domingo, 11 de octubre de 2020

Ya toca irse al carajo



¿Sabéis lo que os digo? Que yo también tengo ganas de visitar sitios que echo de menos, de recorrer senderos, de ir a Grazalema, de estar en Nerja para continuar cosas pendientes, de ir a festivales de cine, conciertos y todo lo que se supone hace uno en su vida cotidiana en circunstancias normales.

Pero es que las circunstancias no son normales, amigos. Y no queremos enterarnos porque, por una extraña y estúpida certeza inventada, pensamos que esto del Covid-19 le llega a gente que está lejos, que "no son de los nuestros" y todo lo que queramos pensar para autoengañarnos y creernos que nada ha cambiado.
Hasta que te toca. Y a mí, visto lo visto, y francamente, ya me importa un carajo lo que le toque a los demás. Pero se da la circunstancia de que lo que están haciendo miles de inconscientes me puede joder, a mí y a mi entorno, porque desconocemos qué grado de control podemos tener sobre lo que produce el contagio hasta que la ciencia no siga avanzando.
Estos se van a la sierra como cabras porque no pueden estar en sus casas; otros proceden de la gran puñeta, algunos de lugares donde se están aplicando medidas extremas, y se mueven de un lado para otro porque también deben salirle sarpullidos si se quedan encerraditos un tiempo en sus viviendas, y para colmo, la inutilidad política no contribuye a la normalización de la situación.
¿Sabéis lo que os digo, también, ya para finalizar? Que yo en mi casa estoy de puta madre, haciendo miles de cosas, así que si me fastidiáis alguno/a porque me lanzáis un esputo comprando el pan en los cinco minutos que salgo, me tendré que fastidiar, pero por mí no va a quedar. Puedo estar en mi casa semanas, meses e incluso años. Pero vosotros, incapaces de entender que estamos ante un nuevo orden mundial sanitario, que os quema hacer vida familiar en el salón, estáis llamando con el capote abierto para que esto dure la eternidad, y cuando todo vaya a peor, os lamentaréis en casita porque lo menos será no poder salir, sino la pérdida del poco músculo económico que aun conservamos. Y entonces nos iremos al carajo del todo.
Será que ya toca.

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