viernes, 30 de junio de 2023

Indiana Jones y el dial del destino



Lo más importante es el respeto y cariño con el que se trata a Indiana Jones. Los ideólogos de aquel macho alfa con látigo se han adaptado a los tiempos actuales de empoderamiento y reivindicaciones femeninas, creando un alter ego del protagonista que ahora es mujer y que asume el rol prototipo: fuerte, con carácter, buscadora incansable de reliquias a cualquier precio y con niño a bordo. Tenemos a una Indiana (¿habrá heredera oficial del personaje en breve?) junto a un crepuscular arqueólogo que no se caricaturiza en la película en ningún momento para provocar la risa fácil del espectador, ni se le relaciona sexualmente con nadie, tiene un punto de viejo de 'Up' que hace que el público se identifique aún más con él y culmina sus aventuras con una escena romántica recordatoria de 'En busca del arca perdida' absolutamente maravillosa. Como también lo son las referencias, especialmente, a las dos primeras películas de la saga -sus creadores saben que son las mejores- o continuar apostando por la manera spielbergiana de contar las aventuras de Jones: un introito explosivo narrado en otro tiempo, un regreso pausado donde se ubica la película y una historia in crescendo que permite el paulatino desmadre no sólo visual, sino sinóptico. Así, se producen traslados disparatados a países y entornos lejanos o, como es el caso, en el tiempo como en 'Indiana Jones y el dial del destino'.

A pesar de recrearse demasiado en la diversión superflua de la acción 'per se' que siempre lo que provoca es que el espectador mueva el culo más de lo necesario en la segunda parte de la película; a pesar de volver a los nazis como punto de partida; a pesar de lo que puede chirriarnos la caracterización de Harrison Ford para ubicarlo en diferentes etapas temporales, 'Indiana Jones y el dial del destino' es una delicia. Es un cine que ya no se hace, es un homenaje a un personaje que vive en nosotros, una retahíla de guiños a momentos que han marcado a generaciones enteras de espectadores y un maravilloso vehículo para que el genio de John Williams, a sus 91 años, haga lo que nadie es capaz de hacer: conservar -y preservar- con orgullo la 'tutti' orquesta, identificar a los personajes con sus leit motivs, narrar con su música y, sabiendo que hay protagonista femenina -quizá para siempre-, hilvanar musicalmente la película no con un tema para la anticitera de Arquímedes, sino con la joya clásica en la que se convierte, desde el primer segundo de su audición, recordando a aquellos clásicos compositores del cine de la época dorada, el tema dedicado a Helena.

Gracias. Gracias por seguir haciendo este cine. EL CINE.

Enlace a la videocrítica con más detalles en el canal #UltimoEstreno: https://youtu.be/9Fk3qeguK9c

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