miércoles, 28 de junio de 2023

La politización de Verano Azul. Legalismo y ética

 

Si alguien dudaba sobre la vigencia y la influencia de la marca verano azul, en estas semanas está teniendo la respuesta a su pregunta. A las puertas de las elecciones generales, el Partido Popular ha lanzado su campaña, en la que utiliza el nombre y elementos icónicos de la serie de televisión y así tratar de atraer a los electores para conseguir sus votos.

Saben que, a pesar de que estamos hablando de una producción televisiva que va camino de cumplir el medio siglo de vida, continúa siendo un punto de encuentro de generaciones, sus capítulos provocaron en su día el debate sobre el clasismo, la especulación urbanística, el ecologismo, la atención a los mayores, la seguridad ciudadana, las relaciones paternofiliales, las rupturas matrimoniales... Es decir, todo lo que hoy día sigue siendo puntos de discusión -y en muchos aún sin soluciones- en la sociedad española.

Así que era cuestión de tiempo que alguien utilizara Verano Azul políticamente de manera directa. Si además las elecciones se han fijado en el epicentro de la estación más calurosa del año, no ha sido tan extraño que un partido político haya echado mano de la serie más universal de Antonio Mercero.

En esta polémica que ha generado el áspero enfrentamiento entre Televisión Española y el Partido Popular, con las opiniones de la familia de Mercero en contra de la politización de la serie tanto en medios de comunicación como en sus propias redes sociales, y las opiniones de gente relacionada con Verano Azul como el actor Juanjo Artero o la reveladora aparición de Miguel Joven 'Tito' en la segunda andanada de la campaña del PP, existen dos formas de ver las cosas: una, desde el legalismo, y otra, desde la ética. El Partido Popular insiste en que tiene todo atado y que Televisión Española no puede denunciar nada porque el uso de la icónica música de los silbiditos compuesta por Carmelo Bernaola para la serie ha sido autorizada por sus herederos. Tampoco en el anuncio electoral aparecen escenas de algunos de los 19 capítulos que conformaron la serie, por lo que no se ha empleado material registrado, y verano azul es una serie, sí, pero no deja de ser una estación del año con un adjetivo colorista. Verano Azul han sido una agencia de viajes en el propio pueblo de nerja, nombres de canciones, e incluso hace unos meses, la serie inspiró varios anuncios de la marca de alcohol Larios en la que aparecían personajes ataviados como los protagonistas de la serie y el propio Juanjo Artero -Javi- con su hijo. Ahí, por mucho que existiera también una motivación para respaldar una marca netamente malagueña, no podemos olvidarnos que se anunciaba una ginebra y, por lo tanto, se promocionaba el alcohol. Por entonces nadie dijo que se estaba utilizando la serie y que la gente iba a terminar relacionándola con todos los borrachos de España.

Desde ese punto de vista, vamos a darle un voto de confianza al Partido Popular. Pero dimes y diretes judiciales aparte, lo importante de todo en la vida es la ética que rodea a las personas y a sus actuaciones. La ética nos hace reflexionar sobre el buen o mal uso de las costumbres, las creencias, los dilemas morales y establece las reglas sobre cómo debemos actuar de manera justa, ecuánime y respetuosa con todos los miembros de una comunidad humana. Y desde ese punto de vista, el Partido Popular sí ha dejado mucho que desear.

Verano Azul ha trascendido mucho más allá gracias a los valores éticos mostrados en la serie por muchos de sus personajes. Verano azul nos enseñó a pensar sobre la necesidad de acabar con la especulación inmobiliaria o la fama que endiosa a la gente gracias a Chanquete; a la igualdad de las mujeres y la reivindicación del acceso a la cultura con Julia, la pintora; a la manera correcta de educar a los hijos con los padres de Bea y Tito; a valorar otras formas de vivir distintas a lo convencional con el personaje de Eva o a manifestarse ante la incomprensión infantil sólo con una frase: “A lo mejor”.

Ahora, todos esos valores que son lo que realmente conforman la identidad de la serie se relacionan directamente y a través de una campaña, cuyo ideólogo sabe perfectamente lo que hace, con un partido político. Los silbidos, las imágenes de la playa, de las calles de Nerja con dos chicas en bicicleta, son sólo una estética que conduce al espectador del anuncio electoral a unos conceptos que no son otros que los valores de la serie. Y claro, la campaña del PP se apropia de estos valores y los identifica con sus siglas. Y eso, queridos políticos, no es ético.

Así que en la polémica nos hallamos mientras la política actual demuestra las gravísimas carencias éticas que padecen los partidos que se supone nos representan. Porque claro, si la campaña electoral de Verano Azul la hubiera hecho el PSOE, los populares hubieron puesto el grito en el cielo por la torticera utilización de la serie. Y mientras que la familia de Mercero, Juanjo Artero y otros muchos han lamentado el uso político de Verano Azul, el Ayuntamiento de Nerja, cuyo pueblo también es usado para ubicar el anuncio, no dice ni pío porque el Consistorio nerjeño está gobernado por el Partido Popular. Si el PSOE gobernara en Nerja, la polémica alcanzaría también dimensiones estratosféricas y las quejas de los socialistas nerjeños serían continuas. Pero cada cual arrima el ascua a su sardina, o también quizá algunos consideren que la ética que yo estoy defendiendo es un poco exagerada. Por eso, Miguel Joven sí ha colaborado con la campaña… o es probable que mantenga unas excelentes relaciones con el PP. Pero yo no estoy hablando aquí para señalar políticamente, pero sí para que las cartas las ponga todo el mundo sobre la mesa para que lo que está sucediendo no vuelva a ser otro ejemplo de la política tan demagógica que estamos padeciendo hoy día.

Por otra parte, y para terminar, podemos ver el anuncio del PP desde el simple punto de vista de un potencial votante que vive en un pueblo de Cuenca y no ha visto en su vida Verano Azul. Es una lástima que ese elector, y con él todos los millones de votantes que seremos en España el próximo 23 de julio, tengamos que sufrir –vengan de quien vengan- campañas de tan bajo perfil político, en las que en tres cuartos del tiempo que dura el anuncio, lo que se hace es desear que el oponente haga las maletas mientras quien quiere llegar al gobierno no ofrezca ni una sola alternativa ni un mensaje en positivo y esperanzador para España. Ahí sí que radica la gravedad de la penosa filosofía de los lumbreras de las campañas electorales de hoy día.





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