Veinte años no es nada, decía Gardel. Veintitrés casi tampoco. Sólo el dilatado periodo de tiempo que deja de serlo para transformarse en segundo cuando vuelves a compartir las horas con quienes antaño formaron parte de tu juventud.
No conozco a nadie que estudiara en el
Instituto 'Isla de León' de San Fernando que mantenga malos recuerdos del centro. Generaciones enteras de isleños e isleñas se han formado como alumnos y forjado como jóvenes entre sus paredes y no he visto un cariño semejante al que muestran sus antiguos estudiantes cuando hablan de él y de la mayoría de sus profesores. Cuando abandonas el instituto, dejas a una familia marcada con letras de oro en el tiempo. Quizás no veas a 'tus familiares' hasta bien transcurrido el tiempo, pero cuando lo haces, revives con emoción momentos de pupitres y se agolpan los nombres de profesores que, generalmente, son recordados con enorme cariño.
Llegué al 'Isla de León' tarde, para cursar lo que en su momento era Segundo de BUP, con bastantes ganas de olvidar mi experiencia en el colegio Argantonio de Cádiz. Sólo fueron tres años en el centro de Enseñanza Secundaria, muy intensos y que sirvieron para corroborar dos cosas: que la enseñanza pública era igual o más válida que la privada y que aquel instituto tenía un halo distinto al resto, donde la convivencia y el entendimiento entre la comunidad educativa era su principal valor, añadiéndole la actitud general del alumnado.
Ahora, veintitantos años después, cuando quienes a mediados de los ochenta ocupábamos las aulas y fuimos los alumnos de los dos COU de Letras, nos hemos reunido en un emotivo reencuentro en el que no podíamos tener mejores representantes de nuestros profesores de antaño. Y así, en un almuerzo celebrado en el Club de Oficiales, conversamos durante horas con Bella y Ramón, nuestros docentes de Arte y de Historia, a los que los vi disfrutar con nuestros recuerdos y alguna otra sorpresa. No podía dejar pasar esta cita sin llevarme en el bolsillo una fotografía de la inolvidable excursión a Granada o un examen de Bella corregido con su bolígrafo rojo y mi nota perenne, "Insuficiente alto", con el objetivo de reivindicar más puntuación varias décadas después. La cara del personal era un poema. Lo mejor, sin duda. Lo peor, que Bella no me subió medio punto para aprobar a pesar del tiempo transcurrido. Incorruptible. Menos mal que Arte lo aprobé con holgura llegado el momento... Fue una jornada de risas, alegrías y muchos recuerdos.
Bella es una institución en el Isla de León, una 'personaje' que decimos por esta tierra. A generaciones enteras de isleños le ha dado clase y contar con ella en esta cita fue maravilloso. Ramón, que llegó muy joven al Instituto para darnos clase, poseía una especial sintonía con los alumnos, y en el almuerzo nos comentaba, sin titubear, que fuimos estudiantes "de muy alto nivel", y no sólo en comparación con los actuales. Nos reflexionó al respecto y a decir verdad, jamás pensé que habíamos sido tan buenos. Y no lo aseveró para pelotearnos ni imbuido por el cariño que nos tiene.
También recordamos a Magdalena, Puri Guillén, Paco Vera, María Jesús Pollo, María Luisa Aguinaga, Luis Flores, Juan de la Fuente, Pepe Piñero, Fermín Lobatón... Nos trasladamos en el tiempo y nos vimos en aquellos pupitres de tonos verdes frente a las pizarras, junto a compañeros de bancada que, en el almuerzo, comprobamos como algunos no han cambiado mucho a pesar de los años, otros estamos más hermosos en kilos, las chicas de clase siguen guapísimas y Monchi sigue aportando la chispa de la vida allá donde va, la que le sale del alma embargada por las artes escénicas desde que fuera un niño y personalmente tuviera la particular fortuna de conocerlo en nuestro Instituto.
No sé cómo agradecer a Manolo Aleu y Rosa Mira que mantuvieran aquel grupo en facebook, 'El garaje de COU', durante los meses previos, para así alimentar la llama de la ilusión por reencontrarnos. Gracias de corazón por esta preciosa iniciativa y llevo a todos en el alma, a los que nos vimos hace escasos días y a los que por circunstancias no pudieron venir. Ojalá la próxima sea pronto y volvamos a rememorar años de recuerdos de los bollos de la Estrella en el recreo, la cantina del 'Tuto', las camisas de Juan de la Fuente, las diapositivas de Bella, la chillona alarma y las falsas amenazas de bomba, las miradas fugaces que hicieron aflorar amores adolescentes recordados con cariño, las colchonetas verdes del gimnasio, Angelita en la portería, los primitivos ordenadores del aula de informática, los ventanales que guardaron tantos suspiros como mudos testigos de ilusiones personales...