
Una persona acude por vez primera a un templo, contempla su hermosura y se detiene ante una imagen que le llama poderosamente la atención. ¿Hasta dónde puede llegar esa atracción para hacerle regresar con un presente? Es improbable que eso suceda aunque con esta afirmación cercenemos una parte de la fe, la verdaderamente naciente del 'no-motivo'. La rosa a los pies de una escultura es más probable que sea fruto de la relación existente entre el fiel y la imagen, causada en numerosas ocasiones por una tradición familiar o costumbre, compatibles eso sí con la fe tal como la conocemos, aunque no siempre al derivar en ocasiones en el costumbrismo, el mismo que sirve para correr anualmente en los sanfermines, ir de vacaciones al mismo lugar o salir en una agrupación de carnaval. ¿Qué tipo de fe existe en esas actuaciones?
La rosa es, probablemente, producto de un quid pro quo. El ofreciente rezó y se cumplió lo que pidió, o espera respuesta y ofrece. ¿Por temor a que su petición no llegue a buen puerto o motu propio sin 'contrato' en el acto de fe? Si el ofreciente no hubiera salido beneficiado de su petición a la divinidad, ¿hubiese puesto la flor a los pies de la imagen? Si no lo hace, se confirma el 'contrato' de intereses. Si lo hace, podría ser acusado de borreguismo o de conformismo, de ignorancia o de tribalismo. Pero en realidad es muy poco probable que ello suceda.
¿Y si el ofreciente pide y para que su plegaria se cumpla sufren terceros? Una mujer pide a Dios su intercesión para que regrese el hombre al que ama, perdido por una grave disputa. Pero la mujer desconoce que el hombre mantiene una relación con otra mujer comenzada poco después de olvidar la anterior. Ella ruega con todas sus fuerzas y deja en manos de su intermediario en la fe -es decir, la advocación a la que le reza- la solución a su conflicto, que jamás llegará porque se ha hecho 'justicia' con el hombre, que vive feliz con su nueva pareja. La peticionaria tampoco sabe que su ex pareja vive en estado de gracia. De manera que ella terminará por no comprender los hechos que pasan necesariamente por enterrar para siempre aquella relación. ¿La incomprensión de lo que sucede alrededor provocará un duro golpe a la fe....o al 'contrato'? ¿O en realidad conforman para ella la misma cosa, el mismo concepto?
Un hombre deposita una rosa a los pies de una imagen tras 'serle concedida' la recuperación de un hijo extremadamente enfermo. A los escasos días de la ofrenda, su pequeño empeora y pocas horas después fallece. La explicación a lo sucedido la buscará el afectado desde la frialdad si pregunta en qué ordenamiento armónico de acontecimientos cabe la muerte de su hijo, es decir, qué ha sucedido en varios días que marquen el futuro para que realmente sea mejor que muera esa persona en lugar de recuperarlo desde la deidad. Porque tampoco se explica para qué el tiempo perdido y cruel durante el que se dio pie a la esperanza incluso consolidada. ¿Ese padre es masoquista si piensa que la muerte de su hijo tiene sentido en un puzzle que desconoce? Si se rebela contra lo sucedido y reniega de su dádiva, ¿puede temer otro castigo futuro por 'incumplimiento de contrato'? Y en el caso de que se olvide de que alguna vez había firmado con la fe, ¿se sucederán los hechos para que obtenga su justo castigo al ignorar a Dios? Si no lo recibe, ¿para qué sirvieron los terceros contratos, los del resto de creyentes?
Un escritor concursa en un certamen literario premiado con 5.000 euros. Cristiano confeso, le promete a 'su' imagen que, en el caso de ganar el premio, la mitad lo empleará en obras de caridad para los necesitados de la feligresía de la parroquia. Cree firmar el 'contrato' y se va confiado -que no convencido, porque ello sería vanidad- a aguardar el veredicto. Su trabajo es tan bueno que es probable que gane. Finalmente, gana otro participante, un escritor conocido del pueblo con tres amigos en el jurado. ¿Se ha cometido injusticia no sólo con el trabajo del perdedor, sino con las decenas de pobres que podían haberse beneficiado durante un tiempo con 2.500 euros? Obviamente, la situación no sostendría el debate si el concursante relegado en el certamen no mostrara excelentes actitudes literarias. ¿Es entonces motivo suficiente como para pensar que la ofrenda no sirvió de nada, o el perdedor espera a otro concurso cinco veces más sustancioso en premios y será entonces el ganador para repartir más dinero entre los necesitados? Si jamás gana un concurso, ¿qué se le pasó por la cabeza a la deidad para no beneficiar al escritor y con él a la comunidad?