domingo, 11 de febrero de 2007

No lo entiendo

Debe ser que me he vuelto demasiado escéptico, o quizás cascarrabias. Me resisto a pensar en que la insensibilidad se ha apoderado de mí, pero no encuentro explicación: me aburro soberanamente con el cine que veo desde hace varios años para acá. Y ya lo de los últimos meses, de cara a los próximos Oscar, me provoca la peor sensación que puede mostrar un ser humano hacia algo: la indiferencia. "Nunca subestimes el poder de la indiferencia", se decía en American Beauty...

Yo he sufrido por elegir realmente la mejor película hace años ante la dificultad por escoger, ya que era como hacer la manida pregunta de si quieres más a tu padre o a tu madre. Qué regusto daba ver una y otra vez joyas como La Lista de Schindler, En el nombre del padre o Lo que queda del día hace trece años para decantarte finalmente por una a la hora de concederle tu anónima estatuilla particular. Recuerdo las nominaciones de mediados de los ochenta en las que si no te convencía aquella obra maestra de Sidney Pollack que era Memorias de África tenías detrás El color púrpura de Spielberg; o John Williams competía por el premio con Jerry Goldsmith, James Horner trataba de ganar haciendo doblete en las nominaciones con Apollo XIII Y Braveheart o era difícil decidirse entre JFK, La bella y la bestia, El príncipe de las mareas... Les pongo estos ejemplos para que no me digan que me retrotraigo al cine clásico, que es lo más fácil, y así puedan rememorar lo que sucedió apenas hace unos años, en aquellas sesiones maratonianas que yo radiaba en mi programa Último Estreno y en la que ofrecí entrevistas de lujo para una fiel audiencia, con la participación telefónica de Ivonne Blake, Fernando Trueba, Carlos Pumares,...

Pero ahora el hastío ya es alarmante. Fíjense el panorama: Ahí está Babel, que dicen que es la mejor película del año y seguramente ganará la estatuilla al mejor filme. Qué previsible el disparo de los chicos, que innecesaria la historia de la mexicana, qué aburrida la lentitud con la que están narrados los devaneos de la adolescente oriental,... Qué filme más curioso para verlo un jueves en los multicines El Palillero de Cádiz dentro de Alcances rodeado de progres de izquierda con coches caros y despacharla como si fuera una producción de esas venidas de la gran puñeta con cierto y limitado interés. Pero de eso a ser lo mejor del año... Y Gustavo Santaolalla nominado a mejor banda sonora. ¿Qué banda sonora? Qué cosa más repetitiva y fea, joder...

Tampoco me explico esa euforia desmedida por El laberinto del fauno. Es la peor película de Guillermo del Toro con diferencia. Qué lejos de aquella Cronos, con un impresionante Federico Luppi en busca de la inmortalidad, el mismo que nos impresionaba con..."¿Qué es un fantasma..?" de la brillante El espinazo del diablo. Ahora, con lo del fauno, hace una cinta en la que curiosamente nadie echa en falta al bicho y sus historias cuando desaparece castigando a la pequeña y la película se convierte en un ejercicio pulcro pero nada original de una historia de malos malísimos durante la guerra civil española (¿les suena?). Justamente cuando vuelve a aparecer el fauno ("Te voy a dar otra oportunidad"... manda cojones, el guión) la película tiende nuevamente a aburrir, tanto como aquella historia de la niña entrando en la sala donde se encuentra el ser desojado que mira con las palmas de sus manos y cuya historia más parece un juego de consola (el bicho es clavado a una enfermera del Silent Hill) que a un solvente guión. Y ese militar tan hijoputa, que en el colmo de la ida de olla de Del Toro, lo coloca bajo la lluvia con gabardina y gafas andando como si del mismo Alfred Molina en Spiderman 2 se tratara... Definitivamente, al cineasta mexicano le perdió su amor por el comic. En fin... nada de nada.

Ni siquiera Dreamgirls. Miren que el musical pareció vivir un revival con Moulin Rouge y Chicago. Ambas tenían su talón de Aquiles en el guión, pero eran enormemente resolutivas y visuales. Y varios años después terminamos con esta cosa insustancial... El musical ha muerto. Viva el musical.

Y si ya nominan a Penélope Cruz a mejor actriz, pues apaguemos y démosle a la bebida. Su subida por el pueblo comprando comestibles para su restaurante feliz y admirada por los lugareños es más propia de los minutos iniciales de La Bella y la Bestia que de una película de Almodóvar, que no parece recobrar la senda de las estupendas ¿Qué hecho yo para merecer esto?, Laberinto de pasiones o Matador.

Estoy absolutamente divorciado del cine. Con lo que duele renegar de lo que amas...

jueves, 8 de febrero de 2007

Esperando a la Iglesia

Un coro de Carnaval ha cantado una letra en el Concurso de Agrupaciones del Teatro Falla de Cádiz en la que se expone el lamento de los cofrades por la polémica generada el pasado año con una imagen, la del Cristo Resucitado, que en determinado traslado a un templo la introdujeron en una furgoneta por decreto de un cura, contraviniendo así los deseos de los cofrades, que querían llevar a cabo un traslado oficial y teóricamente devoto.
Se da la circunstancia de que el capataz de uno de los pasos de la archicofradía de La Columna, de la que forma parte como titular Jesucristo Resucitado, es un componente del coro, lo que ha provocado que el padre Enrique Arroyo Camacho, director espiritual de esta hermandad, haya "sugerido" (si es que alguna vez los curas sugieren en lugar de decretar) a la junta de gobierno que procedan a destituir a Javier Bancalero como responsable del palio de la hermandad que procesiona el Martes Santo.

Dicho y hecho. Tras 21 años dirigiendo el paso de la Señora de las Lágrimas, Bancalero ha visto cómo el hermano mayor de la archicofradía le ha comunicado su cese. Las razones son obvias: ha sido partícipe con su canto de una letra crítica hacia la decisión que Arroyo Camacho adoptó en su momento.

Ya tenemos servido el escándalo del Carnaval 2007, aunque el asunto es para analizarlo mucho más fríamente que lo que supone considerarlo como un hecho perteneciente a los avatares morbosos que aporta la fiesta más indiosincrática de la capital gaditana. Porque gestos como los de Arroyo no sólo generan polémica, sino que erosionan la poca fe que ya existe entre el personal, en unos tiempos en los que no está la cosa como para que los curas vayan de gallitos por la vida, y demuestra en este caso que el sacerdote es tan soberbio como torpe. Lo primero es más preocupante para él, porque lo de la prepotencia extrema dicen que es un pecado capital y va a tener que buscar un colega pronto para practicar la confesión, y lo segundo es desasosegador para los que nos consideramos cristianos, por las mismas razones que esgrimí anteriormente: corren malos tiempos para nuestra religión y para colmo de males creamos polémica que, sin decreto sacerdotal, hubiera pasado como una letra más que, dicho sea de paso, me parece extraordinariamente escrita.

Lo que me deja perplejo -aunque cada vez menos- es la rapidez con la que ha actuado Enrique Arroyo. Con lo que la Iglesia dilata en el tiempo decisiones de mayor importancia que afectan a muchas personas (las nulidades matrimoniales constituyen un buen ejemplo), ahora llega y en 24 horas destruye lo que se había forjado durante 21 años, lo hace sin consultas previas con el propio afectado ni su entorno y se queda tan fresco. Como buen jerarca eclesiástico, obviamente. Rechacen sucedáneos, que estamos ante el genuino ejemplo de los que se han dedicado durante 2.000 años a adulterar las enseñanzas de aquel admirable nazareno.

Y digo que me deja perplejo el cura porque me he llevado años esperando que los poderes de la Iglesia actuaran con la misma diligencia cuando los trabajadores de Altadis han perdido sus empleos, más de un millar, en Cádiz, por obra y gracia de una empresa que cuenta por millones de euros sus beneficios sin que nadie le tosa. Que la Junta de Andalucía se venda a Altadis no supone ninguna desazón; que se produzca una sangría laboral en la Bahía de Cádiz y la Iglesia mire para otro lado sí, al menos para los que somos cristianos.

En las manifestaciones de la tacabalera y mujeres cigarreras y luchadoras no vi a ningún cura, ni tampoco en las que durante años se han producido ante los acontecimientos de los Astilleros. En Sevilla también hay fábrica de tabacos, y tampoco he visto a los sacerdotes movilizados. Leí cierta noticia que me produjo una gran tristeza de aquel hermano mayor de las Cigarreras que mostraba su preocupación en un periódico porque, con las expulsiones de trabajadores de Altadis, ahora iban a perder más hermanos y los ingresos por cuotas de hermanos mermarían... Para que vean que en ocasiones los cofrades se contagian de los curas.

Quise ver la misma rapidez con la que se ha decretado la destitución del capataz de Columna a la hora de denunciar la injusticia social que hoy padecen los trabajadores en general, los jóvenes que son ninguneados por empresarios explotadores, el apoyo de los que transitan levitando como otro ejemplo de soberbia por Hospital de Mujeres con los empleados que trabajan 14 horas al día con contratos basura por 650 euros al mes, a las ancianas ahogadas por los especuladores inmobiliarios, a los toxicómanos necesitados de orientación no sólo material sino espiritual, a los homosexuales señalados con el dedo,... Intuí que se obraría muy rápido incluso en aspectos del mundo cofrade en los que hemos perdido el norte, como los fastos de las coronaciones canónicas, los espectáculos coloristas de pases de modelos que son sustituidos por pasos, curas que permiten prebendas a hermandades para pavonearse ante otras porque les ha arreglado la sacristía o un campanario...

No vean la rapidez con la que he esperado que la iglesia se atreva definitivamente a dar a conocer al Jesús más humano y más solidario no sólo para recuperar a los fieles perdidos, sino para entrar a valorar la verdadera raíz del cristianismo, que es la propia figura de Cristo. Lejos de ella, no somos sino como otras tantas religiones pero con pequeños matices e igual de radicales... Quizá es que la curia es la primera a la que no le interesa dar a conocer la realidad del mensaje de Jesús, porque su invento se desplomaría indefectiblemente.

Está visto que tendré que continuar esperando, y conmigo muchos de ustedes. Mientras tomamos asiento, contemplamos el transcurrir de la vida con hechos como los provocados por Arroyo Camacho, que sería feliz quemando en una plaza pública a algunos en lugar de sentarlo a su mesa para compartir el pan con él como así lo indicó el Maestro. ¿Saben quizá cuál es el problema de todo esto? Que muchos de ellos, a pesar del alzacuello, no creen en lo que dicen cada día cuando lanzan su perorata desde el púlpito...

miércoles, 7 de febrero de 2007

Arroz Amargo

A Silvana Mangano la pusieron a recoger arroz como una loca. Tenía su pelo enmarañado y en aquella fotografía a sangre en una página de la enciclopedia de Román Gubern que conservo como mi primera biblia del cine estaba realmente esplendorosa a pesar de las greñas. Quién iba a percatarse de lo desordenado de su cabello si su mirada se dirigía de manera penetrante hacia la derecha donde ya no había libro, sus piernas estaban colocadas tan medidamente como las de Yul Brinner por Cecil B de Mille años después, aunque evidentemente no tan bellas como las de la protagonista de Ojos Negros (qué gran obra crepuscular), y sus curvas desdibujaban una camisa estrecha oscura manchada de manera estratégica...

Aquel filme de Giuseppe de Santis se llamaba Arroz Amargo. Es uno de los nombres más bellos del toda la historia del cine. Real como la vida misma y aplicable a todos los campos. Por eso me pareció un título acertadísimo para el blog que hoy, 7 de enero de 2007, acabo de inaugurar.

Arroz amargo que nos hacen introducirnos en la boca en numerosos momentos de nuestra vida. Pero lo que en este apartado se refleje también se convertirán en cucharadas que harán cambiar el semblante a más de un cabroncete de esos que nos rodean. No vivo remordido por el rencor, aunque lo parezca: vivo enervado por la injusticia, por los que permiten cada día las máscaras de quienes hacen daño, por los catetos que explotan a la gente con el aval que les da tener dinero, por los que no son consecuentes y por los ingratos. Lo decía Pérez Galdós en boca de uno de sus personajes más admirables, el marqués don Rodrigo de Arista: "La villanía se perdona; la ingratitud, jamás".

Sumémosle a todo ello el cine. Aún recuerdo aquel 15 de septiembre de 1989, cuando por vez primera tuve a mi cargo el programa cinematográfico Último Estreno en Radio La Isla, la emisora de la localidad gaditana de San Fernando, que durante tantos años fue punto de referencia en todos sus aspectos y ahora es todo un ejemplo de producto destrozado por un usurero paleto y cebollero. Fueron 16 años de crecimiento, de festivales en Sitges, Málaga, San Sebastián,... de retransmisión de los Oscar, de entrevistas inolvidables, de colaboradores impensables en los albores de mi carrera (Carlos Pumares, gracias por todo...). El cine ha formado parte de mí siempre y he escrito cientos y cientos de artículos y páginas. Jamás les perdonaré que no llegara más lejos en este ámbito por obstaculizarme mi trabajo, por no cuidar mi programa en esa emisora, por menospreciarlo, por no valorar lo que se hacía, por ni siquiera decirme gracias al abandonar ya por hastío al enarbolar la bandera blanca a lo que te obliga la inanición...

Pero de todo ello hablaremos aquí. Y de los medios de comunicación. De la prensa. Fíjense la oferta de radios, periódicos y tv´s a mediados de los ochenta. Y ahora hay un amplio abanico donde escoger. En teoría, claro. Ya lo analizaremos...

Salud a todos y gracias por leer.