martes, 22 de abril de 2008

La partida de ajedrez de Aguirre

Lo dijo anoche Enric Sopena como conclusión tras el debate en '59 segundos': la intervención de Esperanza Aguirre en el programa había sido una tomadura de pelo.

Para los espectadores, obviamente, lo fue. Pero el timo afecta en primer lugar a la propia militancia del Partido Popular que, no obstante, es lógico que permanezca a la expectativa de los acontecimientos y una buena parte comprenda los escarceos estratégicos de la presidenta de la Comunidad de Madrid en el complicado tablero de ajedrez en el que se ha convertido el partido, hasta ahora, presidido por Mariano Rajoy.

Me quedó claro anoche que Aguirre sabe jugar al mus, entre otros divertimentos de naipes, a tenor de sus numerosos comentarios más propios de la película El Golpe que de un debate sobre un asunto tan serio como es el futuro de un partido al que votan diez millones de españoles. Pero lo que no tengo tan garantizado es que sepa jugar al ajedrez, que es mucho más complejo de entender que un solitario o la siete y media. Sí es cierto que ha avanzado sus peones, ha movido pieza para que los otros (no usaré la palabra adversario para no hacer sangre, aunque estaría perfectamente legitimado para ello) se percaten de la demostración de fuerza que puede llegar a tener. Eso sí, son los peones. Aguirre no mueve torres, álfiles ni caballos para engullir, esos los tiene aún en sus casillas… por ahora. Su mensaje es diáfano: si Rajoy no escucha al sector de su partido que Aguirre considera el heredero de la quintaesencia ideológica del PP, comenzará su avance imparable para cruzar el rubicón del tablero. Como no sabe lo que va a hacer Rajoy, espera pacientemente con la estrategia marcada de incordiar advirtiendo de que, o todos los elementos de cara al congreso se forjan para un futuro enraizado en la derecha que representa la presidenta madrileña, o el aperturismo que decididamente parece mostrar el fracasado candidato popular rodeándose de los dirigentes populares más progresistas provocará que ella ‘vele’ por el orden establecido. En resumidas cuentas, o Rajoy sigue anclado en la derecha conocida hasta ahora o Aguirre morderá como adalid del conservadurismo más rancio. Y ya no digamos como Ruiz Gallardón adquiera cuota de poder. Esa es la advertencia, en espera de lo que haga Rajoy.

Aguirre juega al ratón y al gato en función de los peones que seleccione para hacer avanzar el partido durante los próximos cuatro años. Y juega a advertir de que, cualquier movimiento que no le agrade, será suficiente motivo para que salga a la palestra y opte al puesto que ostenta el máximo mandatario popular. No se engañen, no menosprecien su poder. En el PP existen miles de rostros parecidos a los ministros que tendrá Berlusconi a su lado, procedentes de la Liga Norte.

Apartando por ahora todo este entramado y cuya solución la veremos en escasas semanas, sí me llama poderosamente la atención algo dicho anoche por la candidata ‘in pectore’. Criticó el gasto público de los ministerios y especialmente los de nueva creación, considerando innecesarias carteras como la de la gaditana Bibiana Aído. Pues qué quiere que le diga, señora Aguirre, lo que me parece absolutamente absurdo y un gasto innecesario es que exista la Comunidad de Madrid. ¿Para qué puñetas se creó una comunidad que aglutina nada más que a la capital de España y sus alrededores, cuando precisamente Madrid es la capital de España, donde se ubica todo el centro neurálgico de este país, las administraciones y como ciudad se basta y sobra sin necesidad de una cámara que representa a no sé quién y organismos duplicados e incluso triplicados? ¿Por qué no propone a Manuel Chaves crear la comunidad de Sevilla?

1 comentario:

  1. Merci pour la critique sensée sur arrozamargo.blogspot.ru. Moi et mon voisin ont été simplement prépare à faire quelques recherches à ce sujet. Nous avons eu un prendre un livre dans notre bibliothèque locale, mais je pense que j'ai appris plus de ce poste. Je suis très heureux de voir ces informations étant très partagés librement là-bas.

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