jueves, 10 de mayo de 2018

La Feria del Carmen y de la Sal


Era una feria del Carmen y de la Sal de mediados de los años setenta. 
La Misericordia, pionera en montar caseta en el parque Almirante Laulhé, le regaló a mi abuela Catalina un cuadro con la imagen del Señor de la Misericordia por su colaboración con la hermandad de siempre de mi familia (quien está detrás de ella en la foto es mi padre). Yo, con apenas cinco o seis años, ya intentaba copiar a los mayores, pero como obviamente no me dejaban servir tras la barra ni mucho menos cobrar, me dedicaba a recoger botellines de kas-kola (estuvo de moda unos cuantos años, por desgracia), le daba con un paño a las mesas, avisaba de las bombillas de colores que se fundían en las guirnaldas que colgaban de los eucaliptos que te cuadraban en pleno patio de la caseta o advertía sobre los farolillos que empezaban a tener un color más bien negrucio porque las lámparas que se colocaban dentro eran de 60 watios para arriba. Una temeridad de las muchas de otros tiempos... 
La Feria era, tras la Semana Santa, la fecha que esperaba con mayor ilusión. Era genial compartir aquellas noches de verano en la caseta con los niños y niñas de mi edad, ver a la gente agolpada en la puerta para entrar y mirar extrañada porque comenzaban a verse muchos más trajes de faralaes que antes, dar vueltas con nuestros padres para disfrutar de La Ola, El Látigo, El Badén, El Gusano Loco, El Galeón -versión doble y moderna de las antiguas 'Cunitas'-, la Noria, el Canguro, por supuesto los coches de choque... 
La Feria estaba marcada en mi calendario anual. Era convivir en hermandad y antes ver a miles de personas subir San Diego, Isaac Peral, camino por la calle Rosario en dirección hacia el Parque. Toda una ciudad movilizada por su fiesta del verano. El Puente Zuazo se veía a lo lejos con colas kilométricas de coches entrando en la ciudad hacia la Magdalena. Y pierdo la cuenta de cuántos años estuve tras la barra de mi caseta, que iba adaptándose a los tiempos que ya, ni por asomo, son los mismos. 
He llevado siempre la Feria muy dentro y le he tenido mucho cariño. Cuando han pasado más de cuarenta años desde aquella visión infantil que os contaba, no me podía imaginar que iba a tener la oportunidad y el privilegio de trabajar por mi ciudad en algunos asuntos como, precisamente, la Feria del Carmen y de la Sal. 
Hoy, ayudando a ponerla en valor, me he acordado de aquellos años, décadas, recogiendo botellas, sirviendo pinchitos, limpiando las planchas, grabando música salsera en la radio a escondidas para pincharla cuando caía la madrugada, y brindando por nuestros planes futuros con mis amigos de la hermandad, sentados en sillas de tijera. Algunos se cumplieron, otros no. Varios a medias. Pero allí estábamos, donde todos y todas debemos continuar estando para que nuestra feria sea 'La Feria' que siempre fue, adaptada a lo que piden los tiempos actuales.


martes, 8 de mayo de 2018

La programación de películas del Cine Almirante hace casi 26 años, semanas antes de su cierre


¿Sabéis qué es este papel? Se trata de la programación que, cada semana y para que yo la comentara en 'Último Estreno', me facilitaba la empresa de José Luis Ballester con las películas que se iban a proyectar. 
Este cuadrante en concreto es del 29 de octubre al 4 de noviembre de 1992, es decir, hace casi 26 años, y a pocas semanas del cierre definitivo del Cine Almirante, que se produjo el 16 de diciembre. 
Fijaos en el estreno 'estrella' de esa semana: 'La ciudad de la alegría', la película protagonizada por Patrick Swayze. El Almirante la puso en el mismo día del estreno en España, algo que en los últimos meses antes de cesar su actividad era habitual porque a Ballester le había salido un serio competidor varios kilómetros más allá: en junio habían abierto los Cines de Cinesa en Bahía Sur, así que el monopolio se había acabado y había que conseguir espectadores, aunque finalmente el Almirante terminó por cerrar, tras casi medio siglo de actividad, con su empresario esgrimiendo competencia desleal por parte de la empresa exhibidora catalana e indolencia ante ello por parte de la administración local. 
La otra película que se proyectaba en la sala 2 -'la de arriba', en forma de anfiteatro- era 'Navy Seals', que ya se había estrenado por ahí tiempo antes. Un espanto bélico que tiene como curiosidad que parte del rodaje se llevó a cabo en San Fernando, cuando el Zaporito y la calle Tomás del Valle la llenaron de escombros, coches arrasados y los americanos salían por patas tras una misión de rescate en un país islámico terrorista. Dirigía Lewis Teague, el de 'La joya del Nilo', y estaba en ella Charlie Sheen, pero aquello fue insufrible. En el rodaje nos lo pasamos mejor que viéndola, porque en los planos se colaba Rioja haciendo fotos para el Diario, entre el cabreo del equipo de dirección y... bueno, lo típico. Cuando en Cádiz se rodó 'El día que nací yo' con la Pantoja, una secuencia en la Caleta fue memorable con la gente 'reventando' el rodaje a base de guasa. Pero eso ya lo contaré en otra ocasión. 
Y como Ballester tenía también cines en Sanlúcar y Chipiona, pues en ese planillo de proyecciones escrito a máquina figuraban las de esas salas. Por entonces se podía ver 'Llamaradas ' o 'Arma Letal 3', que se había estrenado en agosto, pero sanluqueños y chipioneros tuvieron que esperar tres meses para verla. Lo de 'Piernas de terciopelo', ni lo comento. En realidad era 'Orquídea Salvaje 2', y... ¡Joder, si he dicho que no lo voy a comentar!

lunes, 7 de mayo de 2018

Cinco años sin Ray Harryhausen, el creador más imaginativo y artesano de los efectos especiales en el cine


Hoy, 7 de mayo, hace cinco años que nos dejó Ray Harryhausen. 
Este tipo, con nombre tan sonoro y repetitivo al pronunciarlo, quizá no le suene a mucha gente. Pero sin él no existirían los efectos especiales tal y como los conocemos hoy día. Harryhausen, que recibió un homenaje en el Festival de Sitges de 1995 -ahí en la fotografía, junto a un sujeto gafón que soy yo, unas horas antes de la ceremonia- fue el artesano que le tocó trabajar en un época en la que no había ordenadores ni nada que se le pareciera. Fotograma a fotograma, moviendo hueso a hueso de esqueleto a cada paso en, por ejemplo, 'Simbad y la princesa' (1958) o haciendo andar a una réplica de dinosaurio cambiándole la posición de una pata de plástico, logró recrear la quintaesencia del cine, la magia de la pantalla: convertir lo estático, lo inerte, en vida y engañar al ojo humano. 
Ganador del Oscar en 1949 por 'El gran gorila', muchos como Tim Burton o Steven Spielberg han sido admiradores o aprendieron y practicaron su técnica. Falleció a los 92 años y, paradojas de la vida, sus padres lo llevaron a ver una representación de 'El mundo perdido' de Conan Doyle, cuando tan solo contaba con cinco años. 
 Cuando hoy en pantalla todo es tan impersonal, donde la apariencia del vídeojuego ha barrido los cánones estéticos del cine, recordar a Ray Harryhausen es casi un obligación. 
Creo tener localizada la entrevista que le hice, la busco y lógicamente estará en cinta cassette. Prometo sacar algunas frases suyas en próximos días.


Cuatro motivos para premiar (siempre) a Martin Scorsese


sábado, 28 de abril de 2018

Martin Scorsese, Premio Princesa de Asturias de las Artes 2018


La verdad es que resulta complicado elegir las mejores películas de Martin Scorsese. Tanto como pensar si era más justo concederle el premio Princesa de Asturias de las Artes a él o a Ennio Morricone, que era el otro candidato del que más se hablaba. La teoría nos dice que Scorsese podría haber esperado algunos años más y que Morricone es la última leyenda viva de la música de cine, nacido en 1928 y que desgraciadamente, algún día no muy lejano nos dejará. Pero claro, también tienes a John Williams, que es cuatro años más joven que Morricone, pero con 86 tacos a sus espaldas. Eso sí, es más fácil llevar al italiano a Oviedo que al compositor favorito de Spielberg, que después de 20 años sin pisar suelo europeo, nos ofrecerá en octubre un concierto en el Royal Albert Hall de Londres al que tendré la inmensa dicha de asistir.
Me enrollo y no llego a donde quería. ¿Por dónde iba? Ah, sí... Si tuviéramos que elegir lo mejor de Scorsese, ¿con qué nos quedaríamos? Con seguridad, en todas las listas entraría 'Taxi Driver', no habría dudas. Casi también 'Toro Salvaje', ambos peliculones. Algunos se olvidarían injustamente de esa joya que fue 'Jó que noche' (absurda traducción de 'After Hours') y, a partir de ahí, están quienes elegirían 'Uno de los nuestros' (yo no lo haría) o 'Gánster de Nueva York' (aun menos entre mis favoritas). No entiendo esa indiferencia hacia 'Casino', que personalmente sí la tengo entre lo mejor de lo mejor de Scorsese, con esa filigrana de montaje, esas corales interpretaciones inconmensurables y ese inicio con los títulos de crédito (Saul Bass, ¿quién si no?) que parece reventarnos la película en cuanto De Niro le da la vuelta a la llave al entrar en el coche. ¿A quién se le ocurre jodernos al personaje nada más empezar? A Scorsese. O a otro grande, como Brian de Palma en 'Atrapado por su pasado'. Directores con licencia para hacer lo que quieran porque las dos horas que vienen después, o el tiempo que necesiten, son para enmarcarlas en lo mejor rodado en toda la historia del cine.



Pues eso. Y 'El lobo de Wall Street', con sus delirios, grandezas y miserias, me parece también de lo mejor de Scorsese.
Luego están los remakes o continuaciones, como 'El color del dinero' o la sobrevalorada 'El cabo del terror'. Y peñazos, que las hay. 'Kun Dun', 'Silencio' o 'La última tentación de Cristo', película con la que tengo una relación amor-odio. Interesantísimo guión, historia sobre la dualidad de Cristo y su papel humano o redentor, atrayente hasta límites extraordinarios pero cinematográficamente lineal. Maltratada por sectores retrógrado-cazurros a los que ya estamos acostumbrados, la banda sonora de Peter Gabriel es una auténtica maravilla.
En fin, que si a Scorsese se le puede calificar de algo además de magnífico director, es de cineasta sumamente interesante, dúctil y talentoso.
Y tú, ¿con cuáles te quedas de Martin Scorsese?