Los Oscars tocan fondo. El cine quizá también.
Me pregunto si la 93º ceremonia de los Oscar es un reflejo del estado actual y general del cine o el cine es un reflejo de la enorme pobreza que sus creadores demostraron en la ceremonia.
Como aun ando afectado por el sopor provocado por el desastre de anoche, no voy a hacerme más preguntas complicadas y dejo un vídeo en el canal #UltimoEstreno de Youtube contando lo vivido hace unas horas y el futuro que nos espera como esto no tome otros derroteros.
Porque los Oscars no le interesan a nadie. Han logrado, conforme han pasado los años, que aquel ritual anual con la expectación y la ilusión que generaban en los aficionados al cine, se haya ido al carajo. Lo que me acaba de rematar es una conversación mantenida esta mañana con un seguidor de #UltimoEstreno: "José Carlos, es que yo hace años que no es que no vea los Oscars, es que no voy al cine. Si acaso me pongo alguna película en mi casa, muy de vez en cuando, que me atraiga un poco, y nada más. Aquello que suponía ir a una sala de cine, salir de ella impactado, deseando volver a los pocos días, guardar dinero para comprar entradas cada semana... Aquello pasó, me han echado de aquella afición de tantos años, ya no me interesa nada".
Te dicen eso y te hunden la vida, más cuando te has llevado siete horas seguidas aguantando mierda en la pantalla, días organizando cómo entretener al personal que aun le interesa algo esto y muchos meses viendo películas espantosas que no te dicen nada.
Hacía años que no veía una ceremonia tan impostada, con un milimétrico porcentaje apabullante de gente de color (negro, que decían Les Luthiers) para contribuir a una falsa sensación de que es el año del cine auténtico, provocado por la pandemia, no el de las majors, que ese es falso y vacío. Ahora resulta que aguantar dos horas de una película de una tía con la misma cara de siempre que literalmente se nos muestra cagando en su furgona mientras trata de encontrar su propia mierda de vida es muy, muy real e independiente, cuando esta cosa la produce y la distribuye Disney. Disney dando lecciones de hippismo. Anda y que os den.
O los coreanos mirándole el culo a los pollos, que viven también en un autobús. O el tío que pierde el oído tocando la batería, otras dos horas de una pareja autómata dando tumbos.
Es lo que hay. Es lo que impera. Anoche todo era muy inclusivo y mucho inclusivo, mucho fantasma pero de color o muy modernos ellos y ellas con sus vidas en pareja. Me preguntaba constantemente dónde estaban Scorsese, Spielberg, Coppola, De Niro y tanta gente que durante años pasados, con tan solo aparecer en la alfombra roja, generaban un halo incomparable.
Hemos copiado durante décadas esta ceremonia y nos hemos reído de nuestro ridículo al imitarles. Ahora no tengo dudas en felicitar a Antonio Banderas y a su equipo por lo que hicieron en los Goya. Ciento y raya les dimos a estos desganados e impostados de anoche, que han perdido el concepto que mueve el cine: la magia, la diversión y el glamour.
Os dejo la primera parte del programa de anoche antes de abrir la sala chat en facebook:
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