martes, 20 de febrero de 2018

13 de febrero, Día Mundial de la Radio

Lo grabé el martes, que fue el Día Mundial de la Radio, pero no he podido subirlo antes.
Fueron muchos años de vivencias en la radio, en el medio de comunicación más mágico y maravilloso que pueda existir, y donde a través de mi programa 'Último Estreno' me introduje en el mundo del cine.
Apenas tenia 20 años cuando me puse por vez primera delante de un micrófono. Muchas anécdotas, momentos, vivencias con compañeros de otros programas y amigos, entrevistas a mucha gente conocida, viajes a festivales desde donde se emitía, noche de los Oscar, otras experiencias relacionadas con temáticas distintas al cine...
En estos minutos se ven muchos rostros que con seguridad provocarán sonrisas que pueden convertirse en risas a carcajadas. Algunos colegas, con los que guardo una estupenda amistad, están en medios a nivel nacional. Otros son amigos incondicionales, y algunos desaparecieron del camino. Como la vida misma.
No es un ejercicio de autocomplacencia. Es un particular, cariñoso y modesto homenaje a la radio y con ello a quienes la hicieron; a quienes la hacen, están y estuvieron, especialmente a los que siempre recuerdan los momentos que compartimos con cariño y gratitud, y así lo expresan cuando tienen ocasión. Espero que disfrutéis de él.


domingo, 4 de febrero de 2018

Goyas 2018: Decálogo de una ceremonia que todo el mundo dice ver pero nadie ve sus películas



Lo que más me llama la atención de las horas posteriores a la ceremonia de los Goya es la cantidad de gente que los ve, a tenor de la multitudinaria andanada de críticas que aparecen en las redes sociales, blogs y otros medios empleados para que nuestras opiniones lleguen a los demás.
Yo creía que esto de los Goya no interesaba a los españoles, ni a los aficionados ni a los profesionales. Pero debo estar equivocado. Todo el mundo habla milimétricamente de lo que pudo verse en pantalla. Para mal, claro.
Y lo curioso es que en este país cainita, debimos ser millones viendo los Goya pero unos pocos viendo lo importante: las películas que compiten, las películas de nuestro cine.
Habría que invitar a que levantaran la mano quienes en estos meses hayan ido al cine a ver 'Handia', 'Estiu 1993', 'Muchos hijos, un mono y un castillo' o 'La librería', entre otras nominadas que ya se han estrenado. Eso se llama cinismo 'Made in Spain'.
¿La ceremonia? Pues mientras sigamos empeñados en copiar el estilo de los Oscar, la fórmula no funcionará jamás. Me quedo, en lo positivo y negativo, con un decálogo de ideas:
1.- El acertado y original escenario, aun faltando personal de asistencia para ayudar a subir a los ganadores de premios con dificultades.
2.- La gran Marisa Paredes y su refrendo sobre el 'No a la guerra' que tantos secundamos en su día y seguimos defendiendo. Y Penélope Cruz, por la que tengo debilidad.
3.- El imperdonable olvido de la Academia al no incluir, en el vídeo dedicado a los fallecidos, a la actriz Amparo Pacheco, madre de Manolo Cal, que está indignado desde anoche con toda la razón. Se merece una disculpa.
4.- La aliviante actitud de los cineastas catalanes, muy presentes en la ceremonia, dejando claro por omisión de comentarios y simbología que los delirios independentistas no son buenos para la industria cinematográfica. Incluso con Isabel Coixet presente, que tiene más filias que fobias hacia las pretensiones de escisión. Incluyo también la preocupante sensación de que en el sur de España no se hace cine frente al apabullamiento catalán y vasco.
5.- La injusta no nominación de Fernando Velázquez por su banda sonora para 'El secreto de Marrowbone' pero bien que utilizaron su música de 'Un monstruo viene a verme' para momentos en la gala.
6.- La ganadora del Goya a peluquería... ¡con esos pelos!
7.- El humor de los presentadores. Extraño, como un pato en el Manzanares, que diría Sabina.
8.- La inexplicable altura de colocación de los dos micrófonos principales por los que hablaban los ganadores y presentadores.
9.- La extraña disposición de los fotógrafos en el patio de butacas, algunos casi tapando el tiro de cámara sobre gente sentada importante.
10.- Y sobre todo, especialmente, que yo no haya podido estar allí este fin de semana. El año que viene seguro que sí.

lunes, 29 de enero de 2018

Muere John Morris, el 'músico de Mel Brooks'


Ha muerto John Morris a los 91 años de edad. Ya nos había dejado todo el universo músico-cinematográfico que podía regalarnos durante décadas. Su 'El jovencito Frankenstein' ha quedado para la historia junto con otras grandes bandas sonoras que, en ocasiones más frecuentes de las necesarias, quedaron eclipsadas por canciones o temas musicales ya existentes. 
Todo el mundo recordará 'Dirty Dancing', pero es muy probable que pocos hayan reparado en la banda sonora y no sólo en las canciones. La compuso Morris. 
Al hablar de aquella obra maestra de David Lynch que es 'El hombre elefante', serán muchos los que relacionarán el adagio de Samuel Barber con ella, pero la música original, -nominada al Oscar, por cierto- fue escrita por John Morris. Una joya con un tema principal circense con el que el compositor no deja de recordarnos, a lo largo de este crudo filme, que Joseph Merrick no podrá vivir sin estar marcado por su origen y por el lugar donde era vejado y explotado. Un secuencia magistral es la de la irrupción de aquella escoria humana en su habitación. El compositor mantiene el ritmo y la gravedad, la tensión provocada por la maldad incipiente, hasta que Merrick es pasado de mano en mano como un juguete, como un tío vivo de feria y circo, es ultrajado, emborrachado y Morris utiliza su música para que nos duela más la secuencia y hacernos sentir hasta dónde alcanza la maldad humana. 
Si tienen alguna duda, prueben a verlo nuevamente sin la música. Verán otra película. 
Descanse en paz el maestro John Morris.

sábado, 27 de enero de 2018

Vídeo de 'Los archivos del Pentágono' y repaso a la trayectoria de Spielberg


'Los archivos del Pentágono' no es precisamente la mejor película de Steven Spielberg. Pero al menos nos sirve para, además de hablar de ella, repasar al 'contador de cuentos' como cineasta imprescindible para la generación de quienes ya rozamos los cincuenta. Un nuevo vídeo en mi canal youtube, seguramente muy largo como es habitual (;-)), pero que te aportará algunas cosas para hacerte tu propia idea sobre Spielberg y su último estreno. #Thepost #Losarchivosdelpentagono #Ultimoestreno 

miércoles, 24 de enero de 2018

El cuento de 'Los archivos del Pentágono'


Érase una vez una nueva película de Spielberg, de esas de buenos y malos, como casi todas las suyas. De las que, en algunas ocasiones, maquilla el cuento con un experimentado elenco técnico de sobrada experiencia en estos cometidos (Kaminski, Kahn, Williams...) y en otras las historias para niños se convierten en inclasificables devaneos, caso de 'Inteligencia Artificial'. A veces, los cuentos le salen bien porque dirige con eficacia y buen hacer ('Tiburón') y otras engarza, con precisión de relojero, los clichés con artesanas maneras de hacer cine, con la inspiración que le proporcionan seres semibíblicos que mueren y resucitan y entonces le sale una enormidad ('ET').
En eso consiste esto del cine para Spielberg. En hacer cuentos. En escasas ocasiones ha entrado a profundizar construyendo y deconstruyendo situaciones y personajes enmarcados en un contexto histórico ('La lista de Shindler', 'Lincoln') pero se mueve como pez en el agua para contar historias maniqueas en las que los malos son malísimos y sin más enjundia que ser vencidos (ya sean humanos o animales) y en cuya fórmula también se mueve la última película de quien ha sido uno de los directores de cabecera, para la generación que ya entramos en el medio siglo de vida y de cine.
En este caso, en el de 'Los archivos del Pentágono', hay buenos que charlan mucho y apabullan con sus diálogos -gran cantidad de ellos gratuitos- a lo largo de un filme que, al menos para el consuelo, es ajustado de metraje, porque podíamos haber tenido que sufrir un mamotrético producto moralizante bajo la sombra del Oliver Stone de los noventa, hilvanando un JFK con un Happy End protagonizado por el periodismo buenista, ese que solo sale en los cuentos. La realidad no es así aunque lo fuera en un momento puntual. Y como a Spielberg le gustan los cuentos (¿lo he dicho antes?), aquí hay buenos y en este caso un solo malvado que, en un ejercicio de esos básicos que de vez en cuando practica el director de manera sonrojante, coloca tras la ventana con voz severa y cabreada, acerca la cámara y el resto lo hace un John Williams contagiado del simplismo del ying y el yang, y... ¡voalá! Nixon acaba transformado en Darth Vader.
Ya antes, a lo largo del metraje del filme, el espectador padece una extraña sensación general de desorientación. Cree estar viendo buen cine, quizás es lo que está reclamando ante la teórica categoría de quienes han hecho la película en cada uno de sus cometidos. Pero no logra encontrarlo. Se escapa ante una exposición de los hechos sin más vida que una tímida historia feminista tangencial y un periodismo también de cuento, de personajes demasiado impostados, impropios del director. Ni siquiera son creíbles los hippies protestando en la calle, que mueven los brazos como muñecos animados de la Digital Domain en 'Titanic'. Mientras la mayoría ve en Meryl Streep el Oscar, dislumbro desde el principio una artificialidad paroxística hasta en un vestuario (¡qué horror!) que convierten a la protagonista en una mezcla de la señora Doubtfire con Margaret Tatcher. Y solo cuando el director nos complace aposta, ya bien entrada la película, y Katherine Graham dice algo parecido a aquello de "el gato es mío y me lo follo cuando quiero", su papel y el sentido de la lucha por la verdad a través de un tabloide cobra un halo de vida entre tanta artificialidad y cristal de bohemia. ¡Y ay, ese flequillo de Tom Hanks...! Y como aperitivo, un inicio inconexo con minutos de batalla cámara al hombro (¿les suena?) con el que Spielberg pierde tiempo para decirnos -como si fuéramos cortos de mente- que lo que viene a contarnos va del Vietnam.
'Los archivos del Pentágono' ha fracasado en las nominaciones a los Oscar. Posiblemente los académicos también hayan sentido esta artificialidad o que no hay nada nuevo bajo el sol a pesar de que pudo haberlo. O una distancia desde el ojo y el corazón del director demasiado grande, y ya se sabe que cuando Spielberg no siente, el espectador acaba resfriado. Así ha sucedido en varias de sus películas. Ni siquiera John Williams está nominado, pero es que el maestro, que pone los puntos musicales como sólo los hacía Goldsmith, no ha escrito nada más allá de lo que ya ha hecho en ocasiones anteriores para el cine patrio yanki de los bajos fondos políticos. No hay más sino, eso sí, atino musical en general. Demasiado poco para competir con la frescura y el universo musical que abre Alexandre Desplat con 'La forma del agua', camino de acumular estatuillas. O con él mismo y su universo galáctico, que le ofrece mayores posibilidades de lucimiento y lo aprovecha como un niño... de cuento. De Spielberg. 


sábado, 13 de enero de 2018

'Tres anuncios en las afueras', el talento con toque de exceso


¿De qué adolece el cine actual? Principalmente, de guiones brillantemente desarrollados y con personajes que enriquezcan al espectador a través de sus interioridades, de sus aciertos y errores al menos correctamente perfilados por los directores. Por eso es muy de agradecer que 'Tres anuncios en las afueras' venga a romper la tónica generalizada del hastío que provoca la falta de talento maquillada con técnica aparente o envoltorios engañosos.
La película ganadora del Globo de Oro de 2018 no es solo la historia de una mujer que exige justicia por el asesinato y violación de su hija mediante métodos poco ortodoxos como la colocación de tres grandes vallas publicitarias. Mildred, una Frances McDormand inconmensurable, es la piedra angular de un retrato de la América profunda -y en sí de una sociedad global enferma de racismo, miedo e inmovilismo- con personajes que, cuando Martin McDonagh los ha metido ya en el bolsillo del público, vuelve a sacarlos para dar estratégicos giros a la historia: giros de protagonistas buscando su particular redención o exponentes del fracaso de sus relaciones sentimentales que actúan de conciencia de grillo de la justiciera en grado sumo en lo que se ha convertido Mildred, una pistolera del lejano oeste como así nos la presenta estilísticamente el director desde el inicio del metraje a través de la manera de mostrarla por espacios escénicos principales del pueblo. Contribuye a ello el compositor Cartell Burwell en estado de gracia en este filme ciertamente deudor de los Cohen, pero mucho más talentoso, oscuro y con ribetes que recuerdan asimismo al cine más maduro de Eastwood.
Lástima de los excesos que pululan en el aire. Lastran la seriedad del filme pero ni por asomo arruinan un extraordinario ejercicio expositivo de miedos, sed de venganza o la utilización de lo grotesco para desmoronar la pétrea actitud de la protagonista, a la que Peter Dinklage en su papel de enano protector la desnuda con sus palabras calificativas tocando a hundido como no lo había hecho otro personaje poniendo punto y final en una cena antinatura. Por su parte, Sam Rockell entrega totalmente su papel a una transformación, no sólo profesional, tras habernos mostrado un agente que roza lo disneyano cuando acompaña al jefe de policía, William Willoughby. ¿Son entonces los personajes grotescos-excesivos los que polarizan el filme más de lo que nos creemos pero sus perfiles en cada momento están tan excepcionalmente ubicados que el mecanismo funciona como un reloj que no nos permite apartar la vista? La respuesta es, probablemente, afirmativa. Si a ello le unimos momentos sublimes como la réplica al sacerdote que acude a casa de la protagonista, las epístolas póstumas que dedica Willoughby o la secuencia del cervatillo junto a las vallas (la 'pistolera' McDormand se desmorona aquí), estamos ante una firme candidata a cosechar estatuillas en los próximos Oscar.

viernes, 12 de enero de 2018

Guillermo del Toro, ganador del Globo de Oro a mejor director: 24 años desde su primera visita a España


El cineasta mexicano Guillermo del Toro acaba de ganar el Globo de Oro por 'La forma del agua'. Hoy consagrado por su particular universo y manera de entender la relación entre el ser humano y el monstruo, la primera vez que vino a España fue en 1993 para presentar en el Festival de Sitges su película 'Cronos', con un inconmensurable Federico Luppi como protagonista.
Allí estaba yo, hace nada menos que 24 años. En el nuevo trabajo en vídeo de mi canal Youtube-Último Estreno os ofrezco declaraciones que Guillermo del Toro hizo en aquella ocasión recién presentada 'Cronos', rescatadas de mi archivo. Asistí a su rueda de prensa y posteriormente estuvimos en el paseo marítimo de Sitges, haciendo una entrevista y tomando algo. De todo lo que me dijo, me quedo con aquellas románticas palabras que han marcado su carrera: "La primera vez que vi una película de horror tenia dos años y medio (...) Me levanté una noche en la cuna para ir a mear y de pronto vi el suelo de mi cuarto infantil tapizado de manos verdes y monstruos en el WC. Le dije a los monstruos "Si se vuelven ustedes mis amigos, les prometo serles fiel toda la vida mientras me dejen ir a mear". Así que, a partir de que pude ir a mear, estoy aquí".
Este vídeo está basado en una grabación que subí en el espacio de Último Estreno en Ivook cuando Guillermo estuvo nuevamente en España el pasado octubre de 2017.
Seguro que disfrutáis de su curioso contenido, en el que incluso el director de 'El laberinto del fauno' hablaba hace casi dos décadas y media de una película que iba a rodar sobre políticos y vampiros (!) que jamás vio la luz.

martes, 26 de diciembre de 2017

154 años del nacimiento de Charles Pathé, uno de los padres del cine


 Si Charles Pathé no hubiera nacido hace hoy justamente 154 años, el cine no lo conoceríamos como es ahora.
Descubrió su pasión por el fonógrafo cuando iba en bicicleta por una feria parisina. Comenzó a soñar con las posibilidades que veía en el desarrollo de la imagen, y con sus ahorros y mucha tenacidad, comenzó a producir películas hasta llegar a ser el padre de una de las mayores empresas cinematográficas de antes de la Primera Guerra Mundial. Su símbolo, el famoso gallo que aparece en sus créditos, dio la vuelta a Europa.
En aquellas peliculitas -que no eran tales en esos años de naciente desarrollo del cine sino 'ambiciosos' proyectos- contó con el español Segundo de Chomón en varias ocasiones, especialmente en 'Vida, pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo'. Chomón fue el responsable de la fotografía de aquella producción, impensable hasta entonces, de más de 40 minutos de duración, con un año de trabajo y el coloreado de fotogramas a mano. 
Pathé no corrió buena suerte a pesar de ser capital en la historia del cine, en la que Francia tiene grabada con letras de oro a los padres de este invento tan maravilloso: Méliès, Zecca, Alice Guy...
Afortunadamente, no es necesario ir a París para conocer una muestra del cine de Pathé. En Youtube podemos encontrar muchas cosas muy interesantes.
Y ya que estamos en fechas navideñas, mi emotivo homenaje en el 154 aniversario de su nacimiento a Charles Pathé con un fragmento que es nada menos que el inicio de la película que 'la productora del gallo' estrenó en 1905 dedicada a la historia de Jesucristo, y en cuyas secuencias podemos ver una ingenua anunciación del ángel, la estrella de Belén anunciado el nacimiento, los Reyes Magos... No os lo perdáis, son solo 5 minutos. Impagable. El resto del vídeo lo dedico a Pathé contando algo de su obra.
Quienes estuvieron en la conferencia que el pasado año ofrecí en la Academia de San Romualdo sobre la historia de Jesucristo en el cine recordarán que ofrecí una secuencia de esta película, si bien era la resurrección, también sin desperdicio. Pero mejor ahora adaptarnos a las fechas navideñas :-)
Aquí la conferencia, por si hay alguien masoquista que quiere verla entera:


martes, 19 de diciembre de 2017

'Star Wars VIII: The Last Jedi'. Que la fuerza nos siga acompañando




Disney puede hacer películas bajo el epígrafe de Star Wars hasta superar las de Wong Fei Hung o la saga de James Bond. Al fin y al cabo llevamos cuarenta años observando la lucha entre el bien y el mal, que no dejan de ser los conceptos que equilibran el universo, y con mayor o menor acierto, la creación de personajes en torno a la producción cinematográfica sinópticamente más maniquea de la historia. De personajes y de árboles genealógicos propios de folletines televisivos. Un cóctel que, aderezado con la rienda suelta a la espectacularidad, a la ópera musical creada por John Williams y al regreso estratégico e inteligente de los personajes incontestables en el momento adecuado, da como resultado películas que van a satisfacer a los millones de seguidores con los que cuenta la odisea galáctica que en su día creara George Lucas y que ahora controla la factoría de animación más importante del planeta que, aspectos económicos y de distribución aparte, ha querido dejar su impronta como responsable de los dos últimos episodios, marcando roles en ambos guiones en los que queda patente una desmitificación dosificada de los protagonistas en situaciones estratégicas, de los que no se escapan personajes secundarios que tanto gustan a la Disney a la hora de crear situaciones cómicas más cercanas a Timón y Pumba que a la esencia de Chebwacca o BB-8. Incluso se permiten rebanar por la mitad a temibles líderes creando una sensación general en el espectador de vulnerabilidad casi cómica o de Skywalker quitarse las motas de polvo de su ropa con un gesto mitad disneyano mitad Lucas ‘asesorando’ con remembranzas de la dupla formada con Spielberg sobre el arqueólogo más famoso del mundo encarnado, curiosamente, por quien dio vida a Han Solo.
Y así, esta octava parte, ‘The Last Jedi’, podemos mirarla más allá que con la condescendencia si somos seguidores de la saga, porque la obra está a la altura de lo que se espera. No así si no llegamos al grado de iniciados, si somos incapaces de responder a un examen de preguntas básicas: qué parentesco tienen Luke y Leia, ésta y Kylo Ren, quién era Anakin… Interrogantes básicos para quienes vivimos en este constante universo galáctico pero no tan accesible para quienes quieran ver en ‘The Last Jedi’ el resultado de una exposición trágica de hasta donde es capaz de destruir el poder de la oscuridad, la lucha política –algo timorata en esta nueva secuela-, el sentido de la justicia y otros valores que podemos encontrar en una película que se prolonga demasiado en el metraje, en unos primeros sesenta minutos que se convierten en una vuelta de tuerca de tantas horas predecesoras a las que se las versiona en muchas ocasiones junto con revisitaciones de personajes (Benicio del Toro no deja de ser la versión 2.0 y tartamuda de Lando Calrrisian), algo que se transforma en una seria amenaza de naufragio para el filme. Pero la película remonta en una última hora épica, en la que en ocasiones es deudora de la mejor de la saga o al menos la más conceptualmente madura –entiéndase ‘El imperio contraataca’- y en otras se transforma en un western galáctico que culmina con un cara a cara metafísico de gran envergadura resolutiva con un Mark Hamill sobrado para el papel, al que Adam Driver (Kylo Ren) trata de dar la talla, aun desgraciadamente lastrado por un tratamiento grotesco –insisto, disneyano- de los personajes del lado oscuro del filme.
Tras 40 años de saga, el folletín galáctico y familiar se sostiene mientras la esencia de la Fuerza –con mayúsculas- se mantenga de generación en generación –acertada e intencionadamente actualizado en una mujer, por cierto-, se administre en pantalla y, en el caso de ‘The Last Jedi’, los espectadores más incondicionales, que son muchos, sonrían inconscientemente al ver en pantalla el regreso de Hamill-Fisher, cuya binomio sirva para que una entrañable melancolía se convierta en la argamasa que une a los espectadores con la saga. 
Que la fuerza nos siga acompañando. En el vídeo de inicio podéis ver mi opinión con más detalle y algún curioso aspecto de la banda sonora de John Williams.

sábado, 16 de diciembre de 2017

'Coco', de Disney-Pixar

Permitidme hacer un paréntesis en la vorágine de 'Star Wars: The Last Jedi' y ofreceros un reportaje en vídeo con la crítica de 'Coco', de Disney-Pixar, incluyendo un repaso por las películas y cortos que tratan el mismo tema y la colaboración especial de Carmela, que con nueve añitos de edad me ha explicado 'Coco' a la perfección, porque yo no me entero de algunas cosas
Carmen Martínez, tu hija debería venirse a algún que otro festival de cine conmigo :-) ¡Gracias por todo!


martes, 5 de diciembre de 2017

'Perfectos desconocidos': tiempo récord para hacer un impersonal remake


Hasta ahora nos habíamos acostumbrado a remakes de películas míticas, taquilleras o mediáticas en su momento. Décadas, medio siglo después de sus estrenos, trataron de modernizar a aquellos héroes de guerra, ir más allá del cartón piedra, desempolvar guiones que ya habían rodado los Wyler, De Mille o Hitchcock para volver a darles una vuelta de tuerca con el objetivo de 'actualizar' unas historias que quizás daban más de sí con la técnica actual. El inconfeso motivo real casi siempre está en el Box Office. No era nada nuevo, pero los motivos de antaño tenían el aura de la romántica envidia. A Thorold Dickinson le plagiaron su Luz de Gas y en la retina se ha quedado para siempre Ingrid Bergman, cuatro años después, dirigida nada menos que por George Cukor. Un cuatrienio no es nada, pero menos son unos pocos meses, debe haber pensado De la Iglesia.
El cine debe estar muy enfermo cuando ahora se hacen remakes tan inmediatos. O quizás estamos dándole demasiada importancia a copiar -con todas sus letras- una curiosa cinta italiana que han visto unos cuantos y solo se trata de un divertimento sin más pretensiones que embadurnar la comedia primigenia con sal negra -y gorda- para que el producto parezca más cáustico y a otra cosa mariposa, mientras Telecinco vende la película más impersonal de toda la carrera de De la Iglesia a pesar de su voluntarismo por dejar una impronta que apenas aparece. Y va a ser por eso. Porque estamos ante un producto en el que ni el director parece tener más interés que el andar por casa tras la cámara para explotar el filón poco aprovechado de 'Perfetti Sconosciuti', aquella comedia italiana de 2016 (!) que traspasó pocas fronteras. Ahora toca reventar taquilla con las miserias escondidas en los odiosos móviles con una difusión más potente. Al menos no se quemarán las copias de la película de Paolo Genovese, como le pasó a Dickinson. Aunque nunca se sabe...
¿Todos tenemos algo que esconder? Y lo que guardamos celosamente para nosotros mismos, nuestras obras inconfesables, tanto las que hacen daño como el grotesco e inofensivo fetiche que podemos llevar dentro, con nuestras manías que solo absorbe nuestro espejo, ¿hasta qué punto permitimos que lo conozca el resto de la humanidad a través de un teléfono? Intimidades, miedos, ufanidades de gloria, vanidades estratégicas, lo que somos capaces, a quién conocemos y no conocen otros. Las redes sociales y las amistades privadas en una sola mano. Explosiva combinación que forma parte del yo más oculto, el que quizás todo el mundo tiene, y que indefectiblemente resulta muy atractivo para la pantalla si además se revela a través del nuevo vehículo, del 'macguffin' de las nuevas tecnologías a las que medio mundo está enganchado hasta el enfermizo punto de creer a pie juntillas cuantas barbaridades aparecen en las pantallas del Iphone.
Y para mezclar en una coctelera elementos tan atractivos aparece De la Iglesia con solventes momentos -Eduard Fernández y la relación con su hija dejando en fuera de juego a una Belén Rueda cada vez más camaleónica- y otros que lastran la película -en general toda la intepretación de Eduardo Noriega y su previsible affaire- y una sensación general de comedia grotesca in crescendo, degenerativa sin el menor ápice de parecerse a El ángel exterminador y muy mucho a una cena de los idiotas con los mismos problemas que en general arrastra el cine del director a la hora de resolver.
Aun falta pues por hacer la película que deje desnudos a sus protagonistas por culpa del infernal invento que ha hecho que la humanidad permanezca más comunicada pero peor que antes de la existencia del whatssap, el telegram y todo el compendio de redes de contacto rápido para, al fin y al cabo, escribir lo que podemos hablar o dejar huellas de lo que no debemos decir. 
Muy recomendable la banda sonora de Víctor Reyes ('Enterrado', 'El infiltrado' (TV) cuya mecanicista composición en las ocasiones que así se requiere o los tonos negros de comedia que recuerdan a Danny Elfman acentúan extraordinariamente la imagen.
ESCUCHAR EL ANÁLISIS DE 'PERFECTOS DESCONOCIDOS' EN IVOOX EN ESTE ENLACE:  http://www.ivoox.com/perfectos-desconocidos-audios-mp3_rf_22510353_1.html
CRÍTICA EN MI CANAL YOUTUBE CON VÍDEO:  https://www.youtube.com/watch?v=T_dMWMO8Mro&feature=youtu.be

domingo, 26 de noviembre de 2017

Saw VIII: la última secuela de un Gran Hermano con un juez rudimentario



El éxito de la Saga de Saw es más que explicable. Otro asunto es que sea justificable. Las sucesivas secuelas de las andanzas de John Kramer sustentan su éxito sobre tres pilares fundamentales, dos de ellos sociológicamente novedosos. El primero se halla en el padrenuestro del cine, en el limbo sinóptico de las historias de asesinos en serie perseguidos por individuos que responden a los prototipos policiales-científicos, desde inspectores con intrahistoria hasta forenses que no hacen ascos a cadáveres con secretos. Nada nuevo. Pero las dos piedras angulares que ha venido a aportar la saga de Saw tienen la sufiente consistencia como para prolongar la saga hasta donde les apetezca a sus promotores y estén dispuestos a hacer taquilla. De hecho, esta octava parte ya lleva recaudados más de 90 millones de dólares cuando su coste apenas alcanzó los diez millones.
Con cada secuela tenemos realmente en pantalla grande un gran hermano televisivo en el que se ha dado una vuelta de tuerca hacia el terror y lo sanguinolento. Pero no nos confundamos: Saw es, ante todo, un juego orwelliano, un crisol de actitudes -eso sí, impostadas y extremas para satisfacer al público menos sesudo frente al que aprecia realmente este inteligente cóctel de comportamientos- reflejadas en sujetos dispares que tienen pecados que esconder y que, conforme avanza la explosiva combinación de las interrelaciones encauzadas por guionistas manipuladores de cobayas, revelan ante el espectador de manera inconsciente los comportamientos humanos más primitivos, todo ello mientras la sala come palomitas y elige a sus personajes en función de la sintonía de caracteres. Es decir, gente encerrada que sobrevive, en este caso para escapar de las salvajes pruebas del asesino en lugar de ganar un premio en metálico y la fama catódica. Y esto funciona como todos sabemos desde que alguien inventó GH.
El segundo factor de éxito está directamente relacionado con Jisaw. No estamos ante un asesino en serie que mata por placer o por maniqueísmo, sino frente a un ser con la peligrosa vitola de un superhéroe que, lejos de serlo por sus retorcidas trampas, provoca que el espectador se identifique con su concepto de la venganza y la aplicación de la justicia 'suis manibus' con lo que ello significa en una sociedad actual crispada en la que la mitad está sedienta de castigo sin escrúpulos hacia la otra mitad. De manera que no es difícil encontrar a quienes se pongan de lado del perverso John Kramer sintiéndose juez supremo. Y eso es tan preocupante como actual.
De ahí que Saw, con toda su casquería moderada en esta octava edición, con su estética impactante y exclusivamente soportable para sus incondicionales, encierre mucho más en toda una saga cuyo hilo conductor nos lleva una y otra vez ante la rendición de cuentas de gente con miserias (¿cuánta humanidad así?) frente a un dios juguetón cuyas pruebas y métodos, eso sí, dejan que desear en esta nueva secuela. No deja de producir cierta sorna ver que Saw aun utiliza grabadoras de un modelo más que anacrónico en estos tiempos y trampas que ni un programador de videogames clásico se le ocurriría por temor a que los consumidores piensen que regresan los tiempos del ZX Spectrum. Jeringuillas a elegir, granero para ahogar a los personajes, palancas que accionar, escopeta que apunta a dos... ¡Saw necesita más imaginación para triunfar en este gran show de pruebas televisivas!

ESCUCHA AQUÍ LA CRÍTICA DE SAW VIII EN EL ESPACIO IVOOX DE ÚLTIMO ESTRENO:  http://www.ivoox.com/saw-viii-jigsaw-audios-mp3_rf_22289033_1.html

ANÁLISIS DE LA SAGA Y DE SAW VIII EN YOUTUBE: https://www.youtube.com/watch?v=CCWDsgp1drE&t=174

sábado, 25 de noviembre de 2017

#25N


Mitad de los años noventa, no recuerdo bien qué año. Presentando, en la Casa de la Cultura de San Fernando, los actos por el Día de la Mujer Trabajadora.
Con esta imagen quiero mostrar hoy, Día Internacional de la no Violencia contra la Mujer, mi firme apoyo a las mujeres que, junto con la violencia física, han sentido en sus vidas la mayor de las frustraciones posibles: ver impedidos sus valores, sus méritos, su desarrollo, quedando relegadas a meras comparsas de 'honorables hombres' que no hubieran sido nada sin el abnegado apoyo y comprensión de sus parejas. #25N #diacontralaviolenciamachista

domingo, 19 de noviembre de 2017

Coixet abre la librería más fría de todo el planeta y se olvida del espectáculo que es el cine





‘La librería’ me da rabia. Lo siento, debo tener una visión cinematográfica demasiado proclive al espectáculo. Y las películas sin alma no son espectáculo, pero el cine sí lo es. Todo el cine, todos los géneros, todos los estilos. Con esta afirmación estoy aplicando el concepto académico de espectáculo, en cuyo padrenuestro definitorio se especifica meridianamente: “Cualquier cosa que se ofrece a la vista o a la contemplación intelectual y es capaz de atraer la atención y mover el ánimo infundiéndole deleite, asombro, dolor,  u otros afectos más o menos vivos o nobles”.
Por eso ‘Pelle el conquistador’ era espectáculo sin que apareciera Indiana Jones. O ‘Julieta’ sin ser Juana de Arco, sin más aspavientos que la virtuosa descripción de la intimidad femenina, eso sí, con una impecable manera de medir los tiempos, disponer la cámara compositivamente y evitar el manierismo de su protagonista, en la película de Coixet empeñada en imitar a Hugh Grant en todo un repertorio de morisquetas y dislates faciales.
Pero Coixet no es Almodóvar, eso resulta obvio. Y me frustra que los mimbres tan golosos que contiene la novela de Penélope Fitzgerald se hayan desaprovechado para hacer un cesto en el que el alma del mensaje se escapa a raudales por cada poro de fotograma.
No se puede tener un guión tan atractivo y hacer una película tan fría. Falta espectáculo. Y no es que la insustancial música de Alfonso Vilallonga se sustituya por algo de Thomas Newman (Ay, Fernando Velázquez, si hubieras pillado esto de los libros…); ni piruetear con la segunda unidad; tampoco estamos hablando de contrapicados ni el uso de la stadycam para entrar en la librería o en el banco donde no llego a entender el sentido de los planos escogidos por Coixet. Ni los de la conversación con el pescador en el muelle, con esos espantosos encuadres como si ahora aplicáramos al clasicismo más ñoño los mandamientos del dogma. Y ya no digamos de las eternas secuencias que hilvanan un producto que, por gelidez narrativa, por fotogramas estáticos y el primitivismo de enlazar el metraje con paisajes, se empequeñece desde el inicio hasta convertirse en un pudo haber sido y no fue.


“Es Coixet, estúpido”, me espeta un amigacho de esto del cine. No sé si lo hace para que aplique la indulgencia plenaria a, para colmo, un filme previsible que a algunos les recuerda ‘Chocolat’ pero con libros y sin la gilipollez de los piratas y a otros les viene a la mente el universo onanístico mental de ‘Amelie’. Yo es simplemente me pongo en 110 minutos a pensar en la librera luchando de verdad por su local, a sacar provecho de ese pedazo de actor que es Bill Nighy y la relación entre ambos, a desabusar de los travellings laterales en primer plano, a ‘darle calor’ a lo que veo y me sale una película de verdad. Un espectáculo. Lo que vemos ahora en pantalla es un tibio y desaprovechado homenaje a los amantes de la lectura, entre cuyos muchos pedantes existentes se encontrarán sólidos defensores de una librería cuyo único calor lo aporta una estufa como elemento crucial del filme, y que, en el mundo de la perenne indefinición en el que se encuentra Coixet y su película instaladas no podrán explicarnos convincentemente los motivos por los que Florence Green no puede prosperar con su negocio. Si fuera porque es mujer, la película adolece de feminismo, es decir, de ‘calor militante’. Si la causa son los propios libros, con guiño incluido en Farenheit 451, falta una ardua defensa de lo que aportan realmente aportan a nuestras vidas. Si es la cerrazón de la mecenas del pueblo, se desconoce el porqué. Curioso por otra parte que el personaje más cálido que pueda encontrar el espectador diga que jamás lee.
Sea como fuere, la frialdad y la indefinición por bandera. Lo dicho, una lástima.

AHORA PUEDES ESCUCHAR LA CRÍTICA DE 'LA LIBRERÍA' EN IVOOX EN ESTE ENLACE:  http://www.ivoox.com/libreria-audios-mp3_rf_22157889_1.html

jueves, 16 de noviembre de 2017

'Feliz día de tu muerte' o cómo hacerle un traje demasiado grande a un bucle sin aspiraciones

De cómo un producto ocurrente y a los quince minutos anodino se convierte en un chollo para quien haya puesto la pasta en esto. 'Feliz día de tu muerte' ha costado 4,9 millones de dólares y lleva recaudados 89 millones en las semanas que permanece en pantalla en numerosos países del mundo tras rifársela las exhibidoras.
No es una copia de 'Atrapado en el tiempo', la famosa película del Día de la Marmota, porque sencillamente se nos desmonta la acusación ante la 'frescura' de su director, que en uno de los penosos diálogos del filme pone en boca de sus protagonistas el recuerdo a la mismísima cinta que protagonizó Bill Murray. Es decir, que no hay trampa ni cartón. Si la aderezamos con el título 'La muerte os sienta tan bien' podría colar, porque Jessica Rothe, que es tan antipática que deseamos que no vuelva a despertarse cada mañana, vive un auténtico ejercicio de renovación espiritual y traumas fuera cada vez que la putea el sujeto de la careta. 
En definitiva, un bucle que podría funcionar como ejercicio cortometrajístico pero que su director, Christopher Landon -por cierto, hijo de Michael Landon, el sufrido padre de 'La casa de la pradera'- ha prolongado en un traje de desaliño juvenil demasiado grande y el producto resulta desgarbado.
Pero para más detalles, incluidos los de la música de Bear McCready, que sobresale entre los valores de la película, puedes ver mi análisis en mi canal Youtube:

martes, 14 de noviembre de 2017

Fernando Velázquez dio la sorpresa al culminar su concierto de bandas sonoras con Pasión Vega


Fernando Velázquez sorprende en su concierto en Cádiz invitando a Pasión Vega a interpretar copla con la ROSS y el Coro Ziryab.
Pretendía hacer una crónica corta del concierto en podcast, pero me ha salido de 45 minutos (¡Horror! :-P). No obstante, hay música y dos momentos inéditos extraídos del concierto de ayer, entre ellos la canción que canta la malagueña.
Os lo ofrezco en Últímo Estreno Digital en este enlace para que escuchéis mi valoración del espectáculo que vivimos y disfrutamos en el Gran Teatro Falla:
http://www.ivoox.com/cronica-del-concierto-fernando-velazquez-cadiz-audios-mp3_rf_22045597_1.html

Un 'vídeo-chorra' instantes después de salir del teatro colgado en facebook:
https://www.facebook.com/josecarlos.fernandezmoscoso/videos/10155868416737328/

sábado, 4 de noviembre de 2017

Fernando Velázquez, la ROSS y el Coro Ziryab en Sevilla y Cádiz. Repaso a la música del compositor


El compositor Fernando Velázquez dirigirá a la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla y al coro Ziryab cordobés en dos interesantes conciertos que se celebrarán el jueves 9 y el domingo 12 de noviembre en Sevilla y Cádiz, respectivamente.
Que vayamos a la capital hispalense es algo a lo que ya estamos acostumbrados los seguidores de la música de cine, aunque ahora se cuentan de manera muy aislada estos conciertos desde que algunos lumbreras decidieran acabar con los Encuentros de Música Escénica y Cinematográfica que coordinaba Carlos Colón y se apostó por esa cosa que es el Festival de Cine de Sevilla que no llega a consolidarse y en el que se han gastado cantidades indecentes de dinero.
En Cádiz estamos de enhorabuena, porque en su provincia la música de cine no existe en directo. Nos conformamos con las bandas de música locales que, para amenizar eventos de todo tipo, interpretan partituras cinematográficas adaptadas y creemos que hemos escuchado lo que deberíamos escuchar. Por eso, es una magnífica oportunidad para disfrutar en pocos días de una de las mejores orquestas del país y un coro que conozco bien de los tiempos en los que formé parte de la organización del Festival Internacional de Música de Cine de Córdoba.
Las entradas pueden adquirirse a precios muy asequibles en este enlace:
http://www.rossevilla.es/actividades/1/238_XV_FESTIVAL_DE_MUSICA_ESPANOLA_DE_CADIZ.html

He grabado en Último Estreno en Ivoox un especial de 50 minutos que creo os gustará a pesar de ser extenso. No temáis, hay mucha música. En él hago un repaso por ocho bandas sonoras que podeis escuchar, junto con mis aportaciones, que resume la trayectoria de Fernando Velázquez. 
Compositor, violonchelista y director de orquesta, que no es poco, el autor vasco nacido en 1976 (tiene por tanto mucho aun por ofrecernos) es un "amante de las melodías", como él mismo se define. Ello no quiere decir que sus composiciones sean fáciles de escuchar, lo que venimos a llamar 'bonitas', y se queden en lo superficial. Ha tenido que enfrentarse, a lo largo de su  trayectoria, a películas en las que la música ha debido reflejar el suspense o el terror que revisten obras como 'El Orfanato' o 'La cumbre escarlata' con la ingenuidad infantil enmarcada en mundos fantásticos, caso de 'Un monstruo viene a verme' o 'El hombre esponja'. A veces, muchas, componiendo para filmes que mezclan ambos estilos y con una especial complicidad con J. A. Bayona, para el que trabaja con comodidad. 
Fernando Velázquez es, junto con Javier Navarrete y los consagrados Alberto Iglesias y Roque Baños, los compositores españoles de música de cine más en forma e interesantes de los últimos años, dando así el testigo a extraordinarios autores que han dejado un legado excepcional más ligado al estilo compositivo de la música cinematográfica europea que a la norteamericana, como Ángel Illarramendi, José Nieto o Carmelo Bernaola.

Semblanza de Fernando Velázquez a través de ocho de sus bandas sonoras

1. El orfanato (2007). Un vigoroso manejo de las cuerdas que nos impregna, en su melodía, de la tierna y melancólica infancia, con ribetes que recuerdan a 'Poltergeist' de Jerry Goldsmith y una dulcificación capital a través del uso de viento con flauta. Nominada al Goya en 2008.

2. Lo imposible (2012). Consagración de Velázquez gracias al impacto brutal en taquilla de un filme irregular. Música elegíaca, de una tristeza inconmensurable, en cuyos temas principales las cuerdas van tomando cuerpo con el chelo en predominios muy bien ubicados. Un adagio amargo, que refleja la tragedia y que en ocasiones te envuelve también en la paz y el respeto hacia la muerte. El piano pone la guinda a esta desolación musical tan extraordinariamente compuesta. Nominada al Goya en 2013.

3. Un monstruo viene a verme (2016). Una nueva vuelta de tuerca al estilo empleado en 'El Orfanato', incluso superado, en cuya música se refleja impecablemente la evolución interior del niño y su relación con el monstruo. Tras dos intentos fallidos, Velázquez gana el Goya a la mejor banda sonora con esta partitura en 2017.

4. Ocho apellidos vascos (2014). Emilio Martínez-Lázaro arrasa en taquilla con esta comedia fácil de temática recurrente que parece extraída más de una serie televisiva actual que de un guión cinematográfico con sustancia. El encuentro, desencuentro y encontronazos de ambos protagonistas con el telón de fondo de las culturas andaluza y vasca lo interpretó Velázquez con una música dinámica, cómica, muy distinta a su registro habitual anterior, liviana y sainetesca en la que no faltan instrumentos identificativos de las localizaciones y los paisajes. Algunos temas románticos son mejores.

5. Lope (2010). Quizá una de las más desconocidas del autor pero de mayor peso compositivo. Fernando Velázquez hizo una música muy española e histórica para un filme que narra los años de juventud de Lope de Vega. La película fue seleccionada para representar a España en los Oscar junto a 'Celda 211' y 'También la lluvia', que fue finalmente elegida con los resultados que ya imaginábamos desde antes de ser rechazada.

6. La cumbre escarlata (2015). La película para la que Velázquez trabajó por vez primera a las órdenes del director mexicano Guillermo del Toro. Una historia fantasmagórica, de amores imposibles y maldiciones familiares, apuntillada por una excepcional banda sonora -quizá la mejor del compositor- con acusado sentido dramático, deudora del romanticismo musical de Max Steiner o Franz Waxman. Incluye un interesante vals original en una de las secuencias más recordadas en el baile de la pareja protagonista a la luz de una vela ante la atónita mirada de los demás.

7. El hombre esponja (2002). Primeros compases de la fraternidad Velázquez-Bayona para un medio metraje de 20 minutos en el que un niño vive la fantasía de un superhéroe gracias a su 'jefe', un chaval veinteañero que lidera al grupo de pequeños que juegan al beisbol. Las imágenes de los partidos sirven para que el compositor escriba un tema que repite en cada lance con pretensiones de fanfarria recordatoria a Silvestri en 'Forrest Gump'.

8. El secreto de Marrowbone (2017). Mescolanza de la plasmación en música de los caracteres de los chicos que deciden sellar un pacto eterno para vivir juntos como familia huérfana con especial importancia musical al más pequeño, y la asfixiante realidad de lo que sucede en la misteriosa casa que habitan. Nuevo recordatorio del cine de ficción y suspense en el que Velázquez se mueve como pez en el agua. En el podcast os ofrezco declaraciones del compositor y del director en una sesión de grabación extraída de un video de la Universal.

Ya sabéis, todo esto con sus músicas lo podéis escuchar en este enlace:
http://www.ivoox.com/especial-sobre-musica-fernando-velazquez-audios-mp3_rf_21870781_1.html

miércoles, 1 de noviembre de 2017

'El Secreto de Marrowbone', solvencia por la borda



Era previsible que el guionista de 'El orfanato' se estrenara tras la cámara con una película deudora de ésta. A Sergio Sánchez le salió la jugada igual de exitosa que a J. Bayona, cada uno en su ámbito, de modo que ¿para qué cambiar de registro a la hora de realizar la ópera prima?
Tampoco había necesidad de cambiar aspectos técnicos que jugaban un papel crucial en la película del director de la sobrevalorada 'Lo imposible', de manera que Sánchez ha apostado, acertadamente, por contar con el compositor Fernando Velázquez para enfatizar su nueva vuelta de tuerca sobre la vida y la muerte jugando a truco o trato, escribiendo una obra brillante aun con mayores registros que 'El orfanato', que también podemos considerarla su predecesora. Con esta nueva obra, Velázquez demuestra su versátil capacidad para apostillar la psicología de cada momento, la placidez de las cálidas situaciones que viven los Marrowbone tras el inicio de sus nuevas vidas y la paulatina transgresión hacia el tormentoso regreso a sus vidas de un hecho anterior convertido en el leit motiv de un filme que va adquiriendo cotas de solvencia, de película a considerar en su género, aun lastrada por situaciones formalmente más apropiadas para subproductos de adolescentes -la pugna por la librera Allie como ejemplo- pero hábilmente revestida de gravedad gracias a un desarrollo en el que en realidad cabe destacar que es la casa de campo donde habitan los Marrowbone la protagonista de un filme cuyo creador sabe sobradamente que las casas encantadas por uno u otro motivo jamás pasarán de moda en la pantalla.
Estamos ante una película de complicada disección para no caer en los spoilers, pero sí podemos congratularnos del intento narrativo por encajar cada situación conforme avanza el metraje, hasta que el nivel de honestidad empleado con el espectador se desploma por resoluciones risibles y que demuestran la necesidad de que el guionista y director se tome en serio sus propias piruetas argumentales para próximas pruebas. No obstante, y a pesar de que estamos hablando de la importancia que posee la culminación de una historia que no es permisible darle el carpetazo de esta manera -ni a ella ni al 'habitante del ático'-, 'El secreto de Marrowbone' no deja de ser un drama de ínfulas gótico-victorianas con el transfondo actual de la violencia de género cuya gran coctelera es una mansión que encierra un misterio vivo. Demasiado manido aunque astutamente envuelto sin que nos importen niveles interpretativos ni la escasamente aprovechada figura de la matriarca, sino una atmósfera lograda y un apunte más al cine de atormentados pasados aderezados con el terror más convencional.
La banda sonora sale a la venta el 3 de noviembre. Afortunadamente, ya habrán tenido tiempo antes para verla o en el CD podrán leer, en el nombre de uno de los temas, uno de los mayores spoiler del cine de los últimos tiempos.

ESCUCHA LA CRÍTICA EN IVOOX:  http://www.ivoox.com/21806385

viernes, 20 de octubre de 2017

Gente de radio que la une Camarón al cabo de los años

Alfonso Rodríguez, biógrafo de Camarón, hoy en la mesa redonda del Congreso dedicada a los libros publicados sobre la figura de José Monje Cruz. Es una de las citas de esta cumbre que se está celebrando en San Fernando con la presencia de reconocidas figuras del arte flamenco y dos centenares de inscritos venidos de distintos puntos de España.
Hace 26 años, Alfonso y yo éramos compañeros de emisora. Lo que he disfrutado trabajando con Alfonso y lo que también me he reído con sus cosas forma parte de nuestra historia laboral y personal, compartida con los compañeros de entonces y algunos amigos para siempre. En la foto de hace dos décadas y media, esperando en la antigua estación en uno de nuestros viajes en tren para cubrir conciertos y otras odiseas radiofónicas. Quiso el destino (y Emilio Hurtado) que ambos cubriéramos juntos el fallecimiento de Camarón y la llegada del féretro a La Isla, su entierro... Lo más liviano que nos pasó es que nos dejamos las baterías de la UM en el coche de Rancapino. A ver quién lo encontraba para que nos lo abriera. Pero aquello era radio con casta, con coraje. Me alegro de que Alfonso haya triunfado en este mundo de la comunicación.
Gente que quieres, que te alegras de ver cuando el tiempo nos lo permite y que sabemos donde estamos.






lunes, 16 de octubre de 2017

El Museo Camarón, más cerca


El Centro de Interpretación dedicado a Camarón de La Isla será pronto una realidad. Hace 25 años que nos dejó el genio del cante y su legado se expondrá al mundo una vez que se construya este edificio. 
Ante la presencia de la presidenta de la Junta, Susana Díaz, la alcaldesa Patricia Cavada y el consejero de Cultura Miguel Ángel Vázquez han rubricado el convenio que permitirá licitar las obras.
En todo un cuarto de siglo, quizá este lunes sea la fecha más importante relacionada con Camarón, al menos la que abre las puertas a un nuevo futuro para La Isla y su relación con el inigualable artista.
Ahora queda esperar a que, pronto, este 16 de octubre quede relegado a un segundo lugar y ocupe su privilegiado puesto el día en el que la presidenta y la alcaldesa corten la cinta y abran las puertas de un museo que será un orgullo para San Fernando y Andalucía.

lunes, 9 de octubre de 2017

1993-2017: Guillermo del Toro, 24 años después en Sitges



La primera visita del director mexicano Guillermo del Toro ('El espinazo del diablo', 'Hellboy', 'El laberinto del fauno') al Festival de Sitges fue en 1993, donde presentó su largometraje 'Cronos'. Fue también el primer año que cubrí personalmente el festival, emitiendo desde allí el programa. ¿Qué dijo Guillermo del Toro entonces, sobre qué habló en su primera rueda de prensa en Sitges hace ya más de dos décadas?

Si quieres saberlo, escucha en Ivoox este especial sobre Guillermo del Toro: http://www.ivoox.com/21355141

domingo, 8 de octubre de 2017

Blade Runner 2049: "Celdillas...Una alta fuente blanca..."


Jamás fui un entusiasta de Blade Runner. Lo repetía una y otra vez en la radio y lo escribía cuando, al amparo de aquel mamotrético y difuso discurso fílmico que el propio Ridley Scott trataba de arrinconar entre sus recuerdos desgraciadamente reales para él, surgían películas con ínfulas de grandilocuencia estéticamente plagadas de humo azul. Fui declarado anatema por quienes sobrevaloraron la secuencia de Rutger Hauer cuando, inventándose el panegírico aquel entre la lluvia y anuncios de neón, lanzó el famoso discurso sobre lo que él había llegado a ver no sé dónde, en la gran puñeta. Con una astuta y engañosa manera de apabullarnos estéticamente, el director de la magistral 'Alien' fue redimido al tiempo de estrenar el filme por un montón de pedantes que se unieron con los años a quienes desde el inicio cayeron en la trampa de un producto visual que hace casi cuarenta años puso los cimientos del engolamiento videográfico y no había manera de lograr que encajaran todas sus piezas, primordialmente las narrativas, porque, sencillamente, hacía aguas en la forma de contarlo. Para cuando convencieron a Scott de que diera su bendición al estreno con el final alternativo preferido por el director, aquello no tenía remedio. ¿Qué obras maestras han necesitado otro desenlace para buscar esta condición de la que su propio creador la despojó nada más nacer?

El lector puede por tanto pensar que no he mostrado el más mínimo interés por su secuela - o mejor dicho, prolongación- puesto que el filme original de que nace ahora este extraordinario viaje iniciático del agente K no se encuentra entre mis obras predilectas. Pero precisamente por ello estaba ávido por visionar un producto al que lo mejor que le ha podido suceder es que no lo haya dirigido Scott, cuyas funciones de productor ejecutivo no parecen haber influido en Villeneuve a la hora de rodarlo (hizo bien en reclamar libertad creativa para hacerla), en el que el director dispone compositiva y milimétricamente cada personaje y objeto que aparece en cuadro, sin que el espectador se pierda visualmente en complejas e innecesarias piruetas. En su ámbito estético, Blade Runner 2049 está hilvanada por fotogramas con los que Villeneuve rinde un extraordinario homenaje a la composición fotográfica. El filme se convierte por ello en una impecable sucesión de elementos con sentido, con lo que la perfección dispositiva supone aun asumiendo el riesgo de un aparente y gélido academicismo. Vitolas que visten, ahora sí, 35 años después, una elegíaca historia extraordinariamente urdida, una amarga búsqueda personal del yo y lo que es el personaje con todo lo que el espectador se identifica porque reúne los ingredientes necesarios para hacerlo: al fin y al cabo, todos queremos saber de dónde procedemos y a todos se nos hace irresistible meter el ocico en culebrones donde se pierden hijos y padres.




Sobrada de minutos como su principal defecto, Blade Runner 2049 es un sólido viaje hacia el autoconocimiento, un 'ultimate trip' kubrickiano en el que se observa el profundo respeto hacia su predecesora, con una acertada banda sonora con la que Hans Zimmer ha decidido prolongar más allá el trabajo de Vangelis con admirable postración hacia la recordada partitura del maestro griego, y con los elementos suficientes como para que los tiempos sobrantes se olviden con secuencias que pasarán a la memoria de la cinematografía contemporánea más exquisita, algunas de ellas en las que la participación de tres personajes es bocado cardenalicio para los amantes del bien cine como algunas preguntas retóricas y reflexiones que no le van a la zaga a algunos de los soliloquios del filme primigenio.

ESCUCHA Y DESCÁRGATE MI CRÍTICA EN IVOOX: http://www.ivoox.com/blade-runner-2049-critica-audios-mp3_rf_21330632_1.html

miércoles, 4 de octubre de 2017

El Rey no dijo nada


El Rey no dijo nada. Quiero decir, dijo muchas cosas. Pero no dijo nada. La Constitución, a la que recurren constantemente quienes nos han llevado al abismo con su obcecada postura monolítica evitando una definitiva configuración política territorial de España, le confiere al monarca un papel arbitral que ha rehusado practicarlo. Así se ha comprobado en su comparecencia televisiva.
Manuel Jiménez de Parga realizó un preciso análisis en Diario 16 hace ahora 36 años, apenas tres meses después del intento del golpe de estado, en el que exponía las funciones arbitrales y moderadoras "que alcanzan el suplir vacíos legales en situaciones de emergencia como el 23-F". El que fuera presidente del Tribunal Constitucional afirmaba, en su artículo 'El arbitraje constitucional del Rey' (1), que "reinar es, justamente, arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones". Entiéndase que entre éstas no sólo cabe la del Estado, sino también las de los poderes autonómicos. El gobierno catalán es en derecho igual de legítimo que el español y, dado que, Jiménez de Parga habla de "la difícil y trascendental obligación del Rey al ser concebido constitucionalmente como árbitro (...) entre las ventajas de la Monarquía sobre la República, la posibilidad de contar en la primera con un poder arbitral y moderador", cabe preguntarse en qué medida Felipe VI ha optado por cumplir con el artículo 56 de la Constitución (2) o ha sido el tapado de un presidente del gobierno culpable de este desaguisado.
El Rey no dijo nada porque no resulta difícil imaginar que lo más probable es que no haya mantenido encuentro alguno con Puigdemont. Así, sin complejos, sin conciencia de clase ni feudo. Felipe VI también iría tarde, pero el abismo al que estamos abocados bien merece una contundente decisión en cualquier minuto del cronómetro cuya cuenta atrás conduce inexorablemente a la fragmentación del Estado. Sería la contundencia del acuerdo tras la palabra, no de la violencia que produce la irracionalidad del odio y el extremismo, la cuaderna maestra para comenzar a construir la España del futuro en la que cabemos todos, incluido el monarca silente. 
Estamos en una encrucijada en la que sería un error considerar que el Rey no tiene que escuchar a Puigdemont, entre otras cosas porque, filias y fobias aparte, es el presidente de una de las comunidades autónomas españolas y le asiste el derecho a ser oído en la misma medida que al Rey le obliga la Carta Magna a escucharlo. Pero no lo ha hecho. Por eso el Rey no dijo nada. Dijo muchas cosas, pero no dijo nada.
La incomunicación conduce a las personas a proyectar sus propias mentiras, mantenerlas y hacerlas crecer según convengan. Cuando se produce en los representantes del pueblo, con ella están llevando al abismo a los millones de ciudadanos que han confiado en la presupuesta capacidad de sus líderes para solventar situaciones que sólo parece que vamos a calibrar de verdad cuando el ejército pise suelo catalán y los medios nos ofrezcan unas imágenes que ya no tengan remedio ni justificación alguna. Ante la manifiesta incapacidad comunicativa del Gobierno español, son necesarias acciones urgentes. Digo urgentes como digo de días, de horas, o ya no habrá solución. Correspondía al presidente Rajoy comunicar y dialogar. En primer lugar, con el gobierno catalán, para evitar el esperpento de un referéndum que es inadmisible para los propios catalanes, y adoptar cuantas decisiones fueran posibles para solventar de una vez por todas el problema de la territorialidad definitoria española, el que ha provocado aluminosis en los cimientos del estado y nos ha acompañado desde siempre, el que engendró a ETA en los pueblos intrínsecos de Euskadi donde ahora pensarán que aquella lucha era de raza y la de los catalanes es de burgueses derechistas. ¿Y ahora, qué? 
En segundo lugar había que agotar la vía con la oposición, con los socialistas, con Rivera, alcanzar un acuerdo de altura de miras. Como aquellas que tuvieron dirigentes tan opuestos pero conscientes de la trascendencia del momento en la transición. Pero Rajoy no es Adolfo Suárez ni por asomo. Ordenar dar palos es producto de la ceguera política y la imposibilidad de gobernar este país que se rompe y no puede esperar ni un minuto más a un gran pacto de estado en el que prime el interés nacional y el objetivo por la vía de urgencia sea conformar la mayoría suficiente en el Parlamento para destituir por los cauces democráticos contemplados en la ley a través de una moción de censura, a un gobierno incapaz al que le ha superado la situación y al que le dio pavor en su momento afrontar su prioritaria obligación de configurar un nuevo modelo de estado en el que cabemos todos. Incluido un Rey que, en una oportunidad histórica perdida, prefirió también ser monolítico y no decir nada.

(1) https://linz.march.es/Documento.asp?Reg=r-4691
(2)  http://www.congreso.es/consti/constitucion/indice/titulos/articulos.jsp?ini=56&fin=65&tipo=2