miércoles, 6 de noviembre de 2013

Incongruentes

Creo francamente que uno de los motivos por los que el ser humano pierde tanto la razón como la dignidad es por su incoherencia.

El mundo está lleno de incongruentes. Existe una delgada línea entre ser consecuente y tener mano izquierda. En ocasiones, asentir lo que dice el otro o simplemente hacer de convidado de piedra en determinadas situaciones se convierten en comportamientos justificados en mayor o menor medida por intereses de importancia particular: conservar un empleo, no perder una amistad de años, proteger a la familia... Entonces no se entra en batallas pírricas y se pasa de puntillas ante situaciones, comentarios o trayectorias humanas incoherentes. A eso lo llaman diplomacia o, como decíamos, 'mano izquierda'. En otras ocasiones no hay nada en juego y entonces es cuando no se entiende no solo una protocolaria respuesta o un correcto mutis por el foro, sino un apoyo de una u otra manera a posturas indefendibles. Es cuando entra en escena la incoherencia, que suele ir unida a la inmadurez.


Monseñor Juan José Asenjo (Fotografía: seminariosevilla.org)

Toda esta pedantería viene a colación porque el arzobispo de Sevilla acaba de declarar que, si una hermandad no se preocupa por estar unida, "los cultos son un tinglado de cartón piedra". Han sido sus palabras textuales. Un par de días después de esta sentencia tan acertada leo perplejo (cada vez menos asombrado) que varios hermanos del Nazareno del Amor de Cádiz, entre ellos uno de los dos candidatos a hermano mayor en el cabildo previsto a final de mes, se han liado a golpes en plena Plaza de San Juan de Dios gaditana con denuncias policiales incluidas. Muy propio, pertenecer al Nazareno 'del Amor' y pegarse de ostias (con perdón) por un quítame allá de un cargo. Se ve que han leído a monseñor Asenjo. Este sonrojante suceso viene reflejado en los periódicos, no está extraído de rumores ni mentideros cofrades.

Se convierten pues estas actitudes en un diáfano ejemplo de incoherencia, porque imagino que llevar una vara vestido con capirote no reporta beneficios económicos, ni posición social, ni te convierte en un Corleone de la sociedad gaditana. No es que defienda a los 'interesados' ni justifique la actitud de los de 'mano izquierda' que anteriormente expliqué, pero al menos se juega con cartas valiosas. En nuestras cofradías -de Cádiz, La Isla, Chiclana, El Puerto- desconozco qué es lo que les lleva a todos estos a la absoluta incoherencia. No es por menospreciar, pero ser de la junta del Nazareno del Amor de Cádiz no creo que prestigie como para llegar a pegarse mamporros por el cargo. En Chiclana se destituyó recientemente a una junta por falsedad documental probada, lo que me lleva a pensar cuál es el límite de unos dirigentes de una cofradía desconocida a cometer un delito por perpetuarse en sus sillas. En San Fernando tenemos ejemplos de insultos en redes sociales que no llegaron a más en varias hermandades porque aquí hasta que no practican el método 'San Juan de Dios del Amor', el Obispado no quiere saber nada de nada. Pero los hechos están ahí. Y en El Puerto, siguiendo la estela de poblaciones como (mal) ejemplo, una hermana mayor va a prisión porque birló unas cuantas joyas semibaratas prestadas a una Virgen.

Incoherencia a raudales, pero tanto o más la observo en quienes hace ya tiempo debían haber controlado estos desmanes con mano de hierro, que para eso han sido expertos en los dos mil años anteriores en muchos otros frentes abiertos. No es mi intención acusar de incoherente a monseñor Asenjo, al que conocí en una pequeña charla cuando era obispo de Córdoba y me dio la impresión de ser un pastor serio y reflexivo, aunque eso lo parecen todos en una primera visión. Lo que me cuesta entender es que el prelado de la Archidiócesis hispalense reclame, a continuación de su llamamiento a una ilusa unidad en el mundo cofrade, "una clara e inequívoca identidad religiosa y no consientan (las hermandades) que la dimensión social o cultural, de suyo relativa y secundaria, prevalezca sobre lo que debe constituir el corazón de estas instituciones, que son, ante todo, asociaciones públicas de fieles con una finalidad muy clara, el culto, la santificación de sus miembros, el apostolado y el ejercicio de las obras de caridad” .

A colación de esto último -que se me antoja fundamental en los momentos que vivimos y padecemos-, monseñor Asenjo advierte que "de poco servirían, queridos cofrades, vuestros cultos esplendorosos y la belleza de vuestras  procesiones, si en vuestra vida asociativa la primera preocupación no es (...) la unidad en el seno de la Hermandad y la comunión con los pobres", para advertir que, de no practicar estas premisas, "estaríamos ante un enorme tinglado de cartón piedra, detrás del cual solo existe el vacío".

Me congratulan las palabras de Asenjo, pero debo ser un consumado ignorante o corto de entendederas, ya que la dichosa incoherencia vuelve a rondar mi cabeza, porque este llamamiento no responde a las actitudes de los que al final deciden sobre las hermandades y cofradías, ya sea por ordeno y mando o por omisión. No entiendo el llamamiento a la "comunión con los pobres" cuando el propio Arzobispado, por poner un solo ejemplo, ha permitido que una hermandad sevillana -Siete Palabras, para ser más exacto- cumpla con su capricho de cambiar casi al completo en breve su paso de palio, algo que sería comprensible si no respondiera a la dignidad que deben de mostrar los enseres y elementos que rodean a las imágenes titulares de cada cofradía en cuestión, pero se da la circunstancia de que esta corporación cambiará un valioso palio bordado entre 1997 y 2001 por el prestigioso taller de Fernández y Enríquez en Brenes. Parece que a los actuales dirigentes no les agrada "lo basto de su bordado", como dicen por San Vicente, y ahora quieren algo más fino. Y como eso, otros elementos del palio. Palacio da el visto bueno y todos tan contentos. Y como este ejemplo, algunos más -bastantes- repartidos por la geografía andaluza.

Es decir, que ya se cambian pasos y palios no por trasnochados o deteriorados, sino porque no gustan aunque hayan costado miles de euros. Debe ser que no entiendo bien el significado de la incoherencia o de los desmanes ocultados por los cheques en blanco que suponen las obras de caridad ahora tan cacareadas y con las que pretenden tener vía libre para seguir en unas trece que bajo ningún concepto se enmarcan en lo que piden prelados que siguen consintiendo lo que después lamentan.

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