jueves, 14 de agosto de 2025

«Parque Jurásico» en concierto y proyección sincronizada de la película en Sevilla


Ya han salido a la venta las entradas para «Parque Jurásico en concierto», el espectáculo que ofrecerá la
Real Orquesta Sinfónica de Sevilla los días 22 y 23 de enero de 2026 con la interpretación de la banda sonora original de la película #parquejurasico sincronizada con la proyección del filme en pantalla grande, un formato que la ROSS ya puso en marcha los pasados 28 de febrero y 1 de marzo con «El señor de los anillos» y que fue todo un acontecimiento. Podéis ver aquí el resumen que realicé en #UltimoEstreno: https://www.youtube.com/watch?v=KeSmbkQcXWE

Las entradas tienen un precio que oscilan entre los 71,50 euros y los 27,50 euros en el auditorio de Fibes Sevilla.
Aquí tenéis toda la información y en breve, como siempre, os iré contando detalles en #UltimoEstreno:
https://www.fibestickets.es/espectaculo/jurassic-park-in-concert-(vose)/JURASSICPARK25

sábado, 9 de agosto de 2025

Sin nostalgia



No, este grupo que se reúne una vez al año, en verano, no está formado por gente nostálgica. Ser nostálgico significaría desear volver a ser niños, cuarenta y tantos años atrás, cuando diariamente íbamos al colegio para echar muchas horas al día juntos. Y no, nadie de quienes fuimos de las generaciones nacidas en 1969 y 1970 queremos regresar en el tiempo ni en costumbres. Es tan bonito comprobar que, a pesar de los embates que da la vida, cada uno ha luchado por la suya con el éxito suficiente como para ser medianamente feliz, que salir adelante ya es un logro en este mundo cada vez más absurdo.

Pero sería muy ingrato no recordar con cariño ni celebrar que una vez fuimos chiquillos, que vivimos experiencias maravillosas que poco a poco nos forjaron para llegar a ser lo que somos hoy. Que hubo paredes, que aún existen, que nos oyeron nuestras risas y llantos, nuestras primeras lecciones expuestas a los profesores. Que hubo, y hay, un patio donde aprendimos a jugar al fútbol. Que descubrimos nuestra timidez en los pasillos cruzándonos con las niñas en grupo. Que cambiábamos cromos del álbum de Mazinger Z que tengo conservado en una estantería de mi despacho, por lo que lo adivino con mis ojos diariamente entre libros y objetos. Que mis cintas piratas de juegos de ZX Spectrum rulaban de mano en mano entre la gente de la clase a la que nos habían comprado el cacharrito y también siguen teniendo su lugar en mi hogar. Que aprendimos a movernos por un barrio, a entusiasmarnos con los escaparates de las tiendas de golosinas y los bares de las recreativas porque durante años cumplimos el ritual de ir desde nuestra casa al colegio y viceversa.

Todo eso, y muchísimo más, se recuerda hoy en un grupo cuya bulliciosa conversación salta, repentinamente, de un divertido chiste sobre un profesor de la época a los calentamientos de cabeza que puedan darte los hijos o la obligatoriedad de ir a hacer ejercicio diariamente porque los cuerpos ya están estropeados.

No querer rendir el homenaje que se merecen todo lo que te hizo persona y quienes iban haciéndose a la vez que tú es injusto, sobre todo con uno mismo. Por eso no queremos caer en el error y cada verano se cumple el milagro del reencuentro. A veces con más gente, otras con menos, porque cuadrar a tantos en un mismo día es muy complicado. Pero ahí estamos. Anoche, en una nueva cena. Es la quinta. Cinco años ya. Y estaremos, el año que viene, volviendo a recordar lo que nos hizo lo que somos, dando la bienvenida y el abrazo a quienes quedan aún por incorporarse y que seguramente sonreirán viendo estas fotos, motivo suficiente para no olvidar aquella máxima de Marco Valerio Marcial: «Poder disfrutar de los recuerdos de la vida es vivir dos veces».





 






martes, 5 de agosto de 2025

«Cosmic Alien»- La historia de un juego clásico y cómo llegué a él


A mí las salas de cine me han dado cosas bonitas, y no solo películas.

A pocos metros de mi casa donde viví de niño, en una misma calle, existían dos cines, uno de ellos de verano (El Cine España), que era el de mayor capacidad de espectadores de todo Cádiz, y el Cine Gaditano. Este último ocupaba la esquina de Ciudad de Santander con Brunete, fue inaugurado en 1965 y era uno de aquellos cines de flamantes cortinas onduladas de pesada tela roja, con un amplio vestíbulo y un bar.



Fue allí donde por vez primera tuve contacto a solas con una máquina recreativa, en 1980. Yo tenía 11 años. Acompañado ya lo había hecho, porque casi enfrente de otro cine que se encontraba en la Avenida del Cádiz más moderno, también a apenas diez minutos de mi casa, se hallaba la Pastelería La Camelia, famosa por sus riquísimos y variados dulces. Los domingos por la mañana incluian una visita obligada a La Camelia para endulzar las tardes de la jornada dominical. Frente al infinito expositor de aquellos manjares se ubicaba un extraño mueble rectangular con una pantalla a modo de televisor, en blanco y negro, que mostraba dos cortas líneas verticales en cada extremo, un pequeño cuadrado a modo de pelota (!) que recorría el monitor de manera imprevisible y un gran marcador en la parte superior en que se leían dos números separados por un guión: «15-0». En la parte superior de aquella enigmática cosa, que contaba con una delgada rendija para introducir monedas de cinco pesetas, se podía leer: «Pong». Era el nombre del primer videojuego que conocí y quizás el primero que llegó a Cádiz. Después de comprar los dulces, mi padre y yo jugábamos una partida a aquel improvisado tenis cuyo único y lacónico sonido de 'los palos' que nos representaban como jugadores cuando tocábamos la pelotita cuadrada (!!) se me quedó grabado para toda la vida. Entonces empecé a estar más pendiente del Pong en las mañanas de domingo que de los milhojas y los palos de nata, y ahí comenzó todo.



Hablaba del Cine Gaditano. Ahí, un día, de esos frecuentes de sesión peliculera, entré en el hall, al que le hicieron una pequeña reformar para ubicar un bar, y me encontré con otro mueble de recreativa. Fijé mi mirada en aquella máquina, tan sofisticada en comparación con el Pong de La Camelia. Era tan multicolor, con luces que iluminaban sus paneles, unos preciosos dibujos alrededor de su pantalla inclinada, donde ya se podían adivinar motivos cromáticos, y unos laterales con grandes figuras terroríficas y escorzadas que lanzaban bolas de fuego con mirada amenazadora. En su marquesina delantera, arriba, se podía leer: «Cosmic Alien». Y me enamoré de aquel curioso mueble recién llegado y que, durante los meses posteriores, comenzó a verse en otros locales públicos. Y empezaron a abrirse los salones recreativos. Y a la Cosmic Alien se sumaron Galaxian, Pacman, Scramble, Rally X, Moon Cresta, Crazy Climber... Recreativas con muebles de formas distintas, dibujos variopintos, objetivos de juego dispares. Comenzabas a guardar monedas, sacrificar Bonys de Bimbo para sumar de cinco en cinco duros y a visitar sitios impropios para niños de doce años sin contárselo a tus padres. Pero aquello era imparable, porque no era un hecho aislado de un chaval. Las recreativas comenzaron a formar parte indisoluble del ocio de varias generaciones y, a pesar de la demonización que de ellas practicaron los sectores más reacios a esta nueva manera de divertirse, los niños que jugábamos comenzamos a desarrollar nuestros reflejos y capacidades mentales y motrices gracias a saltar barriles que Kong nos arrojaba antes de rescatar a la princesa, a afinar los disparos a naves enemigas en el Space Invaders o incluso aprender a conducir de noche y con aceite en el suelo gracias a la Speed Race CL5. Por no decir las habilidades escapatorias de cuatro fantasmas que se mantenían impenitentes en el objetivo de que no completaras pantallas comiendo puntos conduciendo un comecocos por un laberinto.

Yo hice recorridos exhaustivos por mi barrio para tener marcados los bares con recreativas y los salones. La calle del Cine Gaditano era una milla de oro. A la Cosmic Alien se sumaban la Lunar Rescue y el Pacman (hubo locales de restauración incluso con varias máquinas a la vez) en el Bar Los Ángeles, hoy llamado El montañés. En la acera de enfrente, el pasaje peatonal María del Carmen González, pródigo en comercios y ahora desgraciadamente con bastantes signos de abandono, en donde se ubicaba el bar 'de Felipe' con dos o tres máquinas más. Allí llegaron también las recreativas de tipo B o popularmente llamadas 'tragaperras', que esas sí que arruinaron a más de uno y curiosamente adultos, no niños, que éramos más de matar marcianos. La calle del cine culminaba casi en la esquina con la Avenida López Pinto (hoy de Andalucía) con un amplio local en el que se encontraban más de medio centenar de máquinas: «Recreativos Santander», rezaba un cartel a la entrada, en referencia al nombre de la calle: Ciudad de Santander. Frente a él un bar pequeño, hoy inexistente, que creo recordar alojaba una tragaperras de reducido tamaño. Allí no cabía un mueble de aquellos como el de Cosmic Alien, de 1,70 metros de altura, 0,64 metros de ancho, 0,80 metros de profundidad y un peso cercano a los cien kilos. 

Una poco más hacia el interior del barrio llamado popularmente del Avecrem se encontraba la calle Tolosa Latour. Allí, el trasiego de niños era continuo, a veces ensordecedor para los vecinos más próximos al Colegio Argantonio, mi centro escolar de pequeño. El bar y cafetería Los Lunares era punto de encuentro neurálgico de padres y madres... y de nosotros uniformados desde una hora antes de comenzar las clases vespertinas. En este local de coqueto tamaño, que aún permanece en activo y sirve estupendas tapas, llegaron a ubicarse dos máquinas a la vez, compaginándose las de tipo A (de juegos arcade) y de tipo B. En las de «matamarcianos» recuerdo Pacman un tiempo y luego Defender. Antes de entrar en clase a las cuatro de la tarde, el bar era un hervidero de niños, maletas amontonadas en la cristalera del local, sonidos electrónicos, gritos de júbilo por pasar de fases, humo de tabaco mezclado con los olores del café, de goma de borrar y perfumes para todas las edades... Hoy esto es absolutamente impensable.

Ha pasado casi medio siglo de todo aquello. Las calles Ciudad de Santander, General García Escámez, Brunete, García de Sola, Tolosa Latour, etc. perdieron la intensa vida ciudadana de los años setenta y ochenta. La zona se vio despojada de sus dos cines, del pabellón polideportivo Portillo que tantos chavales visitaban y que, a día de hoy, no se ha reconstruido, mientras en su lugar se erige un solar abandonado. El mercado de San Severiano se trasladó, la oficina de Unicaja cerró, el salón recreativo dejó de existir por el ocaso de las recreativas y los colegios sufren el acusado descenso de natalidad en una ciudad maravillosa, pero con un suelo y vivienda carísima y un acuciante éxodo de gaditanos capitalinos a otros municipios de la provincia. No obstante, el barrio del Avecrem sigue luchando por mantener sus tiendas, lo que le han dejado de vida y recuperar un esplendor que yo viví en primera persona. Cuando me lo permite mi poco tiempo libre, me escapo a pasear por sus calles, rememorando mi itinerario ritual diario desde mi casa al colegio. Una mueca de tristeza aflora en mi rostro cuando recuerdo a Narciso y su ultramarino, Pedro y su tienda de ropa 'Fenicia', y trato de que mi semblante se torne más feliz cuando aún veo que el kiosko de Amparo sigue vendiendo flores, mi peluquería continúa cortando el pelo aunque sea por encargo y Maruja aún ofrece sus manojos de lana para hacer jerseys.

Decía que la Cosmic Alien del Cine Gaditano fue a la primera máquina que me enfrenté en solitario, que en realidad era el objetivo de este artículo aunque no lo parezca. Porque cuando la descubrí, en los días posteriores me atreví a entrar en el cine en solitario, sin compañía familiar, y colocarme frente a ella cual John Wayne ante un sioux. Miré de reojo varias veces, porque realmente los menores no podíamos entrar en los bares aunque no consumiéramos nada. De hecho, en aquellas peregrinaciones en la capital gaditana y los fines de semana con mis amigos de San Fernando, trazando el mapa de localizaciones de lugares con recreativas (ríase usted de mapas de juegos posteriores) más de una vez fuimos invitados a abandonar algunos bares cuyos tipos tras el mostrador no eran muy amigos de que los mocosos ocupáramos el local matando marcianos. Solían echarnos con desdén, con una interjección bastante desagradable: «¡¡Eeehhh!! Amos pa fuera», y salíamos cabizbajos. Ya sabíamos, marcando en nuestra particular libreta, que allí no se podía jugar. Eran los menos, realmente. Pesaban más los pingües beneficios que íbamos a dejar en las recreativas que la presumible moral que evitaba que unos aspirantes a adolescentes estuvieron en un lugar donde se bebía. 

En el Cine Gaditano se entraba sin problemas. Me refiero a su hall, podías pasar sin ir antes a la taquilla. Comenzó entonces mi idilio con Cosmic Alien. Tenía localizada esta máquina en todos los sitios donde estaba en Cádiz y en San Fernando, donde en su centro neurálgico, en la popular marisquería que se ubicaba en la Plaza de la Iglesia, hubo una ejemplar durante varios años. Después la cambiaron por una Vanguard, un juego de naves espaciales con voz incluida que llamaba mucho la atención. La Cosmic Alien también se encontraba en la calle San Rafael, en un bar esquina con la calle Bonifaz. Metros antes, el bar Casa Facio contaba con una Galaxian, y más allá, el bar Las Siete Puertas con una Pacuman (Pacman distribuida por la empresa española Recreativos Franco) después manipulada con un botón para darle velocidad al comecocos. Y así podríamos seguir hasta que en 1983 llegó a casa el ZX Spectrum y comenzó la informática doméstica. Pero eso ya es otra historia.

Ahora, cuarenta y tantos años después, llega hasta nuestras manos una joya de los arcades clásicos. En 1979, la compañía japonesa Universal había lanzado Cosmic Alien. En España, los juegos de Universal fueron distribuidos por la empresa Inder SA, siendo los más recordados los aparecidos en los primeros años de la década de los ochenta, como Galaxy Wars, Magical Spot (1 y 2), Space Panic, Mr. Do!, Cosmic Guerrilla...

Sin duda, el de mayor éxito fue Cosmic Alien. Inder tuvo sus propios diseños y perfiles de trazos de los muebles de sus máquinas, comentándose entre los jugadores y aficionados que las recreativas españolas disfrutaban de mejores diseños que las fabricadas por Universal, la compañía original.

Han pasado 45 años desde que Cosmic Alien saliera al mercado y decenas de máquinas de este modelo se han perdido, han sido desmanteladas, arrojadas a la basura o incluso convertidas en gallineros improvisados. Las recreativas fueron perdiendo presencia por la aparición de lor ordenadores personales y las consolas, así como los cambios en la legislación respecto a su explotación. Los empresarios comprobaron que los beneficios comenzaban a decrecer y había que deshacerse de aquellos aparatosos inventos. Unas máquinas se quedaron en salones y bares cerrados, otras retiradas a naves industriales arrumbadas como chatarra mientras sus maderas se pudrían y sus diseños, antaño alabados, perdían brillo y se ajaban. Hubo pimballs -ojo a esto- que, para no solo no ocupar sitio sino también para evitar el seguimiento de Hacienda, fueron enterrados en sembraderos de patatas.

De unos años acá existe una cultura de recuperación de aquellas recreativas de los ochenta y noventa y Cosmic Alien es una de las más buscadas por los coleccionistas. Esta labor ha originado un trasiego de muebles recuperados y la aparición de asociaciones, clubes e incluso empresarios que vuelven a poner en boga los salones recreativos a la usanza antigua. El ejemplo de ello es Arcade Planet en Sevilla, porque no sé si lo sabéis, pero el salón recreativo más grande de Europa está en España y más concretamente en la provincia hispalense. Pinchar aquí para ver su web

Procedente de Zaragoza, hemos conseguido una de las poquísimas Cosmic Alien que quedan en España. Durante estos últimos años ha estado en manos de Eduardo Anay (Edu Ardo Arcade), un coleccionista conocido en el mundo arcade de nuestro país. Lo hemos convencido para que la máquina pase a nosotros y la agradecemos su talante y predisposición para que, finalmente, se haya hecho realidad esta transacción.


En este videorreportaje en el canal #UltimoEstreno contamos la apasionante historia de esta recreativa y compartimos con vosotros el 'unboxing' o desembalaje de la máquina recién llegada a su nuevo hogar, así como una visión de su diseño con explicación, piezas del interior, trabajos de puesta a punto y alguna que otra broma sobre el contrato que hemos firmado dos amigos «que estáis zumbaos», como cariñosamente nos ha calificado alguien muy cercano hace varios días :-)

Disfrutad del vídeo. No hemos encontrado nada parecido en todo internet, y menos tan profuso de imágenes e información sobre... COSMIC ALIEN.

ENLACE AL VÍDEO:  https://youtu.be/fdZLi2iHunE?si=QARFWqBrMM5IISBy

miércoles, 30 de julio de 2025

Vuelve «MicroHobby», biblia de los usuarios del ZX Spectrum en la edad de oro de los ocho bits


Treinta y tres años después de que la compañía HobbyPress echara el cierre a su revista «MicroHobby», una de las publicaciones imprescindibles en la difusión del software y hardware dedicado a los ordenadores Sinclair, el grupo humano capitaneado por
José Luis Sanz bajo el sello Hecho con Pixels Editorial S.L. ha decidido rescatarla y volver a ponerla en el mercado. Y no solo en formato digital, que es lo habitual ahora a la hora de encontrar iniativas relacionadas con publicaciones, sino también impreso.

Sin duda, una propuesta empresarial valiente, arriesgada, que aunque se ofrezca bajo demanda y sin distribución en puntos de venta -debe adquirirse por encargo- no deja de ser una idea que genera gastos de impresión, de envío, etc.
El resultado en el primer número de esta nueva etapa ha sido extraordinario, llegando a agotarse la tirada prevista y superando las previsiones.
Analizamos en este vídeo este número (que es el 218, guiño a la antigua «MicroHobby», cuyo último número fue el 217) y lo hacemos desde puntos de vista distintos a los habituales, entrando en su acertado criterio a la hora de conservar el diseño y maquetación de antaño, la inteligente compaginación de temas y programas de la edad de oro del Spectrum en los ochenta con los productos actuales, la viabilidad económica gracias a la inclusión de módulos publicitarios, etc.

https://youtu.be/hsxcPyWNZNo?si=2fy245KuvhnGdjpF

sábado, 26 de julio de 2025

Maltrato a John Williams en el documental por el 50 aniversario de Tiburón


«Tiburón: la historia definitiva» es el documental de Amblin, la productora de Steven Spielberg, con motivo del 50 aniversario del estreno de la película que lanzó a la fama al director norteamericano.

Aparece un abanico de cineastas relacionados con él o que admiran su obra. Pero utilicemos las matemáticas para explicar el ninguneo que el documental infringe hacia algo fundamental en «Tiburón»: De sus 88 minutos de duración, tan solo dos con treinta y tres segundos están dedicados a John Williams. Es decir, que solo un 2% del total de la película trata un elemento tan crucial de ella como es la banda sonora que compuso Williams.

Hace tiempo que no observo un ninguneo tan descarado en el cine. Por «Tiburón: la historia definitiva» desfilan desde James Cameron al hijo de Robert Shaw, Emily Blunt, Guillermo del Toro, George Lucas y un largo etcétera que expresan sus impresiones entretejidas con imágenes del complicado rodaje en su día, fotos antiguas de colas de espectadores en los cines y mucha concienciación medioambiental, que para eso en la producción también anda metida National Geographic. 

Pero dos minutos dedicados a Williams y a su banda sonora es irrespetuoso. Porque la música de esta película ES la película. Hablamos de tan solo dos notas musicales que inician un tema que no hay nadie en el mundo que no reconozca. De una capacidad narrativa en su conjunción música-imagen ejemplo en universidades, conferencias, congresos... De maestría de la que han aprendido directores y compositores de las generaciones más contemporáneas. Sin Williams, no existe «Tiburón». Y esa no es la conclusión que se extrae de un documental que trata al compositor como un técnico que ha colocado bien las luces o el cableado perfectamente oculto para que no se vean las costuras del falso escualo. Y Williams, para empezar, no es un técnico. Porque los compositores cinematográficos no son técnicos, son creadores. Y si el uso del silencio en el cine se expone por ejemplos perfectos, ahí está «Tiburón» y secuencias como la de los niños y su gamberrada en el agua con la falsa aleta, en la que no hay ni un segundo de música. Todo esto lo cuenta el propio Williams desde hace décadas en los extras en ediciones de la película en formatos digitales caseros como bien podemos comprobar en una parte del vídeo que he subido a #UltimoEstreno hablando del documental y la absoluta injusticia que me parece minusvalorar lo que fue capaz de hacer el tándem Spielberg-Williams en la historia del cine con una banda sonora magistral. Y más sorprendido me quedo cuando compruebo que el director de «Tiburón: la historia definitiva» es Laurent Bouzereau, es decir, el mismo que hizo el documental «La música de John Williams» en 2024 del que también hablamos en #UltimoEstreno en su momento. O sea, tenía al compositor a su disposición como nadie y sabía del tema.

Pues me niego a normalizar este ninguneo y a pensar eso de “total, es solo la música…”. Aún me queda por ver el otro documental, «Cincuenta años de Tiburón», de los directores Olivier Bonnard y Antoine Coursat, producción francesa y disponible en Movistar+. Espero que me sirva para hacer el exorcismo que necesito en estos momentos mientras sigo convencido de la necesidad de reivindicar, por todos los medios posibles y como vengo haciendo desde hace 36 años, la importancia de la música de cine.

VÍDEO EN #ULTIMOESTRENO: https://youtu.be/ajFPnN_tNz8

viernes, 18 de julio de 2025

«Cuento de verano»



Éric Rohmer empezó ayer su cuento de verano que durará exactamente 21 días.

Gaspard vuelve a convertirse en el personaje que, a modo de excusa, sirvió a un cineasta que, con 75 años de edad a sus espaldas, nos desnudó las inquietudes de los jóvenes respecto a la amistad y al amor como pocos directores lo han hecho en la historia del cine.

En tiempos en los que en la pantalla nos cuentan las cosas de manera alambicada y rellenada de paja, conmueve revisar la sencillez de Rohmer a la hora de exponer la complejidad que encierran Gaspard, Margot, Solene y Lena. Al fin y al cabo, sus pensamientos y formas de actuar no dejan de ser las del ser humano a cualquier edad. Pero la condición de personas con la libertad de elegir su forma de vida supone un motivo a favor de las relaciones indescifrables o incondicionadas. Y esa frescura y realidad la muestra Rohmer como nadie a través de sus personajes.

«Cuento de verano» me impresionó en un festival (no recuerdo cuál) en 1996. Hace años que no la revisaba y lo he hecho con el miedo (pavor a la frustración, que es peor) que da volver a ver una película que te pareció maravillosa pero por la que han transcurrido treinta años y además los protagonistas son jóvenes escudriñando sus sentimientos. La juventud ha cambiado muchísimo en tres décadas, pero lo importante del filme de Rohmer no es su forma, sino su fondo. Y siempre existirán mujeres como la maravillosa Margot (tremenda pena que Amanda Langlet desapareciera del cine), convertida en mezcla autoletal de paño de lágrimas, de la amistad más verdadera y, por supuesto, de amor no correspondido. Y existirán Solenes y Lenas, tan atractivas como impostadas.

Revisionar «Cuento de verano» es volver a confiar en el cine por su reflejo de la realidad desnuda. Por ofrecer en bandeja la posibilidad, aunque nadie repare en ello hoy día, de debatir si Gaspard es el ejemplo del chaval actual, manteniendo los devaneos con las tres chicas, y si su actitud es propia de la fugacidad estival que llamamos «amores de verano» o una poligamia estructural, incluso inconsciente, que encubre el deseo de tener y compatibilizar lo mejor de cada persona del sexo opuesto.

Y volver al Rohmer más pletórico es hacerte dos preguntas sobre esta pequeña joya del cine: ¿Es creíble invertir a los protagonistas? Es decir, ¿cómo valoraríamos, siendo espectadores y haciendo de sociólogos especialmente hoy día, el hecho de que fuera una chica la recién llegada a los balnearios de Dinard y tres chicos quienes marcaran un verano como el del cuento? ¿Sería posible o no habría guión porque los hombres y las mujeres amamos de distinta manera?

La otra pregunta me la hice en 1996 nada más salir del cine, a gritos y sigo sin encontrar respuesta: ¿Por qué el cretino de Gaspard no se queda con Margot?

«Cuento de verano» está en Filmin y en Amazon Prime Vídeo.

Vídeorreportaje sobre el 30 aniversario de «Cuento de verano» con más detalles y el debate en los últimos minutos sobre la necesidad (o no) de musicalizar la película con mayor presencia de una banda sonora de estilo sinfónico. ¡Ojo al ejemplo que os ofrezco!: https://youtu.be/xyshg7Edk9s

lunes, 7 de julio de 2025

Alfonso de la Torre


Ha muerto Alfonso de la Torre.

Cuando Steven Spielberg desembarcó en el pueblo gaditano de Trebujena para rodar «El imperio del sol», el joven Alfonso consolidó su amor hacia el cine y todo lo que tuviera relación con el director norteamericano. Desde entonces, fue un acérrimo coleccionista de documentos, recuerdos, etc. de películas spielbergianas. Lo hizo desde su hogar, en Valladolid, y también viajando, desde Trebujena a Hollywood, donde conoció incluso a la madre de Spielberg, Leah Adler, fallecida en 2017 (en la foto podemos ver a ambos juntos).

Alfonso conservó una mirada de niño pequeño e ilusionado desde 2023 hasta su muerte hace pocos días, después de que los cineastas Daniel Llamas y Silvia Moreno rodaran el documental «Steven quiere conocerte», en el que cuentan la historia de cómo Spielberg llegó a un pueblo perdido gaditano en 1987 donde gobernaba el Partido Comunista para rodar una película con casi 40 millones de dólares de presupuesto y lo que supuso para este municipio y sus habitantes. La película la vertebran los testimonios de Alfonso de la Torre y de John Baker, el técnico que se quedó a vivir en Trebujena tras trabajar en la película porque se quedó prendado de una chica del pueblo. ¡Qué relatos tan bonitos los de un enamorado del cine de Spielberg y un enamorado yanqui de una trebujenera!

Alfonso de la Torre ha muerto y apenas algún que otro medio lo ha publicado.

Mi recuerdo y homenaje hacia él, con el que intercambié muchas charlas en estos tres últimos años, recordando esta entrevista que le hice a Silvia y a Dani en el preestreno de «Steven quiere conocerte», donde cuentan muchas cosas de este documental, y el texto en mi web.
#UltimoEstreno

https://youtu.be/Z2-iBtF-KDk?si=gNank527BNjm-xKQ
https://www.arrozamargo.com/2023/05/steven-quiere-conocerte.html

martes, 24 de junio de 2025

La música como elemento descriptivo del antihéroe norteamericano tras las contiendas bélicas del siglo XX



«La leyenda del indomable», «Acorralado» y la casi desconocida «La leyenda de Spitfire Grill» (cuya banda sonora suma más seguidores que la película) son tres filmes de distintas décadas (sesenta, ochenta y noventa) con un denominador común: todas tienen como elemento crucial a un excombatiente que ha batallado en guerras que los americanos han sufrido en sus carnes y cuyas consecuencias muchos han padecido. Paul Newman viene de la Segunda Guerra Mundial y se desubica en su retorno; Stallone muestra su lado más desquiciado cuando la sociedad no lo reintegra y Eli/Johnny B. es un habitante de un bosque, zumbado perdido tras regresar del Vietnam, con una madre que mantiene un restaurante de pueblo y el secreto que rodea a su hijo.

Desconozco la cantidad de películas que los americanos han rodado con sus traumas bélicos. Pero estos tres ejemplos los he estudiado durante estas últimas semanas para llegar a la conclusión de que tienen algo mucho más en común: la música. Y no me refiero a que las notas del tema principal de Lalo Schifrin para «La leyenda del indomable» pudieran servir de inspiración a James Horner a la hora de escribir «Spitfire Grill», o que Jerry Goldsmith copiara para Rambo los temas de persecución de Luke Jackson. Más allá de eso, hay toda una filosofía musical, toda una 'modalidad' de género en el uso de instrumentos intimistas y personales o descriptivos de cada personaje que reflejan sentimientos de tristeza, melancolía por lo perdido, de fracaso...

Las contiendas bélicas, y especialmente la guerra del Vietnam, las enlaza la música de cine con un estilo que pudiéramos considerar representativo del género que los americanos han creado tras unas guerras no deseadas por sus ciudadanos, que pagaron consecuencias personales irreparables.

El último vídeo subido a #UltimoEstreno es un estudio de este fenómeno que te trasladará, desde 1967 a 1996, a la frustración yanki de la que no sabemos si habrán aprendido. Y la música, con sus formas y estilo, es el hilvane de este lamento.

Siéntate en el salón, pilla algo fresco y disponte a seguir el hilo de este videorreportaje que es el claro ejemplo de que me gusta hacer desde tiempo atrás ante un cine actual insustancial. Cincuenta minutos para que te hagas tu composición de lugar... y de música. Disfrútalo.

ENLACE AL VÍDEO: https://youtu.be/ZACUQRwRwE0?si=pUmDaebUFh4XkiZH

viernes, 20 de junio de 2025

Perdedores y antihéroes en el cine americano tras las consecuencias de Vietnam: la música como enlace narrativo



No sé cuántos directores y guionistas norteamericanos pueden haber tratado, directa o tangencialmente, el principal trauma de los Estados Unidos en política internacional como fue la Guerra del Vietnam y sus consecuencias. Nos quejamos de la reiteración de la presencia de nuestra Guerra Civil en el ideario cinematográfico español, pero son los americanos quienes tienen mucho más presente que nosotros el correctivo que recibieron en los años setenta.

Perdedores y antihéroes se asoman en el cine para construir un universo siempre mediatizado por la guerra. Pero la búsqueda de esta impronta se queda en pura anécdota, aunque resulte muy importante, cuando al ideario sinóptico se une otro discurso compacto, intencionado, presente como armazón que une al americano anónimo mediatizado por el horror de lo visto y lo vivido en primera persona o lo padecido en su familia: el de la música cinematográfica.

Es INCREÍBLE. En estos días en los que analizo con detenimiento una serie de películas del género, en madrugadas en las que te entregas al cine y sus mundos sin que nada te perturbe mientras la ciudad duerme (Fritz Lang dixit), te das cuenta del grueso hilo argumental de la música en películas dispares pero comunes. Los traumas posbélicos no sólo están en el guión, en la imagen. El perdedor –simbolizando a todos y cada uno de los ciudadanos de un país derrotado en contienda y traumatizados posteriormente- ESTÁ EN LA MÚSICA. Está en las similitudes que puedan existir entre los temas musicales más conocidos de esas películas –estoy convencido de que James Horner escuchó mil veces a Lalo Schifrin-, aunque eso pertenece 'a la forma’, a lo primeramente detectable en los sentidos, a la carta de presentación. Pero el hilo narrativo musical sobre el americano perdedor está presente realmente en una filosofía compositiva amarga, de limitada y autóctona instrumentación, que expresa el lamento y la tristeza de un país tan capaz de la fanfarria victoriosa cuando procede como de las cuerdas melancólicas cuando llora por sus pérdidas y errores. La música no solo es idioma universal, sino expresión y estado anímico que une en la tragedia a protagonistas dispares. La música une a un chulo que vandaliza parquímetros, un exmarine zumbado por los recuerdos, un hijo perdido en un bosque que regresa a su hogar… pero todos son excombatientes, perdedores y antihéroes. Y la narración musical así lo revela. Y lo hace en 1967, 1982, 1996...

Y en el caso de uno de ellos… ¡Es que no es el protagonista de la película! Es más, es que el tema musical compuesto para él (y para ella hasta que uno de los dos desaparece) no tiene nada que ver con la guerra… Pero es que en esta película en concreto hay tres extraordinarios pilares musicales.

Lo siento, perdonad porque me adelanto al próximo vídeo en #UltimoEstreno. Todo será explicado próximamente tras muchas horas de ‘traducción’. Y es que no hay tarea más bella que descifrar los códigos frente a tus ojos y sobre todo los que te cuentan tantas cosas por los oídos.

¡Qué maravillosa es la música de cine!

martes, 10 de junio de 2025

La oferta de la ROSS en música de cine para la temporada 2025-2026: concierto de bandas sonoras españolas en noviembre y «Parque Jurásico» con proyección de la película en enero



La Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS) es una de las formaciones españolas musicales más seguidas por los amantes de la música de cine del país. Con una dilatada experiencia en la interpretación de bandas sonoras y una calidad indiscutible, su programación siempre contempla espectáculos relacionados con el Séptimo Arte. Y para la temporada 2025-2026, que acaba de anunciarse, no iba a ser menos.

Noviembre será un mes con dos citas relevantes. Se celebrará un concierto con música de cine y series televisivas como clausura del Festival de Cine Europeo en el que la ROSS interpretará bandas sonoras de producciones españolas: desde «Bienvenido Mr. Marshall» a «La piel que habito», pasando por la música del NO-DO, «Verano Azul», «Lo imposible», etc. Varios días antes, se proyectará la versión que el gran Ernst Lubitsch dirigió de «Carmen» en 1918 con la interpretación de la ROSS de la banda sonora que hace algunos años le compuso Tobias Schwenke.

Y ojo a enero de 2026: la orquesta hispalense interpretará la BSO de «Parque Jurásico» que compusiera John Williams en 1993 para la película de Spielberg, mientras el filme se proyecta en pantalla gigante. Todo esto, sus detalles, el repaso a las bandas sonoras que se podrán escuchar en noviembre y alguna primicia que otra podrás conocer en un nuevo videorreportaje subido a #UltimoEstreno.

¡Te invito a verlo y a ir tachando fechas en el calendario porque la temporada 2025-2026 viene fuerte!

Enlace para ver el vídeo: https://youtu.be/osBvHaje3LQ?si=yb_P7BfevsmazLc4

sábado, 24 de mayo de 2025

La Gran Procesión del Jubileo en Roma - 17 de mayo de 2025

Os dejo una amplia galería gráfica de la Gran Procesión del Jubileo celebrada en Roma el pasado sábado 17 de mayo de 2025. A través de las fotografías podemos comprobar las dispares maneras que cada hermandad o corporación participante entiende el culto externo y según cada lugar, en este caso desde Sevilla y Málaga hasta León, Enna (Sicilia-Italia) con su «María Addolorata» -imagen realizada en el siglo XVIII en papel maché por el escultor Luigi Felice-, Portugal, el mismo Vaticano con su archicofradía de Santa Ana de los Parafrenieri, el Priorato Ligur de las Cofradías de Italia o Perpiñán (Francia) con su antiquísimo crucificado del siglo XIV y sus portadores ataviados incluso con sus antifaces.Son fotos hechas todas por mí, en algún lugar discreto llevan mi firma. Está prohibida la reproducción en otros lugares o medios como se supone ya sabéis sin citar su procedencia y autor.

Os recuerdo que en esta misma web escribí hace algunos días un artículo sobre este evento. Enlace directo: https://www.arrozamargo.com/2025/05/la-cruz-en-roma.html