En una sociedad en la que el sistema educativo es incapaz de dar con la tecla para dejar de parir auténticos zopencos, el profesorado de cualquier país 'civilizado' debería proyectar esta película a su alumnado y, de paso, visionarla cada ministro o gerifalte político de Educación con el que se topen.
Olvídense de la necesidad de trípode para la cámara y pongan el piloto documentalístico aunque «La clase» no sea un documental. Es una sucesión de planos cortos centrados en un crisol de alumnos conflictivos de diferentes razas, con un profesor inteligente pero con límite de paciencia, un golpe al topicazo de la educación privada como la más aconsejable, al propio profesorado que discute sobre la máquina de café antes de debatir sobre la metodología educativa y los prejuicios de los propios chavales ante realidades como la homosexualidad.
La ronda de reuniones de los docentes con los padres es oro puro en una película que ganó la Palma de Oro en Cannes, el César francés pero, contra todo pronóstico, no se llevó el Oscar a mejor película de habla no inglesa en 2009 cuando todo apuntaba a que lo haría. El premio fue para la japonesa «Okuribito» («Despedidas», en nuestro país). Ambas están en la mejor plataforma de cine que es Filmin. Véanlas y ríanse ustedes de espantos como lo que hizo la Pfeiffer en 1995.
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