A pesar de recrearse demasiado en la diversión superflua de la acción 'per se' que siempre lo que provoca es que el espectador mueva el culo más de lo necesario en la segunda parte de la película; a pesar de volver a los nazis como punto de partida; a pesar de lo que puede chirriarnos la caracterización de Harrison Ford para ubicarlo en diferentes etapas temporales, 'Indiana Jones y el dial del destino' es una delicia. Es un cine que ya no se hace, es un homenaje a un personaje que vive en nosotros, una retahíla de guiños a momentos que han marcado a generaciones enteras de espectadores y un maravilloso vehículo para que el genio de John Williams, a sus 91 años, haga lo que nadie es capaz de hacer: conservar -y preservar- con orgullo la 'tutti' orquesta, identificar a los personajes con sus leit motivs, narrar con su música y, sabiendo que hay protagonista femenina -quizá para siempre-, hilvanar musicalmente la película no con un tema para la anticitera de Arquímedes, sino con la joya clásica en la que se convierte, desde el primer segundo de su audición, recordando a aquellos clásicos compositores del cine de la época dorada, el tema dedicado a Helena.
Gracias. Gracias por seguir haciendo este cine. EL CINE.
Enlace a la videocrítica con más detalles en el canal #UltimoEstreno: https://youtu.be/9Fk3qeguK9c
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