mi alma al mismísimo diablo dibujado en el bezel de la recreativa de la que estamos hablando. Vio mi semblante y me dijo: "Pero no te preocupes, en un par de meses podrás disfrutar de ella, en cuanto la reparemos". Y tras una última vuelta al taller, nos adentramos en lo que todo el mundo ve, y disfrutamos de Arcade Planet durante cuatro horas.

Le he comentado a Juan Diego que quiero grabar un videorreportaje para #UltimoEstreno sobre el sueño que han hecho realidad, cómo han llegado hasta aquí, de dónde puñetas traen las máquinas, cómo las trasladan hasta Sevilla y el proceso de restauración, basándonos en los trabajos que vayan realizándole a la 'Cosmic Alien', que necesita un buen puñado de horas para dejarla como merece. Se ha escrito y hablado de Arcade Planet en algunos medios en estos años, pero en #UltimoEstreno vamos a contarlo TODO. Y mostrar TODO. Lo que Juan y su equipo nos deje, claro, que será mucho.

Tenemos un estupendo trabajo por delante en estos meses. Te ha caído una buena, Juan. Hablamos muy pronto ;-)

web oficial de Arcade Planet: www.arcadeplanet.es










viernes, 6 de septiembre de 2024

El ZXSpectrum reaparece con gran expectación 42 años después de su creación gracias a su emulador más fiel: «The Spectrum»



Durante los años posteriores a su aparición en el mercado en Reino Unido (abril de 1982), se vendieron alrededor de cinco millones de unidades.

En agosto de 1983, cuando apenas llevaba algunos meses en las tiendas de los principales países europeos, medio millón de hogares contaban con un ZX Spectrum. La demanda pulverizó las matemáticas cuando llegaron a fabricarse 400 máquinas por día.

El invento de Sir Clive Sinclair transformó la vida de millones de adolescentes. Algunos quisieron ser informáticos, otros solo jugadores. Y muchos de ellos lo siguen siendo, una cosa u otra, 42 años después.

Ha pasado medio siglo y el mundo ha cambiado como no podíamos imaginar. Pero con esos datos, con casi una decena de modelos sucesores que han ido incorporando mejoras a lo largo de cuatro décadas, con más de 20.000 juegos publicados para 48K y 128K y con empresas y particulares que siguen fabricando software para él... ¿ALGUIEN PENSÓ QUE NO IBA A APARECER 'LA RÉPLICA DEFINITIVA' QUE NOS DEVUELVE A LOS ORÍGENES?

Retro Games Ltd. acaba de anunciar que el 22 de noviembre de 2024 ha sido el día elegido para la aparición de «The Spectrum», la máquina más fiel a nuestro «gomas» de inicios de los ochenta. Su apariencia es prácticamente idéntica (estilo de carcasa, teclado, fuentes de letras, colores, tamaño, etc.) y en su parte trasera, donde en el original solo aparecía las rudimentarias conexiones Mic-Ear, TV y 9V de corriente, surgen cuatro puertos USB para cargar juegos y conectar periféricos y HDMI para pantalla. Hay muchas más novedades, 48 juegos preinstalados -muchos de ellos de la época dorada de este ordenador- y la posibilidad de reservarlo YA por solo 15 euros y pagar el resto hasta 99,99 euros cuando llegue la ansiada fecha, incluso en doce meses en alguno de los tres portales en los que venden «The Spectrum» en España.

En estos últimos tres días se está hablando mucho de esto, hay mucho vídeo por ahí... pero pocos como el nuevo videorreportaje subido al canal #UltimoEstreno donde no solo os hablo de esta nueva máquina, sino de unos tiempos pasados, hace 40 años, de los que recuperaremos sensaciones gracias a Retrogames. Muy agradecido a esta firma.

Ahí va el vídeo. No os lo perdáis y mucho menos si queréis comprar esta preciosidad que esperábamos muchos desde hace tiempo y algunos compatibilizaremos en casa con nuestros Spectrum originales: https://youtu.be/P0V3njDwGUw?si=4dnNTMpH74U--bZk





lunes, 2 de septiembre de 2024

Ajedrez


Hace unos días me obstiné en jugarle una partida de ajedrez al mar. Disfrutaba de suficiente visión de un tablero irregular y resbaladizo y contaba con un peón blanco para atacar. Justo cuando iba a mover, mi única pieza decidió cobrar vida, se giró hacia la derecha y salió de la escena sorteando por sí sola los embates del oponente. Entonces aquel reto dejó de tener sentido y concluimos en tablas por decisión unánime. 

Desconozco si esa señora me libró de un jaque mate seguro frente a aquella inmensidad. A veces te libras de la derrota sin quererlo porque alguien decide inconscientemente por ti. Si sucede aisladamente, es astucia. Si lo practicas como norma, es cobardía. Jamás te contagies de ella.

Fotografía: JCFM

lunes, 19 de agosto de 2024

Las cosas han cambiado


Sí, han cambiado las cosas. Y mucho. Con un ejemplo puedo demostrarlo.

En agosto de 1998, hace ahora nada menos que 26 años, cumplía con aquel ritual que suponía recibir por Correo los paquetes con las bandas sonoras que pedía a las poquísimas distribuidoras especializadas que existían por entonces o a los países de origen donde se editaban los discos.

Bastantes cientos de BSO, durante años, a costa de mi bolsillo desangrado con muchísimo gusto, llegaron a mi centro de trabajo por entonces (era absurdo poner mi domicilio, porque nunca estaba allí) e inmediatamente abría, nervioso, el paquete que contenía un material que solo podía escuchar la audiencia de #UltimoEstreno en los tiempos de la radio.

Fijaos en un detalle en la factura de este paquete, en concreto con dos grandísimas bandas sonoras: «Mulan» llegó a España el 20 de noviembre de 1998 y «Salvar al soldado Ryan» el 18 de septiembre. La película de Disney se estrenó en Estados Unidos el 5 de junio y la de Spielberg el 24 de julio. Ambos compactos llegaron a mis manos el 5 de agosto, es decir, mucho tiempo antes de que se pudieran oír en la película y ya no digamos en un disco si alguien pretendía buscarlo por cauces habituales.

Te gastabas una pasta, pero era como si los Reyes Magos llegaran cada quincena, cada mes. Así se formó poco a poco mi leonera, durante muchos años, un patrimonio que está ahí. Alguno que otro también tiene que tener algo de él, aunque falsuno y copieteado, porque tras el sangrado del bolsillo llegaba el de algún que otro advenedizo. Las cosas de ser uno un ingenuo, por no decir un carajote. Tampoco todo era tan malo en este sentido. Había con quienes se producían compras en común, intercambios, un quid pro quo del que nos beneficiamos mientras aprendíamos mutuamente. Eran los menos de tanta gente que pasó colaborando en el programa. Dos o tres de nada menos que una veintena que tuvieron un micrófono delante durante tantos años. Ellos saben quiénes son. Los malos, que jamás agradecieron nada, y los buenos.

A lo que íbamos: nada podrá igualar aquel placer. Ahora pinchas en YouTube y te bajas lo que quieras. De esto no está libre nadie, ni por supuesto yo. Pero el inconfundible olor del papel del libreto del CD, tan similar a aquellos libros de texto que absorbíamos por la nariz en las vísperas del inicio del colegio; o de la funda del disco de vinilo; o las sensaciones de la primera vez que lo pinchabas aquellas noches de miles de oyentes pendientes de lo último de Alan Menken o, en este caso, Jerry Goldsmith, CINCO MESES antes de que se pudiera oír en España, con el hermético silencio en el estudio durante la emisión del tema principal aguardando las reacciones de la gente... Eso no me lo quita nadie. «Ahora existe internet y ya no hay lugar a mi memoria», dijo en su día Carlos Pumares, pronunciando una de las frases más bonitas que he oído en los últimos tiempos, de boca de quien tuvo la culpa de mi amor por el cine.

Ya apenas compro discos. Si lo hago suelen ser bandas sonoras de épocas pasadas que aún no tengo o muy aisladamente algo actual que me resulte enorme. Fijaos si hace tiempo que lo último fue «Los anillos de poder» de Bear McCreary, y ahora estoy esperando la segunda parte. Desconozco si soy muy selectivo, o me he quedado obsoleto, o tengo otras prioridades económicas. Lo que sí tengo claro es que no echo de menos compartirlo con el resto de la humanidad.

Algunos pueden decir que cómo es posible no comprar bandas sonoras y escribir un libro o artículos sobre música de cine, pero no debemos olvidar que las bandas sonoras se deben a la imagen, y las escuchas aisladas, por mucho que no nos lo creamos, son SECUNDARIAS con respecto al cometido que tiene una banda sonora. Por lo tanto, no es correcto analizar la música de cine sin ver la película en cuestión. Y en ese ámbito, queridos, sigo pegado a una pantalla, visionando todo lo posible mientras, como titulaba el grandísimo Fritz Lang, Nueva York duerme.

sábado, 17 de agosto de 2024

«Alien: Romulus». Los goonies en el espacio en un ejercicio de amor 45 años después


Vuelvo a sentenciarlo, a costa de ser quemado nuevamente en plaza pública:
no me gusta «Aliens», de James Cameron. No estoy hablando desde su impecable perspectiva, podríamos llamar, artística y técnica. La secuela de 1986 acabó con el concepto monoteísta de un ser supremo y hostil como ninguno que Ash describió EN SINGULAR en su exposición de motivos antes de que Parker arrasara con la parte del cuerpo que quedaba de él. «Admiro su pureza. Es UN superviviente al que no afectan la conciencia, los remordimientos ni las fantasías de moralidad». Fue tal la presentación del personaje que resultó muy chocante que posteriormente se devaluara uno de los seres implacables más extraordinarios de la historia del cine para multiplicarlo y convertir aquello en una lucha de marines contra bichos. Todo lo que vino después fue perdiendo interés guionístico ante infinitas vueltas de tuerca y la devaluación que aquel politeísmo recurrente provocó sin respeto alguno al origen.

Partiendo de esa base, llega «Alien: Romulus». Pero no, la película de Fede Álvarez NO ES UNA SECUELA, sino una versión de la original de Ridley Scott. No nos confundamos. Cuando «Alien» se estrenaba en los cines en 1979, Álvarez tenía un año de edad. No pudo ver la obra maestra de Scott en las salas y estoy convencido que ha vivido toda su vida y ha plasmado en su cine las referencias de aquel grandioso filme que a saber cuándo le impactó por vez primera y a qué edad. Y el cineasta uruguayo no ha querido seguir la saga porque lo que estoy convencido es de que ha preferido hacer su «Alien» como homenaje a una de sus películas de cabecera.

Y entonces surge un bonito homenaje, un «Romulus» cargado de guiños para carrozas monoteístas como yo, en el que regresa una tripulación sacrificable (¡qué digo, vuelve Ash y sus advertencias con mayor protagonismo!), los mismos sonidos setenteros de las computadoras del futuro, la magistral banda sonora de Jerry Goldsmith a modo de homenaje para hilvanar lo nuevo con hilo antiguo pero inmortal. Aquellas notas etéreas que nos hacían flotar en el Nostromo mientras Scott nos mostraba un asombroso vals visual del despertar de los siete pilares del mundo (cada cual más dispar), enfrentándose al diablo supremo, que insisto, era uno, como corresponde al antagonista del Dios bueno, para equilibrar la existencia del ser humano, la naturaleza. La vida, en definitiva. El ying y el yang, que se dice en el taoísmo.

«Alien: Romulus» es un deleite para nostálgicos, aunque cincuenta años después se estén volviendo a hacer las mismas películas. Ya ni secuelas, sino las mismas. Es el signo de los tiempos. Y este «Romulus» se disfruta a pesar de la inverosimilitud de sustituir a una tripulación cualificada originaria por un grupo de goonies espaciales. Es, también, el marchamo de una sociedad que hay que identificar a toda costa con la pantalla.

Ya tienes la videocrítica de «Alien: Romulus» en el canal #UltimoEstreno de YouTube en este enlace. Siéntate con tranquilidad y disfrútala: https://youtu.be/l11POim0jl8

jueves, 15 de agosto de 2024

Cuarenta y cinco años de la 'avanzadilla' del equipo de rodaje de Verano Azul


Hace ahora 45 años, concretamente el 13 de agosto de 1979, llegaban a Nerja los cuatro primeros componentes del equipo de rodaje de
#veranoazul, con el objetivo de tener todo dispuesto una semana después y Antonio Mercero iniciar la grabación el 21 de agosto, como así sucedió.

Tras meses de búsqueda de localizaciones y elegirse Nerja, Fernando Quejido, ayudante de producción; Juanjo Sánchez Vila, auxiliar de producción; Germán Quejido, regidor, y Diego, conductor, conformaron la 'avanzadilla' del rodaje de Verano Azul. "Para mí es muy entrañable recordar aquellos momentos", afirma Juanjo Sánchez, que acaba de finalizar un libro que ha escrito sobre la serie y los entresijos de su rodaje y que ya ha entrado en imprenta.

En la foto, Juanjo Sánchez está a la izquierda con bigote y ataviado con camiseta amarilla.

martes, 13 de agosto de 2024

«La trampa», de Michael N. Shyamalan



Regresa Shyamalan a los cines con «La trampa», una película con una solvente primera parte en la que el director va introduciendo al espectador en los acontecimientos con tal habilidad que, sin suceder más allá de un concierto para adolescentes y un gradual conocimiento del personaje psicótico, nos mantiene en la butaca sin pestañear.

El director de «El protegido» se vuelve a mostrar como pez en el agua rodando espacios multitudinarios, marchando de un lado a otro pero con pulcritud clásica, descubriéndonos elementos u objetos importantes para el guión con movimientos de cámara hacia abajo, a un lado, sin ostentosidad, e inquieta al espectador con el convencionalismo que supone el cerco a un asesino, pero manejando los tiempos admirablemente. Otros lances son los que acontecen cuando el filme da paso a una vulgar persecución del protagonista, con policías estereotipados y situaciones inverosímiles que le benefician en sus chirriantes escapatorias del cerco de los agentes y el ramalazo hitchcockiano de andar por casa con fantasma de madre incluida que atormenta a su perturbado hijo en apariciones que suceden cuando al guión le conviene y no cuando hay que darle credibilidad a la película para que el espectador no termine cabreado.

En realidad lo que sucede es que, cuando nos sentamos a ver una película, nos predisponemos a vivir el género que se nos anuncia. Por eso nos creemos las disparatadas peripecias de James Bond o disfrutamos con Indiana Jones y sus amigos cayendo al vacío desde un avión en un bote hinchable. Pero la pregunta es –desde el principio de los tiempos- en qué género enmarcamos las películas de un tipo que ha hecho «El sexto sentido», «Señales», «El bosque» o «Tiempo». Su versatilidad sinóptica lo encumbra tanto como lo condena.

Yo me he divertido porque creo que Shyamalan, con «La trampa», también. Sin alardes filosóficos, sino con piruetas guionísticas no muy serias. Sin lo que le aportaba James Newton Howard con su música, pero con canciones pop tan livianas como la película. Y lo ha hecho siendo consciente de ello. No hay más, ni siquiera la pretenciosidad que mostraba en algunos de los títulos con los que carga en su irregular mochila. Y si encima hace calor en la calle y en el cine se está fresquito, pues mejor que mejor.

Ya tenéis la videocrítica de #LaTrampa en el canal #ultimoestreno en este enlace: https://youtu.be/XIXfe7pPxzI?si=u5XctdurEytzpZBb

domingo, 28 de julio de 2024

Juegos olímpicos de los años 1985 y 1985 para ZX Spectrum


Entre los años 1984 y 1985, la edad de oro del software que se programa para el ZX Spectrum, aparecen numerosos juegos relacionados con las Olimpiadas. En 1984 se habían celebrado los JJOO en Los Ángeles y se aprovechó la circunstancia para que comenzaran a proliferar los juegos deportivos y experimentar con sustanciales mejoras en gráficos y manejo de los controles en el famoso 48K de la época.

Este vídeo hace un rápido repaso por cinco de estos juegos, los más llamativos, desde el popular Daley Thompson's Decathlon de Ocean (uno de los primeros juegos en emplear el sistema turbo anticopy en su carga) hasta la apuesta española en este ámbito, cuando los chicos de la conocida Dinamic sacaron al mercado el Video Olimpic, en el que podemos encontrar cosas tan curiosas como publicidad subliminal en la que no falta la polémica, como anuncios en las vallas de los estadios de Coca-Cola en los que leemos en realidad a mucha velocidad 'Cocaína'.

La mayoría de los juegos, en mayor o menor medida afortunados en desarrollo y gráficos, consistían en disputar una serie de pruebas que había que ir superando para pasar a otras disciplinas. Natación, salto de obstáculos, atletismo, tiro con arco, tiro al plato, salto de altura... Auténticos motivos para destrozar los teclados de goma de nuestras queridas máquinas o los joysticks de la época.