domingo, 5 de octubre de 2008

Muermo de mayo

Lo siento. No me gusta Sangre de mayo, de José Luis Garci. Y me entristece porque no existe en España un director de su factura. Pedro Almodóvar es otra cosa, extraordinaria pero distinta. El resto de distinguidos aún en activo tienen su sello, pero no está tan presente en sus obras como el de Garci.

Sin rodeos. Sangre de mayo me parece un supino aburrimiento. Dejé de luchar con las cabezadas en las escenas del enfrentamiento entre los franceses y los madrileños. Demasiada cámara lenta, pero pulcrísimamente rodadas. Y al menos algo de música original de Pablo Cervantes (al que véis en la fotografía conmigo, arriba a la derecha) con un cierto tufo a Llamaradas de Hans Zimmer, pero bien colocada. Le tengo que preguntar a Pablo cómo puede llevar años trabajando con un director que tiene en el culo el concepto de introducción de la música en las escenas y tan pesado que es capaz de colocarnos un tema principal hasta siete veces en un mismo filme. Y si alguien lo duda, recuerden You`re the One o la misma Sangre de mayo.

Tragarme dos horas y media de filme para sólo salvar la batallita y el cuadro final de la película a pesar de su sobrada teatralidad y la innecesaria ñoñez previa del cura rezando con todos es demasiado imperdonable tratándose de Garci. Su primera película histórica, independientemente del tratamiento temporal en otras obras suyas como El abuelo, es un auténtico muermo. ¿Quince millones de euros para no contar nada, menos en los últimos 20 minutos? ¿Acaso una historia amorosa como otras tantas con momentos de viejos roñones que parecen extraídos de Escenas de matrimonio? ¿Debo suponer que la historia me la sé porque he leído los Episodios Nacionales? Si fuera eslovaco y no tuviera ni puñetera idea de la historia de España -que es desde la perspectiva desde la que debe escribirse el guión y dirigirse el filme-, me quedaría en blanco. ¿Alguien me explica qué puñetas vienen a hacer los franceses? ¿Por qué Sangre de mayo parece un folletín con episodios como Arrayán en lugar de un ejemplo de película histórica?

No me vale excusar la pulcritud técnica de la película. La mayor parte de los actores no tienen que ser dirigidos y siempre están bien donde los pongas. ¿Acaso es necesario decirle a estas alturas a Paco Algora cómo debe recitar o llorar? ¿Lo recuerdan en Barrio en aquella sobrecogedora secuencia donde llora cuando habla de su hijo? ¿A Carlos Larrañaga?

Ah, sí, los decorados... Yo tengo un grupito de conocidos que hacen belenes en Navidad en San Fernando que quedan acojonantes de realistas. Yo mismo tengo tres primeros premios, dos segundos y tres terceros en años de montaje de porexpán con escayola, pinturas plásticas, modelaje y esos ripios. Esos escenarios madrileños son tan perfectos que parecen construidos por un sarasa de pueblo en una pretenciosa obra teatral pueblerina. Todo está colocado tan milimétricamente que, de lo real que es, resulta falso. ¿Otros tecnicismos? Coño, es que está Gil Parrondo. A estas alturas, si no tenemos ni eso bien hecho, apaga y vámonos...

Me imagino a los americanos viendo este coñazo para seleccionar las cinco finalistas a los Oscar. Como si les hablara en sánscrito, vamos. Menos mal que la Academia ha seleccionado Los girasoles ciegos...

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