domingo, 2 de septiembre de 2012

Torre de Babel sanitaria

Este país es un cachondeo sonrojante. No entremos a valorar o rechazar la medida del Gobierno con respecto a la atención sanitaria a los 'sin papeles'. Yo lo que detecto es mucha desinformación. Escucho a una parte de los ciudadanos preguntar lo lógico: si no tienen papeles, ¿por qué reciben asistencia pagada por los que los tienen? Si son 'sin papeles', ¿qué puñetas es entonces una tarjeta sanitaria? Otra parte abandera el concepto de solidaridad para criticar una decisión que provoca el debate. Basta ver este enlace con la noticia explicada por Europa Press para comprobarlo. Muy a tener en cuenta los comentarios y sus argumentos: http://www.europapress.es/salud/noticia-inmigrantes-papeles-pierden-sabado-derecho-tener-tarjeta-sanitaria-espana-20120831131510.html.

Lo que vengo a decir es que España continúa siendo una peligrosa Torre de Babel a cuya carajera monumental sigue contribuyendo un Gobierno formado por un partido que se presupone centralista. ¿Qué es eso de que cada comunidad autónoma aplique la atención o desatención a los 'sin papeles' como lo consideren oportuno? ¿La sanidad en España se mueve al antojo de quien gobierne en Andalucía o en La Rioja? ¿Aquí se ponen vacunas, se cobran, y allá no? ¿Los ingresos por esos conceptos tienen destino común o al interés de cada autonomía? ¿El inmigrante se le trata como persona de primera en un lugar y a cien kilómetros con otro status? A la hora de alcanzar acuerdos -interesantes- con otros países como ya ha propuesto Ecuador, que permita que terceros estados paguen la atención, ¿se sentarán diecisiete consejeros de Sanidad con un ministro ecuatoriano mientras el del Ejecutivo español contempla la partida de pingpong? En un ámbito profesional en el que la deontología resulta fundamental, ¿es mejor médico el que atiende en Galicia que en Madrid? ¿Provocará divisiones entre los colegios profesionales por diversos tipos de agravios? ¿Nadie se percata de que las fracturas sociales vienen siendo provocadas desde tres décadas atrás por la aplicación de acuerdos insolidarios manejados por actitudes políticas nacionalistas? ¿Nadie va a poner freno a los desmanes de la república federal encubierta y anárquica que lleva siendo España desde hace años?

viernes, 31 de agosto de 2012

"Messi es un perro"


Extraordinario artículo de Hernán Casciari que he encontrado en el blog de la Editorial Orsai.

"Escribí esto hace dos o tres meses. Pero bien podía haberlo escrito el sábado a la noche, después del cuatro a tres contra Brasil. Esta reflexión apareció en las páginas 128 y 129 de la revista Orsai número seis y, desde que se publicó, me moría de ganas de ponerla en el blog, de contrabando. Solamente esperaba el momento oportuno para que cada palabra tuviera, otra vez, el apoyo de lo inmediato. Y hoy es buen momento. Me reafirmo, entonces, en la teoría del hombre perro.
El texto empezaba así:
La respuesta rápida es por mi hija, por mi esposa, porque tengo una familia catalana. Pero si me preguntan en serio por qué sigo acá, en Barcelona, en estas épocas horribles y aburridas, es porque estoy a cuarenta minutos en tren del mejor fútbol de la historia.
Quiero decir: si mi esposa y mi hija decidieran irse a vivir a Argentina ahora mismo, yo me divorciaría y me quedaría acá por lo menos hasta la final de la Champions. Y es que nunca se vio algo parecido adentro de una cancha de fútbol, en ninguna época, y es muy posible que no ocurra más.
Es verdad, estoy escribiendo en caliente. Redacto esto la misma semana en que Messi hizo tres para Argentina, cinco para el Barça en Champions y dos para el Barça en Liga. Diez goles en tres partidos de tres competiciones diferentes.
La prensa catalana no habla de otra cosa. Durante un rato, la crisis económica no es el tema de inicio en los noticieros. Internet explota. Y en medio de todo esto a mí me acaba de pasar por la cabeza una teoría extraña, muy difícil de explicar. Justamente por eso intentaré escribirla, a ver si termino de darle vuelo.
Todo empezó esta mañana: estoy mirando sin parar goles de Messi en Youtube, lo hago con culpa porque estoy en mitad del cierre de la revista número seis. No debería estar haciendo esto.
De casualidad hago clic en una compilación de fragmentos que no había visto antes. Pienso que es un video más de miles, pero enseguida veo que no. No son goles de Messi, ni sus mejores jugadas, ni sus asistencias. Es un compilado extraño: el video muestra cientos de imágenes —de dos a tres segundos cada una— en las que Messi recibe faltas muy fuertes y no se cae. 
No se tira ni se queja. No busca con astucia el tiro libre directo ni el penal. En cada fotograma, él sigue con los ojos en la pelota mientras encuentra equilibrio. Hace esfuerzos inhumanos para que aquello que le hicieron no sea falta, ni sea tampoco amarilla para el defensor contrario.
Son muchísimos pedacitos de patadas feroces, de obstrucciones, de pisotones y trampas, de zancadillas y agarrones traicioneros; nunca las había visto a todas juntas. Él va con la pelota y recibe un guadañazo en la tibia, pero sigue. Le pegan en los talones: trastabilla y sigue. Lo agarran de la camiseta: se revuelve, zafa, y sigue.
Me quedé, de repente, atónito, porque algo me resultaba familiar en esas imágenes. Puse cada fragmento en cámara lenta y entendí que los ojos de Messi están siempre concentrados en la pelota, pero no en el fútbol ni en el contexto.
El fútbol actual tiene una reglamentación muy clara por la que, muchas veces, caer al suelo es asegurar un penal, o conseguir que se amoneste al zaguero contrario es propicio para futuros contragolpes. En estos fragmentos, Messi parece no entender nada sobre el fútbol ni sobre la oportunidad.
Se lo ve como en trance, hipnotizado; solamente desea la pelota dentro del arco contrario, no le importa el deporte ni el resultado ni la legislación. Hay que mirarle bien los ojos para comprender esto: los pone estrábicos, como si le costara leer un subtítulo; enfoca el balón y no lo pierde de vista ni aunque lo apuñalen.
¿Dónde había visto yo esa mirada antes? ¿En quién? Me resultaba conocido ese gesto de introspección desmedida. Dejé el video en pausa. Hice zoom en sus ojos. Y entonces lo recordé: eran los ojos de Totín cuando perdía la razón por la esponja.
Yo tenía un perro en la infancia que se llamaba Totín. Nada lo conmovía. No era un perro inteligente. Entraban ladrones y él los miraba llevarse el televisor. Sonaba el timbre y no parecía oírlo. Yo vomitaba y él no venía a lamer.
Sin embargo, cuando alguien (mi madre, mi hermana, yo mismo) agarraba una esponja —una determinada esponja amarilla de lavar los platos— Totín enloquecía. Quería esa esponja más que nada en el mundo, moría por llevarse ese rectángulo amarillo a la cucha. Yo se la mostraba en mi mano derecha y él la enfocaba. Yo la movía de un lado a otro y él nunca dejaba de mirarla. No podía dejar de mirarla.
No importaba a qué velocidad moviera yo la esponja: el cogote de Totín se trasladaba idéntico por el aire. Sus ojos se volvían japoneses, atentos, intelectuales. Como los ojos de Messi, que dejan de ser los de un preadolescente atolondrado y, por una fracción de segundo, se convierten en la mirada escrutadora de Sherlock Holmes.
Descubrí esta tarde, mirando ese video, que Messi es un perro. O un hombre perro. Esa es mi teoría, lamento que hayan llegado hasta acá con mejores expectativas. Messi es el primer perro que juega al fútbol.
Tiene mucho sentido que no comprenda las reglas. Los perros no fingen zancadillas cuando ven venir un Citroën, no se quejan con el árbitro cuando se les escapa un gato por la medianera, no buscan que le saquen doble amarilla al sodero. En los inicios del fútbol los humanos también eran así. Iban detrás de la pelota y nada más: no existían las tarjetas de colores, ni la posición adelantada, ni la suspensión después de cinco amarillas, ni los goles de visitante valían doble. Antes se jugaba como juegan Messi y Totín. Después el fútbol se volvió muy raro.
Ahora mismo, en este tiempo, a todo el mundo parece interesarle más la burocracia del deporte, sus leyes. Después de un partido importante, se habla una semana entera de legislación.
¿Se hizo amonestar Juan exprofeso para saltarse el siguiente partido y jugar el clásico? ¿Fingió realmente Pedro la falta dentro del área? ¿Dejarán jugar a Pancho acogiéndose a la cláusula 208 que indica que Ernesto está jugando el Sub-17? ¿El técnico local mandó a regar demasiado el césped para que los visitantes patinen y se rompan el cráneo? ¿Desaparecieron los recogepelotas cuando el partido se puso dos a uno, y volvieron a aparecer cuando se puso dos a dos? ¿Apelará el club la doble amarilla de Paco en el Tribunal Deportivo?
¿Descontó correctamente el árbitro los minutos que perdió Ricardo por protestar la sanción que recibió Ignacio a causa de la pérdida de tiempo de Luis al hacer el lateral?
No señor. Los perros no escuchan la radio, no leen la prensa deportiva, no entienden si un partido es amistoso e intrascendente o una final de copa. Los perros quieren llevarse siempre la esponja a la cucha, aunque estén muertos de sueño o los estén matando las garrapatas.
Messi es un perro. Bate records de otras épocas porque solo hasta los años cincuenta jugaron al fútbol los hombres perro. Después la FIFA nos invitó a todos a hablar de leyes y de artículos, y nos olvidamos que lo importante era la esponja.
Y entonces un día aparece un chico enfermo. Como en su día un mono enfermo se mantuvo erguido y empezó la historia del hombre. Esta vez ha sido un chico rosarino con capacidades diferentes. Inhabilitado para decir dos frases seguidas, visiblemente antisocial, incapaz de casi todo lo relacionado con la picaresca humana. Pero con un talento asombroso para mantener en su poder algo redondo e inflado y llevarlo hasta un tejido de red al final de una llanura verde.
Si lo dejaran, no haría otra cosa. Llevar esa esfera blanca a los tres palos todo el tiempo, como Sísifo. Una y otra vez. Guardiola dijo, después de los cinco goles en un solo partido:
-El día que él quiera hará seis.
No fue un elogio, fue la expresión objetiva del síntoma. Lionel Messi es un enfermo. Es una enfermedad rara que me emociona, porque yo amaba a Totín y ahora él es el último hombre perro. Y es por constatar en detalle esa enfermedad, por verla evolucionar cada sábado, que sigo en Barcelona aunque prefiera vivir en otra parte.
Cada vez que subo las escaleras internas del Camp Nou y de pronto veo el fulgor del pasto iluminado, en ese momento que siempre nos recuerda a la infancia, digo lo mismo para mis adentros: hay que tener mucha suerte, Jorge, para que te guste mucho un deporte y te toque ser contemporáneo de su mejor versión, y, trascartón, que la cancha te quede tan cerca.
Disfruto esta doble fortuna. La atesoro, tengo nostalgia del presente cada vez que juega Messi. Soy hincha fanático de este lugar en el mundo y de este tiempo histórico. Porque, me parece a mí, en el Juicio Final estaremos todos los humanos que han sido y seremos, y se formará un corro para hablar de fútbol, y uno dirá: yo estudié en Amsterdam en el 73, otro dirá: yo era arquitecto en São Paulo en el 62, y otro: yo ya era adolescente en Nápoles en el 87, y mi padre dirá: yo viajé a Montevideo en el 67, y uno más atrás: yo escuché el silencio del Maracaná en el 50.
Todos contarán sus batallas con orgullo hasta altas horas. Y cuando ya no quede nadie por hablar, me pondré de pie y diré despacio: yo vivía en Barcelona en los tiempos del hombre perro. Y no volará una mosca. Se hará silencio. Todos los demás bajarán la cabeza. Y aparecerá Dios, vestido de Juicio Final, y señalándome dirá: tú, el gordito, estás salvado. Todos los demás, a las duchas".

miércoles, 29 de agosto de 2012

El comisario del 'Caso Bretón'


Creo que Telecinco habrá obtenido extraordinarios resultados de audiencia anoche con la presencia del comisario jefe del 'Caso Bretón', Serafín Castro, en el programa 'Nada es igual'. Sumamente interesantes algunos de los datos aportados por el alto cargo policial. Lo que me pregunto es si el Ministerio del Interior permitió esta comparecencia en un programa caracterizado por su amarillismo, hasta dónde ha sido 'interés general' o show mediático y si un policía de tanta responsabilidad puede dar su opinión y conclusiones particulares sobre lo sucedido para que al instante le pongan el rótulo dando por sentado lo que él ha expuesto sólo como consideración personal. Castro reveló algunos detalles objetivos, pero se dedicó posteriormente a hacer de Sherlock Holmes hasta aportar conclusiones que inmediatamente han sido dadas como válidas por la misma cadena y otras. ¿Hubo intento de lavado de cara del CNP con su presencia por parte del Ministerio?. Por cierto, el comisario debió ser convencido para hacer un 'Tour' por el mismo grupo mediático, porque hoy por la mañana ha estado en el programa de Ana Rosa Quintana y posteriormente en Cuatro. No sé yo cómo valorar todo esto...

lunes, 27 de agosto de 2012

Condenas mediáticas anticipadas


Me parece preocupante que numerosos medios de comunicación muestren desde esta mañana titulares en los que dan por hecho que los huesos hallados en Las Quemadillas son de los dos niños desaparecidos en Córdoba. La existencia del informe hasta ahora desconocido y la aparición de restos óseos cierra el círculo de una presunta culpabilidad de Bretón, pero de ahí a dar por hecho algo no probado a través del ADN o los medios oportunos, va un trecho. Es lógico que la sensibilización que provoca el tema suscite una condena anticipada de la ciudadanía, con el riesgo que ello conlleva siempre, pero que los garantes de la libertad popular a través de la objetividad de su actividad y la información veraz se adelanten -o no- a los hechos no probados no es serio ni contribuye a practicar una justicia adecuada con el autor o autores del supuesto crimen ni sus víctimas.

El caso me recuerda a la aparición de los huesos en la arqueta de un piso de la gaditana barriada de la Paz en el año 2005, cuando los medios dieron por sentado que la Policía Nacional, en un show al más puro estilo peliculero americano, detuvo a una persona acusada de matar a su mujer. Durante varios días, y en los medios de comunicación a todos los niveles, se hablaba de un asesino capaz de romper en trocitos a su pobre esposa y ocultar los huesos en una tubería. Al final, aquellos restos eran de un perro.

Por cierto, el forense y antropólogo autor del informe que ha destapado el descubrimiento de los huesos en la finca es Francisco Etxeberría. En esta fotografía se le puede observar en el centro, la capté cuando asistí a las I Jornadas de Exhumación para la Memoria Histórica celebradas en Grazalema en octubre de 2008. Fueron dos días en los que me impresionaron los datos aportados por los investigadores referidos a lo sucedido en los ominosos años de la Guerra Civil y el drama que rodea a las familias que perdieron seres queridos en anónimas fosas. Escuché atentamente al profesor Etxeberría. Me pareció un excelente profesional.

jueves, 23 de agosto de 2012

Ecce-Homo

No entiendo nada de lo ocurrido con el Ecce-Homo en la localidad zaragozana de Borga. Resulta que una pintura que aseguran tiene cierta valía -al menos temporal- se deteriora y aparece una anciana que, como artista local, se cuela por la iglesia con un par de botes de pintura y comienza a dar brochazos a diestro y siniestro hasta que convierte el sufriente Cristo en un personaje de Silent Hill. Ahora, media España está escandalizada por el resultado y la otra media tirada al suelo del cachondeo.

Insisto. No lo comprendo. Hagamos hipótesis: si el lienzo tiene valor, es imposible que el párroco permita que alguien inexperto ponga la mano en la obra, ya que cualquier restauración debe pasar por una comisión de patrimonio existente en cada Obispado, en este caso el de Zaragoza. Eso lo sabrá el cura de sobras, de manera que me pregunto qué piensa hacer el prelado de la Diócesis con su sacerdote descarriado artísticamente. Si éste solicitó permiso, ¿cómo es posible que la comisión de arte permita la intervención de la obra por alguien no profesional, algo que presupongo es del todo imposible que haya sucedido?

Pongámonos en el caso de que el Ecce-Homo carezca de valor y es un cuadro de andar por casa, sin necesidad de una restauración supervisada por las altas instancias diocesanas. En ese caso, el párroco decide una chapuza de andar por casa. ¿Y conforme transcurren los días, no ve lo que está haciendo la anciana, ni siquiera se interesa, nadie de la comunidad parroquial alerta del engendro, le quita los pinceles, no sé, la convence para que pinte el salón de su casa, el cuarto de baño? ¿Los responsables municipales tampoco tienen nada que decir, que controlar? Vaya desaguisado.