martes, 20 de septiembre de 2011

'Telebasura': renovarse o morir

Antena 3 ha anunciado la supresión del programa DEC de su parrilla de programación. Conforme han transcurrido estos meses, el espacio incluido en lo que determinados sectores califican de 'televisión basura' se ha quedado con unos exiguos 800.000 espectadores en la noche de los viernes. A priori podría extraerse como conclusión que Telecinco le gana la batalla con su 'Sálvame de luxe', pero creo francamente que el problema de fondo es otro.

Vaticino una caída en picado de espectadores de programas de esta índole. No tengo reparos en admitir que tengo el televisor encendido de fondo en numerosas ocasiones, mientras trabajo, con programas de este tipo, en las tardes en las que las horas transcurren sin parar de escribir páginas del periódico, actualizar la web o maquetar. Las truculentas y rocambolescas historias que protagonizan espacios como 'Sálvame' y el frikismo de sus personajes, así como la inteligencia de profesionales como Jorge Javier Vázquez, convierten estos programas en simples y consecuentes sucesores de lo que cadenas emitían hace veinte años. Por entonces no hablábamos de basura, pero esperábamos ansiosamente los culebrones de la malvada Angela Channing, los devaneos de Cristal y las estupideces que le ocurría a Melissa Gilbert en 'La casa de la pradera'. Ahora es lo mismo, pero con personajes de carne y hueso. Jane Wyman ha dado paso a Belén Esteban, que es un cacho de bulto interpretativo al lado de la oscarizada mujer de Ronald Reagan, pero para que el personal disfrute con historietas de familias peculiares hace el mismo o más papel que la todopoderosa protagonista de Falcon Crest y no se necesitan las extraordinarias bandas sonoras de Lalo Schifrin.

Lo que sí sucede es que hasta el más mínimo programa de la dudosamente acertada llamada 'telebasura' tiene un guión, como mandan los cánones televisivos y audiovisuales en general, y los guionistas están comenzando a fallar. Toda la mentira se nota, y es como ver 'Séptima Avenida' y comprobar en cuadro los focos y los pinganillos de los actores. Y eso pasa factura. Se está dando un vertiginoso empobrecimiento de las ocurrencias en estos programas, se insiste machaconamente sobre los mismos temas y los realitys como el de 'Acorralados' es una ópera bufa demasiado artificial donde todo está amañado. Como los anteriores, pero sin rubor en descubrir el pastel. Se ha descendido además a infiernos ya desmadrados, donde los propios participantes-actores se enfrascan en broncas para desenfrascarse a las pocas horas, lo que fulmina el arquetipo del personaje en el juicio de valor del espectador, y lo soez se impone en el lenguaje de manera continua, sin jugar su papel llamativo, acompañado de scrolls de textos plagados de erratas ortográficas. Quienes se sientan en el sofá a ver esto empiezan a estar cansados de esta degeneración de la televisión distendida y no me extrañará nada que antes de final de 2011 se produzcan descensos imparables de audiencia que terminan por obligar a reinventar la 'telebasura'. El paulatino y decidido auge de programas diametralmente distintos o concursos como 'Ahora caigo' afianza aún más mi afirmación.

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