viernes, 10 de octubre de 2025

Trevor Jones salva los muebles del MOSMA 2025. La necesidad de que la música de cine sea escuchada (festivales) y entendida (congresos)


Llega una de las fechas más esperadas por los aficionados a la música de cine: la anunciada para la celebración de una nueva edición del
Festival de Música de Cine de Málaga (MOSMA).

El problema comenzó a principios de octubre, cuando los organizadores revelaron la programación vendiendo que este año será especial porque se cumple una década desde la creación del festival. Y es que 'lo extraordinario' del anuncio no coincide con 'lo ordinario' de un elenco de compositores y actividades que respondan a lo que debe ser un aniversario. Ni siquiera a la altura de una edición que no sea conmemorativa de algo. Así que numerosos aficionados y algunos medios especializados en música cinematográfica no escatimaron en críticas a la hora de valorar la apuesta del MOSMA, que está a punto de empezar (del 24 al 26 de octubre) y ya iba tarde en dar a conocer su oferta para 2025.

En plena marejada de estos pasados días, el festival ha dado un golpe en la mesa. El jueves 9 de octubre, después de anunciar la programación, la organización revelaba que el compositor Trevor Jones se suma al cartel con un encuentro con el público en la mañana del sábado 25 -acceso gratuito- y la inclusión de varias de sus obras en el concierto que tendrá lugar por la tarde con bandas sonoras mayoritariamente recordatorias de compositores que han estado presentes en Málaga en ediciones anteriores. La presencia del músico que ha escrito 'El último mohicano', 'Máximo riesgo', 'Dentro del laberinto' o 'Excalibur' ha venido a salvar los muebles de un MOSMA muy tocado en estos días por la crítica.

Tengo la impresión de que traer a España a compositores extranjeros para que participen en estas iniciativas es, actualmente, muy complicado. Ni la economía, ni la situación político-social actual ni la disposición de los propios compositores es la misma que cuando hace años comenzaron estos extraordinarios eventos que han permitido escuchar música de cine en directo y además, conocer de primera mano las impresiones y la manera de trabajar de maestros reconocidos. Porque se echa de menos que, además de imbuirnos en la música, los festivales recobren o adquieran un carácter congresual, para que, durante los días de su celebración, se puedan dar clases magistrales con alumnos/aficionados inscritos, donde proliferen los apuntes, anotaciones, donde quienes están interesados en la música de cine aprendamos durante el día y por la noche nos deleiten los oídos. Parece que nos hemos quedado en las conciertos y, además, podemos dar las gracias ante las dificultades que muchos aficionados desconocen o, porqué no decirlo también, la gestión insuficiente y conformista en algunos casos de quienes organizan eventos de este calibre.

De todo ello os hablo en este programa/vídeo ya disponible en #UltimoEstreno y cada cual extraiga sus conclusiones.

ENLACE AL PROGRAMA: https://youtu.be/KLsjGq3ar2o

sábado, 4 de octubre de 2025

Arrinconando la cultura e imponiendo la IA: malos tiempos para el cine y la crítica


En apenas 24 horas, dos prestigiosos colegas de la información cinematográfica, Gerardo Sánchez y Juan Luis Sánchez,
han lamentado dos asuntos concernientes al cine: que la cultura cada vez importa menos en los medios y que la inteligencia artificial está creando monstruos tan reales que en breve se realizarán películas enteramente digitales. En medio de esta preocupación que a algunos nos carcome desde hace ya tiempo, el papel del periodista-crítico-analista cinematográfico es fundamental. Nos echan de los medios de comunicación, la gente nos sustituye por youtubers sin mayor capacidad que citar una ficha técnica con efectismos visuales en sus vídeos y hay quien erróneamente cree que somos cineastas frustrados, que es como decir que el (buen) periodista de política quiere ser político o que el (buen) profesional que analiza un partido de fútbol quiere ser futbolista.

Os dejo unas reflexiones al respecto en el último programa de #UltimoEstreno. Sí, digo bien, no es videocrítica ni reportaje: es un programa, para adentrarse en él y pensar sobre lo que comentan Gerardo y Juan Luis, de ahí su duración.
Aprovecho para decirles a ambos, y a quienes como profesionales aún sobreviven a todo lo que está ocurriendo, que vayan con la cabeza muy alta y se sientan absolutamente orgullosos de hablar y analizar cine. Porque somos necesarios para trasladarle al público los códigos que observamos (y oímos) en la pantalla y porque no, no tenemos intención alguna de hacer cine, para eso están ‘ellos’.

viernes, 26 de septiembre de 2025

La música en las películas de Robert Redford



Desde que el pasado 16 de septiembre nos dejara Robert Redford, las televisiones, plataformas y otros medios de difusión se han dedicado especialmente a recordar al icónico cineasta emitiendo algunas de sus películas o hablando sobre ellas en programas dedicados al cine.

«La música en las películas de Robert Redford» que os ofrezco en #UltimoEstreno va más allá de estos homenajes recurrentes, porque el videorreportaje que le dedicamos se centra también en aquellas bandas sonoras que acompañaron a películas reconocidas del actor, director y productor. Así, he seleccionado una quincena de filmes no solo por la importancia respecto a Redford, sino porque incluyen bandas sonoras que merecen la pena destacarse por el papel que desempeñan, la relevancia de sus compositores y, en definitiva, la destacada contribución que supusieron para la música de cine y por lo tanto para el cine. El recorrido cronológico servirá también para comprobar tanto la evolución de Robert Redford como de los compositores y sus propias músicas, comenzando por aquel John Barry de «La jauría humana» en 1966 hasta llegar a su estilo más identificativo con «Memorias de África« (1985) o «Una proposición indecente» (1993), sin olvidarnos de otros nombres de compositores muy allegados a la filmografía de Redford como Marvin Hamlisch, Dave Grusin o Mark Isham, que han musicalizado películas emblemáticas de Redford tanto actor como director.

La extraordinaria melancolía de «Jeremiah Johnson» con su canción, la serenidad y gravedad reflejada en la música sobria de David Shire para «Todos los hombres del presidente» (1976) o la aportación de los Newman (Randy y Thomas), el primero con el sinfonismo de su poderosa partitura para «El mejor» (1984) y el segundo con su marcado estilo en «El hombre que susurraba a los caballos» (1998) conforman otros atractivos de esta selección que culmina con los trabajos crespusculares de Robert Redford, uno de ellos en un curioso registro dentro del mundo de los superhéroes («Capitán América. El soldado de invierno» (2014), con banda sonora de Henry Jackman con fanfarria de superhéroe incluida) y su último filme como protagonista, «The Old Man & The Gun» (2018), con una partitura jazzística en la que Daniel Hart se desenvuelve solventemente para trazar las andanzas de un ladrón de bancos.

Con este homenaje musical, en el que en algunas escenas de varias películas podéis escuchar la voz original de Robert Redford, lo que espero especialmente es que os entren unas enormes ganas de verlas todas. ¡A disfrutar!
ENLACE AL VIDEORREPORTAJE:

miércoles, 24 de septiembre de 2025

Claudia Cardinale


Habrá decenas de imágenes icónicas y más personales del talento, y por supuesto la belleza, de Claudia Cardinale. Pero siempre que se me ha venido a la memoria la he recordado en el personaje de Jill y en las secuencias más corísticas de «Hasta que llegó su hora». Su presentación en el pueblo, cómo se apea del tren mirando a su alrededor, la cámara subjetiva y nerviosa mimetizando con el espectador por las calles polvorientas... O en el desenlace, su decidido caminar para llevar agua a los trabajadores tras la llegada del ferrocarril, que abre un nuevo tiempo, una nueva era en el lugar y en la vida de aquella mujer que huía de un pasado solo pincelado. No necesitamos más detalles.

Claro que, en todo esto, tiene mucho que ver la maravillosa brutalidad de Sergio Leone, cuya cámara sigue su trayecto aunque Jill entre en la estación, para mostrarnos todos los planos escénicos a través de la ventana, la eleve al cielo con una perspectiva general y nos lleve de la mano al desértico Flagstone. Y, especialmente, Ennio Morricone que, casi media hora después de iniciarse la película a base de sonidos y los primeros compases de la inquietante armónica, nos da la gran cachetada de magistralidad con el tema musical que siempre va a prevalecer sobre los demás por su significado: el de la señora Jill McBain. Sublime, con la voz de la soprano, que irrumpe como algo diametralmente distinto a lo que llevamos visto/oído hasta ese momento. Es la música de una heroína celestial, pero también de una mujer en soledad, de la melancolía pero también de la esperanza.

Y de repente, aquel cine de entonces se convierte en magia y te provoca dolor de tráquea como no dejes escapar la lágrima aunque los malhechores se tiroteen, el pueblo sea un lugar sucio mal trazado y aquella fantasía se extienda por casi tres horas. Hay más cine -y, por lo tanto, música de cine- en esos minutos que en películas enteras actuales. Y yo no quería que te murieras, Claudia, pero márchate con el consuelo de que tu ida servirá para rememorar que hubo un tiempo en el que las pantallas, tú y la intimidad inconfesa del cine de las sábanas blancas nos cambiaban la vida cada vez que os contemplábamos.

sábado, 20 de septiembre de 2025

«Sirat» y la manía de eternizar lo que vemos en pantalla



Quince minutos emplea Oliver Laxe en arrancar la película tras un eterno bailoteo de fumaos con música de esa que llaman 'raven' en un concierto en el desierto marroquí.

Un minuto enseñándonos a uno de ellos rozándose con un altavoz de su tamaño como perro en celo. Justo a la media hora aparece el título del filme en pantalla.

Tres minutos de saltos con chimpum chimpum delante de dos bafles montados en pleno arenal antes de dar carpetazo a la pandilla basurilla con la 'genial' idea de un campo de minas.
A todo esto, niño con perro en la mochila. Recurso que no falla.

¿#Sirat es una mala película? No tanto. ¿Es buena? Tampoco. Es uno de los millones de ejemplos del onanismo de los directores que en dos horas nos alargan soporíferamente cosas que se deben contar con el dinamismo que requiere el cine. Secuencias interminables, escenas alargadas, a lo que en este caso concreto no ayuda una música monolítica, machacona que no aporta narrativa alguna sino que se utiliza como hilo de coser entre secuencias y además cortado toscamente. Que sí, que ese es el estilo musical que requiere la historia, que hasta ahí llego. Pero no comprendo su uso tan caótico y desacertado.

No sucede nada. No hay final concluyente. Miro el reloj ya en el primer cuarto de hora. Me ausento. Y seguirán creyendo que, por rodar las mismas cosas durante minutos y minutos y dejarlas en el montaje, nos cuentan acertadamente lo que nos quieren decir, en un ejercicio más de directores encantados de conocerse cuyas cosas las envían a competir al más alto nivel.

Vaya futuro -ya presente- tiene el cine. Y qué cuesta estar al pie del cañón ante tantas cosas inanes. Pero ese es otro tema para más adelante.

Enlace a la videocrítica en el canal #UltimoEstreno pinchando aquí.

viernes, 19 de septiembre de 2025

David Gilmour y su circo máximo


A diferencia del resto de los mortales, jamás desearía ver juntos nuevamente a David Gilmour y
a Roger Waters como Pink Floyd. La irreconciabilidad entre ambos ha enriquecido la música del género, creando, cada uno por su lado, temas que mantienen vivo un estilo de música a pesar de los embates provocados por la basura que se hace hoy día.

El tiempo ha sido tan sabio que nos dio grandísimos temas creados por la banda para su época. Demasiado tiempo estuvieron juntos para como son no solo en sus caracteres, sino en sus conceptualidades musicales, aunque los incluyamos en un mismo campo. Waters átono, con su música lastimera, maravillosamente sucia, su voz truncada, su atormentado intimismo que lo persigue como fantasma de sus traumas, a veces tan tóxico y siempre tan necesario para crear, en su caso, y puro goce para nosotros. Gilmour, más armónico, con riffs interminables que enriquece hasta hacer maravillosamente eternos los finales de sus canciones, con la elegancia conceptual elevada a la máxima expresión. Dos tipos tan distintos que de sus diferencias musicales desde su génesis parieron obras inmortales de la música. Ahora, o mejor, dicho, desde hace ya nada menos que cuatro décadas, nos regalan lo mejor de sus egos.

El pasado 17 de septiembre disfruté en el cine con el documental grabado en octubre. Gilmour y su banda (muero con Charley Webb y su ukelele, sorry) ofrecieron un monumental concierto en el Circo Máximo de Roma ante casi 20.000 personas. Como es frecuente últimamente, se comete el error de llamar documental a todo y, con la excepción de algunos minutos iniciales, la película es prácticamente en su totalidad eso: un concierto. El espectáculo acaecido en este singular recinto. «David Gilmour Live at the Circus Maximus, Rome» se ofrece en cines solo los días 17 y 21 de septiembre. El pasado julio le tocó el turno a Roger Waters, cuando se estrenó «Roger Waters This Is Not A Drill Live From Prague», la cuidada filmación del concierto que ofreció en la capital checa en 2023.

Para los amantes del morbo, decir que en taquilla parece ir ganando Gilmour, al menos en mi apreciación: ayer la sala de los Cines Yelmo de Jerez (Cádiz) presentaba mucho más público que hace dos meses con la cinta de Waters. Pero lo importante es el contenido en pantalla.

Quédense con varios apuntes al respecto: si buscan muchos temas musicales de Pink Floyd en Gilmour, saldrán decepcionados. El fenomenal guitarrista reivindica lo que ha sido capaz de componer en todos estos años sin recurrir al pasado, cosa que sí hace Waters aunque... qué puñetas, la mayor parte de la obra de Pink Floyd la escribió él. Pero derechos de autor aparte, Gilmour parece empeñado en refrendar su creatividad mientras Waters se encierra en su pasado dándole pinceladas de sus discos con el brillo que le otorgan algunos temas de «Is This the Life We Really Want?», su último trabajo publicado. Al final, las desavenencias son alargadas y lastimeras. Curiosamente, «Roger Waters This Is Not A Drill Live From Prague» comienza sobre el escenario con la icónica «Comfortably Numb» de «The Wall» versionada con mayor dosis de intimidad por Waters, pero de la que suprime el apoteósico final del tema con guitarra que le concedió media inmortalidad a Gilmour. Y el guitarrista, por su parte, apenas da concesiones a la obra cumbre de Waters con el grupo, «The Wall», sobre el que pasa de soslayo y con el que culmina su espectáculo con... «Comfortably Numb» y su guitarra en todo su esplendor. En el resto de las dos horas y media, ni rastro.

Ojalá sigan dándonos lo mejor de sí mismos a pesar de alcanzar ambos una edad octogenaria y su imposible, e innecesaria, reconciliación.



sábado, 13 de septiembre de 2025

Miguel Joven propone que RTVE sea el ente organizador del 50 aniversario de VERANO AZUL «que se merecen los seguidores y nosotros»


Miguel Joven
, quien encarnara al personaje de Tito en VERANO AZUL, ha propuesto que el cincuenta aniversario de la serie televisiva -que se celebraría en 2031- sea organizado por Radio Televisión Española (RTVE) como la compañía que creó una de las producciones de mayor repercusión en la historia del ente público de nuestro país. «Me gustaría que RTVE recogiera el testigo de las anteriores celebraciones y creara un aniversario como se merece la propia serie, sus seguidores y nosotros, quienes estuvimos delante y detrás de las cámaras para hacerla posible».

Las palabras de quien fue actor con tan solo seis años interpretando a uno de los personajes más icónicos de VERANO AZUL y actualmente monitor deportivo y turístico en Nerja las pronunció en el transcurso del acto que organizó el Ayuntamiento de Vélez-Málaga el pasado 30 de agosto de 2025, enmarcado en el programa ‘Noche en blanco’ en el que se ofreció una amplia oferta lúdica y cultural durante la jornada nocturna en distintos puntos del municipio de La Axarquía malagueña y que se encuentra a 27 kilómetros de Nerja. En ‘Recordando a Chanquete’, que es como el Consistorio veleño denominó este evento, Miguel Joven fue entrevistado durante alrededor de media hora por la periodista Mari Ángeles Salguero en un acto público celebrado en el Museo que antaño fuera el Hospital de San Juan de Dios y donde se rodaron escenas inolvidables del capítulo ‘Algo se muere en el alma’, el penúltimo de la serie, ya que el equipo de localizaciones eligió este enclave como lugar para hospitalizar al marinero ‘Chanquete’. De esta manera, en el mismo sitio y a pocos metros de donde Ferrandis interpretó al personaje convaleciente antes de su muerte, tuvo lugar este acto que reunió a numerosos vecinos y seguidores de la serie. Tras la participación de Miguel Joven tuvo lugar el descubrimiento de un mosaico recordatorio del rodaje de VERANO AZUL en este enclave.

Joven Braun explicó que los protagonistas de la serie se reúnen cada diez años para conmemorar el aniversario de su estreno, que tuvo lugar en octubre de 1981, y quiso dejar constancia del impacto que causaron especialmente los encuentros celebrados en el veinte y el treinta aniversario, con la presencia de toda la pandilla y personal del equipo de rodaje y unos completos programas de actos. Recordó que en la celebración de los treinta años él fue el maestro de ceremonias y destacó la cercanía que desde la organización se quiso tener con los aficionados que acudieron a Nerja durante los días de celebración. Lamentó que el 40 aniversario no pudiera conmemorarse por los efectos de la pandemia del COVID-19 y afirmó que «nos encaminamos al 50 aniversario. RTVE puede hacer una celebración como nos merecemos para conmemorar algo que ha sido un éxito y que todos llevamos en el corazón de alguna manera».


Imagen de uno de los momentos de la celebración del 30 aniversario en 2011.

Cabe recordar que en los programas de los años 2001 y 2011 tuvieron lugar importantes actos como la inauguración del paseo marítimo Antonio Mercero, el parque Verano Azul, proyecciones, desfiles, etc. pero no cabe duda de que la proximidad de las bodas de oro del estreno de VERANO AZUL merece que desde ya se produzcan movimientos para que se cumpla lo que Miguel Joven, y posiblemente todos los seguidores de la serie, desean de cara a una fecha tan señalada. Por lo pronto, ‘Tito’ ha lanzado el órdago que, con seguridad, le llegará al ente público o a quienes quizás quieran contribuir como intermediarios para que ello se haga realidad.

«Hacía falta un Verano Azul que nos explicara que la sociedad estaba cambiando»

En el transcurso de la entrevista, Miguel Joven trató distintos temas relacionados con VERANO AZUL: el impacto social que supuso, anécdotas del rodaje, propuestas de continuación, reflexiones personales… Especialmente importante fueron sus apuntes sobre lo que sociológicamente vino a significar, sabedores ya de que la serie trataba temas demasiado avanzados para aquellos inicios de la década de los ochenta en los que los españoles aún estaban marcados por los cuarenta años de dictadura franquista. El divorcio, la especulación inmobiliaria, las madres solteras y las relaciones padres-hijos fueron asuntos puestos en liza por VERANO AZUL a través de sus guionistas, Horacio Valcárcel y el propio Mercero. «Para muchos de nosotros -explicaba Miguel Joven- VERANO AZUL cobra valor conforme va pasando el tiempo. Podemos hacer la comparativa de la sociedad de aquella década con la actual, en la que ya tenemos muchas cosas superadas, pero por entonces éramos niños y jóvenes que pertenecimos a la primera generación en libertad y democracia. Y la exigíamos como un derecho», aseveró. «Hacía falta un Verano Azul que nos explicara que la sociedad estaba cambiando y que no tenía nada de malo que lo hiciera. Y hablábamos de temas polémicos que ni siquiera se trataban en los programas nocturnos de televisión. Sin embargo, Mercero tuvo la genialidad de adecuarlos con el rasgo de la inocencia. Por ejemplo, yo introducía un chascarrillo gracioso e ingenuo y con una sonrisa se producía el debate sobre un tema como podía ser el de las madres solteras».

Respecto a la relación entre los protagonistas, el embajador turístico de Nerja afirmó que durante el rodaje de la serie se creó «una pandilla de verdad. Disfrutamos de dos veranos azules durante 16 meses: el del rodaje y el de después durante el tiempo libre que vivíamos siendo chavales. Piraña (Miguel Ángel Valero) y yo teníamos una amistad real y nos íbamos a hacer el golfo. El secreto estaba en que éramos un par de amigos». Miguel Joven dijo que, además de los encuentros de aniversarios de cada década, los protagonistas de la serie visitan con frecuencia Nerja. «Seguimos siendo una pandilla, aunque ya no subamos a las bicicletas, y contactamos muy a menudo», apostilló.

«No quise pagar el precio de irme de Nerja»

 Preguntado por el hecho de que no continuara en el mundo de la interpretación tras rodar VERANO AZUL y algunos escarceos cinematográficos y musicales, Miguel Joven calificó aquella experiencia como «maravillosa», recordando que él contaba con tan solo seis años de edad y vivir el mundo de la televisión era «como un juego gigantesco que yo no quería dejar». No obstante, aseveró que seguir en lo audiovisual suponía indefectiblemente marcharse de Nerja para trasladarse a ciudades como Madrid. «Dejar Nerja era un precio que no quería pagar. No quise sacrificar la vida que ya tenía y de la que sigo disfrutando a día de hoy».

Entrando ya en las semblanzas del rodaje de la serie en el antiguo hospital de Vélez-Málaga, Miguel Joven recordó que precisamente en este lugar se hicieron unas fotos de las que guarda un entrañable recuerdo, citando una especialmente de toda la pandilla, con Antonio Ferrandis y María Garralón, en la planta alta del patio interior. Así mismo, aseguró que, aunque el capítulo rodado en Vélez-Málaga es dramático por el hecho del preludio de la muerte de Chanquete, allí se sucedieron momentos muy divertidos del rodaje. Así, explica que uno de ellos fue con Antonio Mercero haciendo el cameo de médico que todos los aficionados a la serie conocen. «Era imposible que rodáramos con el semblante serio. Estábamos acostumbrados a ver a Mercero tan serio, en su papel de director, y de repente aparece con una bata blanca, vestido de médico… Hasta en la escena se puede ver a Desi conteniendo la risa. Nos meábamos», cuenta Miguel.



El propio ‘Tito’ afirmó además que a Antonio Mercero lo llamó TVE para convencerle de que hiciera más capítulos de VERANO AZUL tras el éxito de los 19 estrenados, pero el director se negó por completo aduciendo entre otras cosas que sin Chanquete, la continuación no tendría sentido. Con respecto a una posible segunda parte de la serie, aseveró que «llama la atención» que una producción tan exitosa no tuviera secuela. «Los fans de la serie saben que aquellos niños ya somos padres, así que habría que actualizarlo. Para mí tendría sentido, pero es un proyecto difícil».

Ya en la recta final del acto, el alcalde de Vélez-Málaga, Jesús Lupiáñez, agradeció a Miguel Joven su presencia en este homenaje a VERANO AZUL, asegurando que se había cumplido «un deseo histórico» al contar con su presencia y la ilusión que le suscitaba como primer edil veleño, trasladándole la invitación a acudir en otra ocasión con el resto de los protagonistas de la serie.

Tras los prolongados aplausos, se descubrió el mosaico en tonos blancos y azules recordatorio del rodaje de VERANO AZUL en el recinto con la mención especial a Chanquete, realizado por Estudio 21, un taller veleño dedicado a la azulejería entre otras artes.

Información extraída de la web www.regresoaveranoazul.com

Texto de José Carlos Fernández Moscoso. Fotografías y vídeo de Jose S. Sarabia.

















sábado, 30 de agosto de 2025

Sobre John Williams, sus reflexiones, la noticia de 'The Guardian' y el libro «John Williams: a composer's Life» de Tim Greiving





La noticia que The Guardian ha publicado sobre las palabras en las que John Williams habla respecto a la música de cine está provocando numerosos comentarios en redes entre los amantes de este género.

Hay una predisposición, acelerada y por lo tanto arriesgada, a opinar sobre las reflexiones que John Williams ha expuesto en un libro que nadie ha leído aún. Es cierto que el periódico se basa en la entrevista que Tim Greiving le ha realizado para su obra, encabezando la noticia con un titular cargado por el diablo, algo muy habitual en el periodismo actual porque aquí hay que mantener el producto a base de pinchazos en internet. Y sé lo que me digo porque soy de la profesión. Las noticias son tan tendenciosas como quiera el redactor si de provocar se trata o tan fidedignas en el caso de que se haga buen periodismo, algo inhabitual hoy día. De todos modos, las que cumplen una función de reseña solo están formadas por consideraciones globales, en un contexto general, sin ahondar en los temas y como preludio para en este caso lectores que, de estar más interesados en la materia, comprarán el libro cuando salga o lo reservarán, como he hecho yo. Conclusión: nos hemos puesto demasiado nerviosos e inflado todo este asunto, posiblemente sin intención.

Invito a la tranquilidad, a esperar el libro y meternos de lleno entonces en las consideraciones que Williams habrá hecho sobre este asunto. Porque hemos dado por sentado que el compositor menosprecia la música de cine cuando habla de conciertos, y quizás se refiera a lo que todos debemos admitir: que las bandas sonoras no están hechas para aislarlas de la imagen. O hemos considerado que Williams vilipendia la música cinematográfica porque diga que «la música de cine, por muy buena que sea, y normalmente no lo es, salvo quizás algún tramo de ocho minutos aquí y allá...», cuando todos sabemos que entre millones de minutos de bandas sonoras mucha música incidental es puro relleno para un producto multidisciplinar que generalmente necesita de todos sus elementos para destacar. Y que conste que no estoy tirando por tierra la ÚNICA MÚSICA que prácticamente escucho en mi vida, máxime cuando he escrito un libro sobre ella y llevo 36 años hablando de bandas sonoras en medios de comunicación. Pero nuestra defensa de la música cinematográfica debe ser objetiva y con todas sus grandezas y miserias. Quizá -solo diga quizá, porque insisto en la necesidad de conocer todo lo dicho por Williams y en el contexto- un compositor que también lo es de música no cinematográfica hable digamos que con 'frialdad' de una música «efímera» por su carácter narrativo del momento de la imagen. Pero nada de eso podremos saberlo hasta leer la entrevista, y es posible que ni siquiera así, porque Greiving habrá tenido que hilar fino también y haber comprendido lo que Williams le ha querido decir. Por mucho que Greiving esté ya curtido en estas lides. A ver qué favor, si fidedigno o flaco, le ha hecho The Guardian no a la editorial del libro, que ya con la noticia tiene asegurada muchas ventas, sino al propio Williams.

Ojalá quienes han hecho documentales sobre el maestro en estos últimos años hubieran metido el dedo en la llaga en este interesantísimo asunto y no hacer lo fácil, que es contar lo de siempre: las notas de Tiburón, la magnificencia de Star Wars, el vuelo de Superman... Habríamos visto los gestos, ademanes y el rostro del maestro al hablar de ello. Lo entenderíamos mejor que en un libro. Pero nadie ha hecho eso. Ni lo harán. Lo mismo que nadie lo hizo con Goldsmith, Herrmann o Rozsa, fallecidos tras algunas entrevistas televisivas o libros que mayoritariamente compendian cansinamente sus obras o nos cuentan sus vidas sin que nadie profundizara con ellos sobre qué es en realidad la música de cine..

Enlace a la noticia: https://www.theguardian.com/music/2025/aug/24/composer-john-williams-never-liked-film-music-very-much

jueves, 28 de agosto de 2025

Onda Cero recuerda a Carlos Pumares



Publicado hoy jueves 28 de agosto por Onda Cero y dedicado a Carlos Pumares. Mi maestro, mi todo en el cine. Quien con apenas veinte años me animaba a ir al Festival de Sitges y me aconsejaba sobre los hoteles que nos ofrecían a la prensa, donde comer, donde tomar café... Con quien vi no pocas películas y por vez primera lo contemplé en su salsa cuando gritó "¡¡Está de Oscar!!" levantándose del asiento al terminar de ver a Kevin Bacon en «Homicidio en primer grado». El mismo año que lo convencí para dar una conferencia en Cádiz sobre si el cine tenía futuro. Curiosa coincidencia, cuando ayer precisamente le envié a un amigo cineasta que presenta un programa digital de cine una grabación que me ha pedido haciéndome la misma pregunta.

Carlos Pumares, quien me reservaba unos buenos minutos durante su programa especial de la noche de los Oscar por aquellos años para intervenir puntualmente en #UltimoEstreno y dar su lapidaria opinión sobre las películas nominadas. Era lo que más ilusión me hacía de aquellos programas de ocho horas de los que me siento orgulloso y siempre los recordaré donde haga falta. Yo sí.

Lo que ha marcado mi vida, el cine, y la satisfacción que me ha supuesto la profesión de hablar y analizar películas, que es algo muy bonito -o al menos lo ha sido tantos años- y reivindicable. Porque esa labor, que tan honrosa y necesaria fue en la prensa escrita y en la radio durante décadas, ha sido prácticamente suprimida por los mandamases de los medios. La gente ahora escucha podcast o a supuestos críticos que salen de debajo de las piedras, sujetos ufanos de gloria, que con sus autocanales apenas aportan la ficha técnica de la película o dicen barbaridades. Otros tiempos, los de ahora, distintos y oscuros. Y de gente envidiosa e ingrata, muy ingrata.

¡Cuánto te echo de menos, querido Carlos! Y cuánto que agradecerte.

Enlace para oir el programa: pinchar aquí

viernes, 22 de agosto de 2025

El amor en el cine de Celine Song: de «Vidas pasadas» a la recién estrenada «Materialistas»


La directora y guionista Celine Song ha estrenado su segunda película, «Materialistas», tras el éxito que en 2023 consiguió con «Vidas pasadas».

El amor a través de las relaciones y los misteriosos impulsos del ser humano son los protagonistas de ambas cintas de las que os hablo en esta videocrítica en la que compendio dos filmes interesantes, que invitan al espectador a reflexionar sobre los motivos que llevan a los protagonistas a actuar de la manera que vemos en pantalla y bajo dos premisas distintas. En 'Vidas pasadas' nos preguntámos qué mueve a dos adultos a reencontrarse después de tantos años sin saber uno del otro desde que eran niños. En «Materialistas», los conceptos que merodean el sexismo y la conciencia de clase pululan sobre una película forzada en algunos momentos de su guión para conducirnos a un correctismo social muy propio del cine norteamericano más que del asiático.

Dos películas que merece la pena ver, una de ellas está en las carteleras españolas desde mediados de agosto de 2025 y la otra en plataformas como Filmin.

Enlace al vídeo: https://youtu.be/0xUH1GNS-m0?si=vSP0BZAgkG1RT4uy

jueves, 14 de agosto de 2025

«Parque Jurásico» en concierto y proyección sincronizada de la película en Sevilla


Ya han salido a la venta las entradas para «Parque Jurásico en concierto», el espectáculo que ofrecerá la
Real Orquesta Sinfónica de Sevilla los días 22 y 23 de enero de 2026 con la interpretación de la banda sonora original de la película #parquejurasico sincronizada con la proyección del filme en pantalla grande, un formato que la ROSS ya puso en marcha los pasados 28 de febrero y 1 de marzo con «El señor de los anillos» y que fue todo un acontecimiento. Podéis ver aquí el resumen que realicé en #UltimoEstreno: https://www.youtube.com/watch?v=KeSmbkQcXWE

Las entradas tienen un precio que oscilan entre los 71,50 euros y los 27,50 euros en el auditorio de Fibes Sevilla.
Aquí tenéis toda la información y en breve, como siempre, os iré contando detalles en #UltimoEstreno:
https://www.fibestickets.es/espectaculo/jurassic-park-in-concert-(vose)/JURASSICPARK25

sábado, 9 de agosto de 2025

Sin nostalgia



No, este grupo que se reúne una vez al año, en verano, no está formado por gente nostálgica. Ser nostálgico significaría desear volver a ser niños, cuarenta y tantos años atrás, cuando diariamente íbamos al colegio para echar muchas horas al día juntos. Y no, nadie de quienes fuimos de las generaciones nacidas en 1969 y 1970 queremos regresar en el tiempo ni en costumbres. Es tan bonito comprobar que, a pesar de los embates que da la vida, cada uno ha luchado por la suya con el éxito suficiente como para ser medianamente feliz, que salir adelante ya es un logro en este mundo cada vez más absurdo.

Pero sería muy ingrato no recordar con cariño ni celebrar que una vez fuimos chiquillos, que vivimos experiencias maravillosas que poco a poco nos forjaron para llegar a ser lo que somos hoy. Que hubo paredes, que aún existen, que nos oyeron nuestras risas y llantos, nuestras primeras lecciones expuestas a los profesores. Que hubo, y hay, un patio donde aprendimos a jugar al fútbol. Que descubrimos nuestra timidez en los pasillos cruzándonos con las niñas en grupo. Que cambiábamos cromos del álbum de Mazinger Z que tengo conservado en una estantería de mi despacho, por lo que lo adivino con mis ojos diariamente entre libros y objetos. Que mis cintas piratas de juegos de ZX Spectrum rulaban de mano en mano entre la gente de la clase a la que nos habían comprado el cacharrito y también siguen teniendo su lugar en mi hogar. Que aprendimos a movernos por un barrio, a entusiasmarnos con los escaparates de las tiendas de golosinas y los bares de las recreativas porque durante años cumplimos el ritual de ir desde nuestra casa al colegio y viceversa.

Todo eso, y muchísimo más, se recuerda hoy en un grupo cuya bulliciosa conversación salta, repentinamente, de un divertido chiste sobre un profesor de la época a los calentamientos de cabeza que puedan darte los hijos o la obligatoriedad de ir a hacer ejercicio diariamente porque los cuerpos ya están estropeados.

No querer rendir el homenaje que se merecen todo lo que te hizo persona y quienes iban haciéndose a la vez que tú es injusto, sobre todo con uno mismo. Por eso no queremos caer en el error y cada verano se cumple el milagro del reencuentro. A veces con más gente, otras con menos, porque cuadrar a tantos en un mismo día es muy complicado. Pero ahí estamos. Anoche, en una nueva cena. Es la quinta. Cinco años ya. Y estaremos, el año que viene, volviendo a recordar lo que nos hizo lo que somos, dando la bienvenida y el abrazo a quienes quedan aún por incorporarse y que seguramente sonreirán viendo estas fotos, motivo suficiente para no olvidar aquella máxima de Marco Valerio Marcial: «Poder disfrutar de los recuerdos de la vida es vivir dos veces».





 






martes, 5 de agosto de 2025

«Cosmic Alien»- La historia de un juego clásico y cómo llegué a él


A mí las salas de cine me han dado cosas bonitas, y no solo películas.

A pocos metros de mi casa donde viví de niño, en una misma calle, existían dos cines, uno de ellos de verano (El Cine España), que era el de mayor capacidad de espectadores de todo Cádiz, y el Cine Gaditano. Este último ocupaba la esquina de Ciudad de Santander con Brunete, fue inaugurado en 1965 y era uno de aquellos cines de flamantes cortinas onduladas de pesada tela roja, con un amplio vestíbulo y un bar.



Fue allí donde por vez primera tuve contacto a solas con una máquina recreativa, en 1980. Yo tenía 11 años. Acompañado ya lo había hecho, porque casi enfrente de otro cine que se encontraba en la Avenida del Cádiz más moderno, también a apenas diez minutos de mi casa, se hallaba la Pastelería La Camelia, famosa por sus riquísimos y variados dulces. Los domingos por la mañana incluian una visita obligada a La Camelia para endulzar las tardes de la jornada dominical. Frente al infinito expositor de aquellos manjares se ubicaba un extraño mueble rectangular con una pantalla a modo de televisor, en blanco y negro, que mostraba dos cortas líneas verticales en cada extremo, un pequeño cuadrado a modo de pelota (!) que recorría el monitor de manera imprevisible y un gran marcador en la parte superior en que se leían dos números separados por un guión: «15-0». En la parte superior de aquella enigmática cosa, que contaba con una delgada rendija para introducir monedas de cinco pesetas, se podía leer: «Pong». Era el nombre del primer videojuego que conocí y quizás el primero que llegó a Cádiz. Después de comprar los dulces, mi padre y yo jugábamos una partida a aquel improvisado tenis cuyo único y lacónico sonido de 'los palos' que nos representaban como jugadores cuando tocábamos la pelotita cuadrada (!!) se me quedó grabado para toda la vida. Entonces empecé a estar más pendiente del Pong en las mañanas de domingo que de los milhojas y los palos de nata, y ahí comenzó todo.



Hablaba del Cine Gaditano. Ahí, un día, de esos frecuentes de sesión peliculera, entré en el hall, al que le hicieron una pequeña reformar para ubicar un bar, y me encontré con otro mueble de recreativa. Fijé mi mirada en aquella máquina, tan sofisticada en comparación con el Pong de La Camelia. Era tan multicolor, con luces que iluminaban sus paneles, unos preciosos dibujos alrededor de su pantalla inclinada, donde ya se podían adivinar motivos cromáticos, y unos laterales con grandes figuras terroríficas y escorzadas que lanzaban bolas de fuego con mirada amenazadora. En su marquesina delantera, arriba, se podía leer: «Cosmic Alien». Y me enamoré de aquel curioso mueble recién llegado y que, durante los meses posteriores, comenzó a verse en otros locales públicos. Y empezaron a abrirse los salones recreativos. Y a la Cosmic Alien se sumaron Galaxian, Pacman, Scramble, Rally X, Moon Cresta, Crazy Climber... Recreativas con muebles de formas distintas, dibujos variopintos, objetivos de juego dispares. Comenzabas a guardar monedas, sacrificar Bonys de Bimbo para sumar de cinco en cinco duros y a visitar sitios impropios para niños de doce años sin contárselo a tus padres. Pero aquello era imparable, porque no era un hecho aislado de un chaval. Las recreativas comenzaron a formar parte indisoluble del ocio de varias generaciones y, a pesar de la demonización que de ellas practicaron los sectores más reacios a esta nueva manera de divertirse, los niños que jugábamos comenzamos a desarrollar nuestros reflejos y capacidades mentales y motrices gracias a saltar barriles que Kong nos arrojaba antes de rescatar a la princesa, a afinar los disparos a naves enemigas en el Space Invaders o incluso aprender a conducir de noche y con aceite en el suelo gracias a la Speed Race CL5. Por no decir las habilidades escapatorias de cuatro fantasmas que se mantenían impenitentes en el objetivo de que no completaras pantallas comiendo puntos conduciendo un comecocos por un laberinto.

Yo hice recorridos exhaustivos por mi barrio para tener marcados los bares con recreativas y los salones. La calle del Cine Gaditano era una milla de oro. A la Cosmic Alien se sumaban la Lunar Rescue y el Pacman (hubo locales de restauración incluso con varias máquinas a la vez) en el Bar Los Ángeles, hoy llamado El montañés. En la acera de enfrente, el pasaje peatonal María del Carmen González, pródigo en comercios y ahora desgraciadamente con bastantes signos de abandono, en donde se ubicaba el bar 'de Felipe' con dos o tres máquinas más. Allí llegaron también las recreativas de tipo B o popularmente llamadas 'tragaperras', que esas sí que arruinaron a más de uno y curiosamente adultos, no niños, que éramos más de matar marcianos. La calle del cine culminaba casi en la esquina con la Avenida López Pinto (hoy de Andalucía) con un amplio local en el que se encontraban más de medio centenar de máquinas: «Recreativos Santander», rezaba un cartel a la entrada, en referencia al nombre de la calle: Ciudad de Santander. Frente a él un bar pequeño, hoy inexistente, que creo recordar alojaba una tragaperras de reducido tamaño. Allí no cabía un mueble de aquellos como el de Cosmic Alien, de 1,70 metros de altura, 0,64 metros de ancho, 0,80 metros de profundidad y un peso cercano a los cien kilos. 

Una poco más hacia el interior del barrio llamado popularmente del Avecrem se encontraba la calle Tolosa Latour. Allí, el trasiego de niños era continuo, a veces ensordecedor para los vecinos más próximos al Colegio Argantonio, mi centro escolar de pequeño. El bar y cafetería Los Lunares era punto de encuentro neurálgico de padres y madres... y de nosotros uniformados desde una hora antes de comenzar las clases vespertinas. En este local de coqueto tamaño, que aún permanece en activo y sirve estupendas tapas, llegaron a ubicarse dos máquinas a la vez, compaginándose las de tipo A (de juegos arcade) y de tipo B. En las de «matamarcianos» recuerdo Pacman un tiempo y luego Defender. Antes de entrar en clase a las cuatro de la tarde, el bar era un hervidero de niños, maletas amontonadas en la cristalera del local, sonidos electrónicos, gritos de júbilo por pasar de fases, humo de tabaco mezclado con los olores del café, de goma de borrar y perfumes para todas las edades... Hoy esto es absolutamente impensable.

Ha pasado casi medio siglo de todo aquello. Las calles Ciudad de Santander, General García Escámez, Brunete, García de Sola, Tolosa Latour, etc. perdieron la intensa vida ciudadana de los años setenta y ochenta. La zona se vio despojada de sus dos cines, del pabellón polideportivo Portillo que tantos chavales visitaban y que, a día de hoy, no se ha reconstruido, mientras en su lugar se erige un solar abandonado. El mercado de San Severiano se trasladó, la oficina de Unicaja cerró, el salón recreativo dejó de existir por el ocaso de las recreativas y los colegios sufren el acusado descenso de natalidad en una ciudad maravillosa, pero con un suelo y vivienda carísima y un acuciante éxodo de gaditanos capitalinos a otros municipios de la provincia. No obstante, el barrio del Avecrem sigue luchando por mantener sus tiendas, lo que le han dejado de vida y recuperar un esplendor que yo viví en primera persona. Cuando me lo permite mi poco tiempo libre, me escapo a pasear por sus calles, rememorando mi itinerario ritual diario desde mi casa al colegio. Una mueca de tristeza aflora en mi rostro cuando recuerdo a Narciso y su ultramarino, Pedro y su tienda de ropa 'Fenicia', y trato de que mi semblante se torne más feliz cuando aún veo que el kiosko de Amparo sigue vendiendo flores, mi peluquería continúa cortando el pelo aunque sea por encargo y Maruja aún ofrece sus manojos de lana para hacer jerseys.

Decía que la Cosmic Alien del Cine Gaditano fue a la primera máquina que me enfrenté en solitario, que en realidad era el objetivo de este artículo aunque no lo parezca. Porque cuando la descubrí, en los días posteriores me atreví a entrar en el cine en solitario, sin compañía familiar, y colocarme frente a ella cual John Wayne ante un sioux. Miré de reojo varias veces, porque realmente los menores no podíamos entrar en los bares aunque no consumiéramos nada. De hecho, en aquellas peregrinaciones en la capital gaditana y los fines de semana con mis amigos de San Fernando, trazando el mapa de localizaciones de lugares con recreativas (ríase usted de mapas de juegos posteriores) más de una vez fuimos invitados a abandonar algunos bares cuyos tipos tras el mostrador no eran muy amigos de que los mocosos ocupáramos el local matando marcianos. Solían echarnos con desdén, con una interjección bastante desagradable: «¡¡Eeehhh!! Amos pa fuera», y salíamos cabizbajos. Ya sabíamos, marcando en nuestra particular libreta, que allí no se podía jugar. Eran los menos, realmente. Pesaban más los pingües beneficios que íbamos a dejar en las recreativas que la presumible moral que evitaba que unos aspirantes a adolescentes estuvieron en un lugar donde se bebía. 

En el Cine Gaditano se entraba sin problemas. Me refiero a su hall, podías pasar sin ir antes a la taquilla. Comenzó entonces mi idilio con Cosmic Alien. Tenía localizada esta máquina en todos los sitios donde estaba en Cádiz y en San Fernando, donde en su centro neurálgico, en la popular marisquería que se ubicaba en la Plaza de la Iglesia, hubo una ejemplar durante varios años. Después la cambiaron por una Vanguard, un juego de naves espaciales con voz incluida que llamaba mucho la atención. La Cosmic Alien también se encontraba en la calle San Rafael, en un bar esquina con la calle Bonifaz. Metros antes, el bar Casa Facio contaba con una Galaxian, y más allá, el bar Las Siete Puertas con una Pacuman (Pacman distribuida por la empresa española Recreativos Franco) después manipulada con un botón para darle velocidad al comecocos. Y así podríamos seguir hasta que en 1983 llegó a casa el ZX Spectrum y comenzó la informática doméstica. Pero eso ya es otra historia.

Ahora, cuarenta y tantos años después, llega hasta nuestras manos una joya de los arcades clásicos. En 1979, la compañía japonesa Universal había lanzado Cosmic Alien. En España, los juegos de Universal fueron distribuidos por la empresa Inder SA, siendo los más recordados los aparecidos en los primeros años de la década de los ochenta, como Galaxy Wars, Magical Spot (1 y 2), Space Panic, Mr. Do!, Cosmic Guerrilla...

Sin duda, el de mayor éxito fue Cosmic Alien. Inder tuvo sus propios diseños y perfiles de trazos de los muebles de sus máquinas, comentándose entre los jugadores y aficionados que las recreativas españolas disfrutaban de mejores diseños que las fabricadas por Universal, la compañía original.

Han pasado 45 años desde que Cosmic Alien saliera al mercado y decenas de máquinas de este modelo se han perdido, han sido desmanteladas, arrojadas a la basura o incluso convertidas en gallineros improvisados. Las recreativas fueron perdiendo presencia por la aparición de lor ordenadores personales y las consolas, así como los cambios en la legislación respecto a su explotación. Los empresarios comprobaron que los beneficios comenzaban a decrecer y había que deshacerse de aquellos aparatosos inventos. Unas máquinas se quedaron en salones y bares cerrados, otras retiradas a naves industriales arrumbadas como chatarra mientras sus maderas se pudrían y sus diseños, antaño alabados, perdían brillo y se ajaban. Hubo pimballs -ojo a esto- que, para no solo no ocupar sitio sino también para evitar el seguimiento de Hacienda, fueron enterrados en sembraderos de patatas.

De unos años acá existe una cultura de recuperación de aquellas recreativas de los ochenta y noventa y Cosmic Alien es una de las más buscadas por los coleccionistas. Esta labor ha originado un trasiego de muebles recuperados y la aparición de asociaciones, clubes e incluso empresarios que vuelven a poner en boga los salones recreativos a la usanza antigua. El ejemplo de ello es Arcade Planet en Sevilla, porque no sé si lo sabéis, pero el salón recreativo más grande de Europa está en España y más concretamente en la provincia hispalense. Pinchar aquí para ver su web

Procedente de Zaragoza, hemos conseguido una de las poquísimas Cosmic Alien que quedan en España. Durante estos últimos años ha estado en manos de Eduardo Anay (Edu Ardo Arcade), un coleccionista conocido en el mundo arcade de nuestro país. Lo hemos convencido para que la máquina pase a nosotros y la agradecemos su talante y predisposición para que, finalmente, se haya hecho realidad esta transacción.


En este videorreportaje en el canal #UltimoEstreno contamos la apasionante historia de esta recreativa y compartimos con vosotros el 'unboxing' o desembalaje de la máquina recién llegada a su nuevo hogar, así como una visión de su diseño con explicación, piezas del interior, trabajos de puesta a punto y alguna que otra broma sobre el contrato que hemos firmado dos amigos «que estáis zumbaos», como cariñosamente nos ha calificado alguien muy cercano hace varios días :-)

Disfrutad del vídeo. No hemos encontrado nada parecido en todo internet, y menos tan profuso de imágenes e información sobre... COSMIC ALIEN.

ENLACE AL VÍDEO:  https://youtu.be/fdZLi2iHunE?si=QARFWqBrMM5IISBy