viernes, 5 de octubre de 2018

‘El Reino’: la corrupción política convertida en transformismo policíaco


Hay dos maneras de analizar ‘El Reino’ y debemos ser cautos con ello, porque la parte por el todo nunca resulta justo. La cinta de Sorogoyen, un solvente cineasta gracias a ‘Que Dios nos perdone’ o ‘Stockholm’ y un buen lote de producciones televisivas como ‘Frágiles’ o ‘La pecera de Eva’, tiene una lectura guionística en particular y otra cinematográfica en general. Es de recibo pensar que cualquier producción puede diseccionarse entre ambos planteamientos, pero si la cinta de Sorogoyen se basa en la corrupción política sin ambages nada más comenzar su metraje –otra cosa es lo que sucede después y ahora hablaremos de ello-, resulta obvio que el asunto llama la atención al espectador y entonces la película corre el peligro de ser bien recibida por adentrarse en vericuetos políticos que no suelen reflejarse en las pantallas de nuestro cine patrio. ¿Miedo a quedarse aislado, a moverse y no salir en la foto de las subvenciones y el trato con el poder? Quizá. Pero una película con políticos que viven de manera indecente gracias al dinero público lleva a la gente a las salas. A las pruebas me remito. 
Por eso, guionísticamente tiene una visión y ya después podemos entrar en la solvencia direccional, sobresalientes momentos como el de la casa a donde acude apresuradamente Manuel Gómez en busca de la documentación que lo redima y mantiene entonces el pulso con los adolescentes, o por el contrario aspectos técnicos como la desafortunada banda sonora o un tufo a estilo de dirección televisiva que lastra estéticamente la película. 
Como guión donde reflejar las miserias de la política, la película es engañosa. La prometedora exposición de motivos, el brillante inicio en el restaurante, el desarrollo de una trama con altos cargos en connivencia y odiándose unos a otros, los lugares ocultos y entre alcoholes donde lo sibilino con los jueces –también hay mucha estopa para ellos- se encamina, como una serpiente venenosa hacia el ‘stablishment’ del poder que, como en un momento dado se pone en boca de uno de los participantes en la trama, amenaza con caer estrepitosamente y mucho más allá de un quítame allá a varios concejales o consejeros que han metido la mano y no hay donde hilvanar. 
Pero entonces da lástima que Sorogoyen cambie de registro la película de manera tan abrupta y prefiera hacer un filme en el que la acción toma el relevo de lo que caminaba por arriesgados pero valientes derroteros, y ‘El reino’ termine por convertirse en un filme policíaco, con accidentes calculados, con acción a raudales (¡otra vez el dolor de oídos con el espantoso y televisivo score de Olivier Arson!) y el desenlace se encamine a una puesta en escena de gran artificialidad y que, en otro alarde de inteligencia -más que honestidad cinematográfica- por parte del director, trate de devolvernos al ámbito de la política que daba sentido a la trama, en un mano a mano con el cuarto poder. Fácil, resultón y magnético ante un antológico Antonio de la Torre y Bárbara Lennie convertida en Ana Pastor. 
Inconmensurable, como siempre, Josep María Pou, como cargo político de alto nivel tratado a distancia con el espectador como reclama el personaje, ‘El Reino’ se desenvuelve a caballo entre la intriga política y la acción con una clara victoria, desgraciadamente apabullante, de la segunda. Con enumerables aciertos y numerosos errores especialmente e insisto conceptuales sobre lo que la película ‘quiere ser de mayor’, lo peor de todo es que ella misma va adquiriendo cuerpo hasta que sucede lo más temido: ir gustándose ante el espejo, recrearse en su aparatosidad exterior y hacer de la historia un ‘tour de force’ para rizar el rizo de la autocomplacencia. 
Una lástima que aun tengamos que esperar para imbuirnos realmente en el cine de las cloacas más empozoñadas de la política, ante esta oportunidad perdida.

domingo, 2 de septiembre de 2018

'En las estrellas'. Lo más importante en la vida es el cine




Salgo absorto del cine con la propuesta que Zoe Berriatúa me acaba de plantar ante mis ojos. 
Sin ambages, aun cuando existen dos mundos que conforman dos películas en una con la complejidad que supone engarzar la realidad y la ficción de una manera tan brutal, el cineasta madrileño ha subido a lomos de un rocín a su particular Kubrick (consciente físicamente de ello un gran Luis Callejo) para recorrer los decadentes escenarios de un mundo que ya no es el de la época dorada de los artesanos del celuloide. 
Si hay amor desmedido al cine, si existe libertad de movimientos como resulta obvio a tenor de la obra final verbi gratia a un productor poco dado al comedimiento, surge una excelente, aunque desasosegadora película, con preguntas obligadas: ¿Estamos ante todo frente a un drama social edulcorado con la simbología, la estética, la magia del cine de cartón piedra de antaño? ¿Es ‘En las estrellas’ un incondicional homenaje al cine como leit motiv, en el que todo es una excusa para nadar contracorriente, incluso en otras mareas que no son las del gusto del público actual?
Creo que la respuesta la aporta Víctor en un momento del filme: “Lo más importante en la vida es el cine”. Pero como si Berriatúa no quisiera perder el mando de la nave ni jugar a favor de uno u otro concepto, inmediatamente contrarresta con Ingmar: “Tienes que buscar un trabajo”. Y vuelve a surgir en el espectador la duda ante lo que estamos viendo. 
Es probable que el público más ortodoxo se quede en la superficie, mientras que los que pertenecemos al resto volvamos a las salas para conmovernos con memorables momentos como la primera ocasión en la que Víctor e Ingmar llegan a la sala de rollos de películas del cine o surjan ante nuestros ojos los decorados de aquellas obras maestras de Griffith o Lang
Decía que hay dos películas en una y tiene mucho que ver con la dicotomía anteriormente expuesta. La vida real, representada por Ingmar, y el mundo de Víctor. Ambos, engarzados como un mecanismo de relojería, han sido plenamente entendidos por Iván Palomares, cuya banda sonora se convierte en cuaderna maestra de ellos. Rabiosamente agridulce, con un piano y cuerdas que apostillan la soledad de un caballero andante que espera ser redimido por una Macarena Gómez testimonial, la música de Palomares cambia sustancialmente cuando los cohetes, las lavadoras y el frigorífico vuelan por el espacio, cuando Víctor crea sus cuentos y nos lo ofrece al espectador, para musicalmente homenajear al cine primigenio. Debe haber sido un reto musicalizar unas historias que, me temo, el espectador ‘estándar’ va a mirar con ojos incrédulos. El mismo espectador que dio licencia a que los personajes de la gafapastista ‘La La Land’ volaran de aquí para allá, pero es incapaz de sumergirse en el maravilloso mundo que Berriatúa me acaba de ofrecer ante mis ojos, como decía. Conmovedor, sin fronteras para la creatividad, sin sensiblería pero con el llanto queriendo arrancar por la desazón que provoca la muerte del cine, omnipresente en esta fábula Bergmaniana, surgiendo de manera cruel en un parque de atracciones abandonado, en un camión con latas de celuloide, en unas fotos de Víctor en la pared de tiempos dorados…Así es ‘En las estrellas’.
Qué gozada tan amarga, joder.

jueves, 16 de agosto de 2018

En el día del que hubiera sido el 65 cumpleaños de James Horner



Es mejor recordar a JAMES HORNER en la fecha de su nacimiento. Este 14 de agosto, hubiera cumplido 65 años, si no hubiera sido por aquel mortal accidente de avioneta en el que perdió la vida, en junio de 2015, y que nos dejó consternados a los amantes de la música de cine.

Del estilo de Horner está todo dicho, pero entre sus virtudes más admirables está una que no todos los compositores poseen: Horner fue capaz de escribir extraordinarias bandas sonoras, algunas obras maestras, pero también de dirigirlas, orquestarlas, producirlas...

Era un autor completo. Un 'hombre-orquesta' empleando un símil a colación del tema que tratamos. Hay muy buenos compositores, pero no saben utilizar la batuta. Los hay que necesitan hasta cuatro orquestadores y se llevan la gloria. Pero Horner era un hombre talentoso, que era capaz de acallar las críticas recibidas por la similitud en algunas de sus bandas sonoras -conviene recordar que hay partituras de Herrmann o Rozsa que son asombrosamente similares a otras escritas por ellos mismos para películas anteriores y nadie dice nada- porque, entre otras ventajas gracias a su sabiduría musical, enriqueció la orquesta aportando instrumentos a la hora de dotar de cromatismos necesarios a la música de películas que no hubieran sido nunca lo que fueron sin sus sones, algunos que nos acompañan diariamente cuando silbamos inconscientemente durante el día y otros más complejos de ritmos o sonidos acordes con lo que vimos en pantalla: 'El nombre de la rosa', 'Apocalypto', 'Gorky Park'...

Quienes hemos crecido siendo 'raros' porque íbamos camino de la facultad escuchando en los auriculares 'Aliens el regreso' o trabajábamos en la radio y cuando llegaba la madrugada pinchábamos el tema final de 'Tiempos de Gloria', hemos tenido a James Horner de inconsciente compañero de viaje. No hemos podido resistirlo y cuando nos hemos dado cuenta íbamos tarareando en el coche sus melodías más conocidas e incluso logrado completar, con mayor o menor acierto, temas enteros de siete, ocho minutos tras no sé cuántas audiciones estudiando, trabajando o dormitando. Todos los fieles seguidores de Horner hemos entonado 'Leyendas de Pasion', 'Willow', hasta 'Titanic' siendo su partitura más conocida pero una de las que yo no ubicaría entre las mejores. Con ella logro el Oscar, pero ¿quién es capaz de justificar que no lo mereció con 'Apolo XIII', aceptar que 'Buscando a Bobby Fisher' pasara desapercibida, que 'En busca del valle encantado' es una de las mejores bandas sonoras de toda la historia del cine de animación?

De manera que, como ya ocurriera con Paul Newman siendo el mejor actor de todos los tiempos pero con una única estatuilla en su vitrina, Horner solo colocó en su repisa la efigie por su música para 'Titanic' y otra compartida por la canción interpretada por Celine Dion, mientras vio pasar los reconocimientos a terceros que obviaban maravillas como 'Fievel y el nuevo mundo' (música y canciones), 'Cocoon' o 'El hombre sin rostro'.

Pero ¿qué más da? Horner ganó la gloria de los aficionados a la música de cine y, además, silbamos sus melodías en el coche diariamente. Espero que nuestros tarareos, aun titubeando cuando lleguemos al famoso 'parabará', suenen hasta donde se encuentre nuestro genio. Feliz Cumpleaños.

MAESTRO HORNER:

1. TIEMPOS DE GLORIA. La contención de la lágrima de Denzel Washington a través del crescendo de la música... hasta que cae por sus mejillas:
https://www.youtube.com/watch?v=KD5DVxqmjRo

2. EN BUSCA DEL VALLE ENCANTADO. Piecito llora a su madre. El coro remarca el carácter infantil del personaje y su ingenuidad, hasta que la música eclosiona al descrubrirse el valle ante los ojos del espectador....
https://www.youtube.com/watch?v=I9uVquExMi4&list=RDQMaSZZFw87kAQ&index=6

3. LA TORMENTA PERFECTA. Cómo describir la luminosidad de un puerto pesquero y 'contar' con música un encuentro y abrazo deseado en su justo momento (1'45''):
https://www.youtube.com/watch?v=LZ_QYknYk4g

4. APOLLO XIII. La música mantiene toda la secuencia del lanzamiento del cohete. Sin ella, no hay emoción ni solemnidad ante un momento histórico:
https://www.youtube.com/watch?v=1-JdqHxqkHA

5. BEAUTIFUL MIND. La matematicidad de la composición, acorde con la mente del protagonista. Golpe de números, de piano, de instrumentos marcados por el tempo puntual y continuado...
https://www.youtube.com/watch?v=aLj8WCO-2QI

martes, 7 de agosto de 2018

Doce localizaciones imprescindibles para recordar VERANO AZUL


Lo prometido es deuda, así que... ¡aquí está! 
'Doce localizaciones imprescindibles para recordar VERANO AZUL' es un trabajito modesto, a modo de reportaje, que recorre, durante una hora, lugares ya identificados universalmente con la serie de televisión de la que en 2019 se cumplirán 40 años del inicio de su grabación. 
Hecho con mucho cariño, no pretende ser una producción del National Geographic ni nada por el estilo, aunque estaría bien que alguna televisión o productora recogiera la idea y, con los medios técnicos adecuados e incluyendo entrevistas, rescate de personajes y técnicos, extras, etc. realizara un buen trabajo profesional recorriendo la caleta de Maro, el Balcón de Europa, el chiringuito de Ayo... y estrenara un documental que nos entusiasmaría a los amantes de VERANO AZUL y de Nerja.
Por ahora, os tenéis que conformar con este repaso personal que intercala imágenes de hace tan solo semana y media con las de los episodios rodados a las órdenes de Antonio Mercero. 
Espero que os guste, especialmente a los incondicionales de nuestro VERANO AZUL y a quienes conozco que están directamente relacionados con la serie. 
Un fuerte abrazo y a disfrutar. Es mi deseo, de todo corazón. 

domingo, 5 de agosto de 2018

Música de cine 'fidedigna' de la mano de The Playbillers





Con estas líneas quiero felicitar a la Orquesta The Playbillers por su concierto de bandas sonoras del pasado viernes en el Real Teatro de las Cortes de San Fernando. Han sido meses de trabajo, lo sé de buena tinta, como también soy consciente de que aquel sueño que me contásteis al inicio se ha visto hecho realidad ahora y os colmará de alegría, especialmente porque el resultado es excelente. 
La musica de cine es muy particular y hay que saber interpretarla. He escuchado grandes orquestas con temas de Williams, Horner, Steiner... han sonado en ocasiones tan perfectas que falta ese 'alma' de los músicos que son amantes de la música cinematográfica hasta el extremo, un espíritu que en vosotros se os intuye nada más veros -y escucharos- en los primeros compases de cualquier tema.
Vosotros no sois la ROSS, ni tocáis en Londres (¡Por ahora!) ni lo necesitáis porque vuestro fin por el momento creo que es otro. Para mí, principalmente, que hagáis descubrir a la gente la música de cine de una manera fidedigna, sobre todo cuando a lo que estamos acostumbrados por aquí es a escuchar a las bandas de música -muy dignas, por supuesto- interpretando adaptaciones. Sois los primeros que habéis dado un concierto completo dedicado a la música de cine en el Teatro de las Cortes en toda su historia, lo habéis hecho además con la incorporación de los instrumentos necesarios para que suene como debe ser y habéis llenado el recinto. El cartel de completo quiere decir mucho y ojalá hayáis creado un punto de inflexión para que todos nos demos cuenta de la demanda de este tipo de música y lo que puede suponer en una ciudad, en una provincia, como atractivo cultural y económico. Lo sé bien porque lo viví durante años en primera línea en Úbeda, en Córdoba...
En esta modesta grabación de unos minutos hecha con mi móvil con temas entrelazados de los que ofrecísteis el viernes va mi reconocimiento y con especial dedicatoria al director de The Playbillers, Enrique Busto Rodríguez y a mis amigos y músicos José Dopico y Juan Ramón Laz, amantes de esto que forma parte de muchas de nuestras vidas desde que tenemos uso de razón y que nos eriza el vello cuando cumple con su cometido en cada película o la disfrutamos en directo en conciertos o festivales. 
PD: Ah, ahí falta la trompa de alguien a quien quiero mucho y con quien compartiré concierto de John Williams en Londres en octubre. Así que ya sabes (is)... ;-)