Hoy se cumplen 40 años del fallecimiento de Alfred Hitchcock.
Cuesta trabajo encontrar a un director tan chapucero en hacer transparencias en tantas secuencias de sus películas, o que le deba tanto a gente que trabajó con él codo con codo como Bernard Herrmann. Pero Hitchcock es mucho más que efectos especiales primitivos o la música para una ducha, una ladrona compulsiva o una forzado final con monja incluida.
Soy un ferviente seguidor de 'Psicosis'. La figura de Norman Bates me fascina, pero debo reconocer que 'Los pájaros' es la película que me provoca más inquietud, no medida en función del terror que pueda provocar, sino en su historia en sí. Si a Hitchcock le gustaba el retorcimiento, aquí cualquier otro que podamos apreciar en una película se queda a medio camino.
'Los pájaros' no es nada y es todo.
Es asombroso que unos animales indefensos, desde siempre en armonía con el ser humano, sean capaces de invadir gradualmente nuestro espacio de esa manera hasta llegar a un final que hoy día sería incomprendido ¿Cómo van a triunfar estos pajarracos sobre los seres humanos?
Ganan 'los malos' que, en realidad, no lo son tanto.
Muchos han querido ver una metáfora sobre las limitaciones del hombre y su fragilidad ante la naturaleza, pero creo que a Hitchcock le importaba un carajo el ecologismo. Él era un agotador de mujeres, un mago del humor negro, pero sobre todo un retorcido mental y un obseso de historias blancas con resquicios para volverlas negrísimas. Y 'Los pájaros' es su ejemplo más absoluto.
"Transpuesto en diálogo de pájaros, el sonido de este silencio artificial quiere decir lo siguiente: "No estamos todavía listos para atacaros, pero nos prepararemos. Somos como un motor que ronronea. Pronto arrancaremos". Son las palabras que Hitchcock le trasladó a François Truffaut sobre el final de 'Los pájaros'.
Hitchcock hubiera sido un enorme director de películas de superhéroes hoy día, no la mierda que hacen estos.
Os invito a ver el siguiente vídeo, donde profundizo sobre Hitchcock y 'Los pájaros':