viernes, 29 de noviembre de 2019

ET vuelve a casa



Independientemente de que la llorera ha sido descomunal al verlo -termino el año sin emocionarme con ninguna película y lo hago con esto-, y que hacer algo nuevamente con un icono de esta categoría resulta bastante arriesgado, lo cierto es que lo que viene a demostrar es que, a pesar de los años, nada menos que treinta y siete, ET es inmortal. 
Hay ocasiones en las que mencionas la película y el personaje y te hacen una mueca como de cine ya 'desfasado' no solo en su género, sino en general. Y nada más lejos de la realidad. Las obras maestras perduran y en cuanto se regresa a ellas el mundo se moviliza. Solo con las cosas imperecederas sucede esto. Por eso, para mí, mis superhéroes preferidos -porque ET es para mí un superhéroe además de un Jesucristo renacido, como ya he explicado desde hace muchos años- me marcaron mi vida en los años 1978 y 1982 y los de ahora me importan un rábano.

lunes, 25 de noviembre de 2019

'Extraños en un tren'. Alfred Hitchcock/Dimitri Tiomkin



Viene a colación esta banda sonora para la película de Alfred Hitchcock porque precisamente anoche la emitió el canal de televisión TCM, que continuaba posteriormente con su programación ofreciendo 'Ciudadano Kane'. La madrugada se puso para no dormir.
Cuando se habla del director más emblemático del suspense cinematográfico se le relaciona inmediatamente con el compositor Bernard Herrmann. Pero si Herrmann aportó su maestría a filmes como Psicosis', 'Vértigo' o 'Con la muerte en los talones', también el compositor Dimitri Tiomkin trabajó para Alfred Hitchcock en cuatro películas: 'La sombra de una duda', 'Crimen perfecto', 'Yo confieso' y 'Extraños en un tren'.
Curiosa banda sonora esta última, como podéis comprobar en el vídeo que os he montado. El tema más destacado, compuesto para los créditos iniciales, deja a las claras el rabioso estilo lírico con reminiscencias de la escuela rusa, de la que él procedía. El tema es de un gran valor musical pero nulo cinematográficamente hablando. No hay nadie que piense, por la música, que comienza una película donde el 'quid pro quo' con dos asesinatos va a centrar la trama, gracias a una retorcida propuesta de uno de los protagonistas. El tema musical parece más bien el inicio de un filme de amores y desamores, por lo que no aporta en absoluto información sobre la cinta. Eso sí, finaliza el primer minuto y la música va como anillo al dedo en dos aspectos: primero, acompaña perfectamente los movimientos de los dos hombres hasta que se encuentran en el tren -apenas solo se aprecian las piernas y las maletas- culminando con un roce fortuito de los pies derecho e izquierdo de Farley Granger y Robert Walker. Segundo, aquí sí observo que la música desempeña el papel explicativo del filme. A pesar de lo macabro de la propuesta que vamos a conocer en breve, ésta es tratada por Hitchcock como un juego de intercambio, como una partida estratégica, como un divertimento por el que el director se decanta a la hora de tratar la trama en un ejemplo más de la macabra sorna con la que el cineasta le gustaba tomarse todo. La música contribuye al juego de una negra propuesta como, por ejemplo, la que años después veremos en 'La huella' de la mano de la excelente banda sonora que hizo John Addison. Lo podéis comprobar también en el vídeo.
La siguiente secuencia del montaje que os ofrezco es en el clímax del desarrollo del partido de tenis. La caída del encendedor en una alcantarilla da pie a una secuencia frenética en la que la música de Tiomkin juega un papel fundamental para mantener la tensión de los sets. El compositor sustenta la secuencia recurriendo a un ritmo espectacular que altera cuando, paralelamente, aparecen los intentos por rescatar el encendedor de la cloaca en otro lugar lejos de la pista de tenis.
Tiomkin resuelve con solvencia la secuencia de más de seis minutos como también contribuirá de manera crucial en lo que sucede posteriormente en el tío vivo del parque de atracciones.
 Tiomkin trabajó con grandes, aparte de Hitchcock, como Frank Capra, para el que hizo las bandas sonoras de media docena de películas, así como Howard Hawks, Fred Zinnemann o Anthony Mann.

viernes, 22 de noviembre de 2019

Cincuenta años, toda la vida, siendo de la Misericordia



La Hermandad de la Misericordia de San Fernando me hizo anoche entrega de un diploma acreditativo de mis cincuenta años como hermano de la cofradía. Gracias de corazón por ello.
Con la perspectiva que te da medio siglo, da vértigo pensar que en apenas mes y medio cumplo 51 años de vida y desde que nací pertenezco a la Misericordia. Creo que a estas alturas puedo afirmar que, posiblemente, mi condición de hermano me acompañará lo que me resta de vida. Entonces, como ya sucede ahora, será lo único que durante toda mi existencia me haya acompañado a la hora de pertenecer a una institución o un grupo, en este caso fraternal.
Cincuenta años con vivencias inolvidables, con etapas más comprometidas, con otras de menor presencia tal y como te marca el devenir de tu vida... Pero siempre formando parte de la Misericordia isleña, la que cada Jueves Santo comparto con mi padre desde que tuve cuatro años y la que me puso a mi lado la mujer que quiero.
Con mi afecto más sincero hacia mi hermano mayor, Jesús Fernández Aranda, y su junta de gobierno, y con mi felicitación que traslado también al resto de homenajeados por cumplir 25 y 50 años en la Misericordia.





miércoles, 20 de noviembre de 2019

Los juicios de Nuremberg. 'Vencedores o vencidos'



Tal día como hoy, 20 de noviembre, en 1945, comenzaban los famosos juicios de Nuremberg.
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, los aliados llevaron a cabo un macrojuicio condenatorio contra jerarcas nazis acusados de provocar las barbaridades que ya todos conocemos. 
Stanley Kramer, cuyo oficio fue solvente a lo largo de su trayectoria aunque resultó más interesante como productor que como director con películas como 'Solo ante el peligro' o 'El motín del Caine', se situó tras la cámara en 1961 para rodar 'Judgment at Nuremberg', llamada en España 'Vencedores o vencidos' gracias a algún lumbreras o alguien con la censura en el cogote. 
Lo hizo con un reparto espectacular, en el que un enorme Spencer Tracy crepuscular encarnaba al juez de la corte que juzgaba los crímenes, Burt Lancaster al nazi Ernst Janning, Maximilian Schell como abogado de la defensa y todo un abanico de secundarios de lujo, como Montgomery Clift o Marlene Dietrich. Comenzaban a estilarse las películas de juicios y la industria hollywoodiense no iba a desaprovechar una de las vistas más importantes del siglo XX... 
¿Y la música? La banda sonora corrió a cargo de Ernest Gold, que ya había probado las mieles del éxito tan solo un año antes al ganar el Oscar por la potente banda sonora para 'Éxodo'. Nada más dispar respecto a ella fue el siguiente trabajo de Gold para Stanley Kramer. El compositor decidió dejar que el silencio imperara en casi todo el filme, especialmente en las numerosas secuencias en la sala de juicio. Colocar música en ellas durante los tensos interrogatorios a los personajes que iban pasando ante el tribunal podía mermar la sensación del espectador de encontrarse sentado en una de las sillas del público, de modo que Gold y Kramer prescinden de ella durante la mayor parte de la película para acercar al público de manera más realista lo que está sucediendo. 
Para comenzar y terminar el filme, así como en alguna otra ocasión, emplearon himnos alemanes cantados en la época nazi. De hecho, el inicio de la película parece un documental de exaltación nacionalsocialista. 
 Entonces, ¿qué hizo Ernest Gold, además de sacrificar sus conocimientos y posibilidades de lucimiento? Arregló las piezas militares ya existentes, compuso música muy incidental y el tema más destacado a mi juicio es el llamado 'Guilty Or Not Guilty' (Culpable o no culpable) que es el único que suena en todo el juicio, precisamente cuando el juez declara los casos vistos para sentencia. En ese momento, tras tantas sesiones de tensión, el tema rompe dramático, clásico, solemne... y cortado, tan solo unos quince segundos cuando en su minutaje completo dura 1'15''. 
 En el vídeo que os he montado esta noche podéis ver todos estos momentos: lo iniciamos con los créditos del comienzo con una canción nazi. Posteriormente, saltamos hasta la secuencia en la que el juez Dan Haywood (Spencer Tracy) pasea con Marlene Dietrich tras coincidir en el teatro, en su papel de una mujer alemana misteriosa, que parece tratar de influir sobre el magistrado americano... Lo curioso es que Kramer y Gold hacen un guiño a Marlene en esa secuencia, porque en lugar de emplear música original, recurren al famoso 'Lili Marleen', la canción que indefectiblemente identificamos con Dietrich a lo largo de su carrera como actriz y cantante. Los compases del estribillo de este tema también los utiliza Gold casi al final de la película de una magnífica forma, informando al espectador sin media palabra que Tracy coge el teléfono para llamarla a ella. La siguiente escena de Dietrich sentada a contraluz, con el plano secuencia que hace Kramer en esos instantes, es extraordinaria. 
Como demostración del valor del silencio en este filme, os he montado en el vídeo el momento del interrogatorio a Montgomery Clift. La frase "forme una oración con las palabras liebre-cazador-campo" con la que le increpa un Maximilian Schell oscarizado por su papel como también algo teatral, forma parte inmortal del filme, así como la genial interpretación de Clift dejando entrever la difusa discapacidad mental que se le achaca y que el abogado defensor trata de demostrar para justificar lo que los nazis hicieron con él. Como el tema que os comenté 'Guilty Or Not Guilty' no está completo en la película, os lo ofrezco entero en el vídeo para que lo disfrutéis, así como finalmente una canción llamada 'Liebeslied' que podría pasar por una de tantas románticas de tradición alemana, si bien es original de Ernest Gold. 
 La BSO de 'Judgment at Nuremberg' tuvo una edición Deluxe en 1998 con el cartel de la película en el interior y un CD Rom con fotos y vídeos, editado por el sello Ryco. Yo la adquirí en su día, desconozco si aun existen ejemplares o está descatalogada.

El Museo del Prado en el cine: 'La hora de los valientes'



El cine ha mostrado el Museo del Prado en más ocasiones de las que podemos imaginar. 
Para celebrar que hoy, 19 de noviembre de 2019, se cumplen 200 años de su apertura, recurro nuevamente a uno de mis cineastas de cabecera, Antonio Mercero, que con guión de él mismo y Horacio Valcárcel (es decir, el mismo tándem de 'Verano Azul'), llevó al cine, en 1998, 'La hora de los valientes', película que gira en torno a un trabajador del Museo del Prado -interpretado por Gabino Diego- en la Guerra Civil, en un momento en el que los cuadros son trasladados a Valencia para protegerlos de los bombardeos y efectos del conflicto. 
Con la historia del autorretrato de Goya y el anarquismo de fondo, la historia cuenta con un protagonista mayor como si 'estuviera vivo' y que sirve de escenario privilegiado para los acontecimientos. Ese es, precisamente, el Museo del Prado. 
¿Y la música? La banda sonora original fue compuesta por el músico vasco Bingen Mendizábal, que desgraciadamente se prodiga poco como compositor, cuando su obra ha sido siempre interesante. Es probable que su mejor banda sonora sea 'La madre muerta', la película de Juanma Bajo Ulloa, pero la partitura de 'La hora de los valientes' cumple con creces con las necesidades del filme. 
En el montaje de esta noche os ofrezco cuatro momentos para comprobarlo. Comienza el vídeo con los créditos. La extraordinaria labor de diseño de producción de Gil Parrondo ya se aprecia desde los instantes iniciales. La música se enmarca en un estilo tan marcial como propio de himnos tanto militares como nacionales, con toques y llamadas de trompetas que apostillan el carácter bélico de lo que sucede en la película. 
El segundo clip nos traslada a la rápida protección de los lienzos del Prado para su traslado, todo ello también con música amenazante militar remarcada por el tambor. No obstante, observad cómo resuelve el director y el compositor esta secuencia, al surgir una de las obras cumbres del Prado: las Meninas de Velázquez. El cuadro aparece trasladado en escena desde la derecha hacia la izquierda en un plano general y desaparece la música militar, que se transforma en una composición más amarga, mientras el personal del teatro se queda paralizado, de espaldas, observando la maniobra, firmes. La cultura, sus trabajadores, 'se cuadran' ante el arte supremo, no ante el poder militar
Una tercera secuencia del vídeo muestra un momento en el que Mercero nos enseña el museo en general. Me resulta llamativo que el tema que coloca Bingen Mendizábal en ese instante tenga similitudes con el preludio que Jerry Goldsmith compuso en 1965 para la película 'El tormento y el éxtasis', sobre la historia de Miguel Ángel Buonarroti, en donde precisamente el filme nos está comenzando a mostrar las excelencias artísticas del Vaticano. Os lo he puesto también en el vídeo para que lo comprobéis. 
Finalmente, Mendizábal culmina la película con un precioso tema en el que el oboe intensifica el efecto dramático de un final de despedida de la chica y el joven dirigiéndose hacia el autorretrato de Goya: "Salud, compañero".