domingo, 28 de mayo de 2017

Mi primera banda sonora rayada. Georges Delerue y 'Ana de los mil días'


Tal día como hoy, el 28 de mayo de 1533, el arzobispo de Canterbury Thomas Cranmer declaraba válido el matrimonio de Enrique VIII de Inglaterra y Ana Bolena. 
Recuerdo de pequeño tener en mis manos un disco recopilatorio de bandas sonoras que era de mi padre, y entre sus temas, estaba el de 'Ana de los mil días', la pelicula de Richard Burton y Geneviève Bujold. Nunca creo haberlo confesado, pero la música compuesta por Georges Delerue para este filme fue la primera banda sonora de la que tuve constancia musical en mi infantil cabeza. Antes de Superman, Memorias de África y todas las que ya hemos hablado mil veces que despertaron nuestro particular mundo cinematográfico-musical. 
Machaqué mil veces aquel tema de Delerue hasta rayar el disco, lo que me provocó una cierta reprimenda pero me dio alas para 'robarlo' y quedarme con él hasta hoy. Ahí lo tenéis en la foto. 
 Tantos años y tanto uso que hubo que hacerle una carpeta nueva de manera chapucera para que sobreviviera desde que en 1971 llegara a mi casa. Así que, aunque sueñe extraño, cuando escucho hablar de Ana Bolena me acuerdo de la primera banda sonora de la que tengo constancia. 
Georges Delerue siempre me pareció un olvidado entre tanto nombre americano y también europeo, en cuyo cine de décadas pasadas parece que solo existe el nombre de Morricone. Francia ha dado grandes compositores que parecen inmerecidamente olvidados. 
Aquí os dejo el enlace al tema de 'Ana de los mil días' incluido en el disco de Orlador, ¿quién no ha tenido un Orlador en su casa?


martes, 23 de mayo de 2017

Roger Moore y James Bond


Me apena lo de Roger Moore, lógicamente. 
Creo que lo recordaré más por 'El Santo' que por sus papeles de 007, entre otras cosas porque aborrezco el personaje de James Bond. Pocos registros tan pobres ha habido en el cine para un protagonista como el de este tipo impoluto, machista e imposible, capaz de mirar hacia un lado y usar y tirar a una mujer. Ya el malo malísimo hará las explosiones y ahí se acaban sus películas. Eso sí, nos llevamos semanas, meses, años con la canción de Durán Durán de 'Panorama para matar' en la cabeza. 
Cuando las peleas eran porque a las niñas les gustaba Simon Le Bon o Martin Kemp, decíamos que eran maricas y que su música era una porquería. Ains.

viernes, 12 de mayo de 2017

Monoteísta de Alien y de Carlo Rambaldi


Cruzo los dedos ante el nuevo Alien de Ridley Scott. Pero lo mío es una tortura desde hace décadas. En realidad solo me gusta la primera, la obra maestra. No la defiendo por lo ya conocido: su atmósfera vacía, asfixiante, la música inconmensurable de Jerry Goldsmith al servicio de la imagen, la ejemplar medida del tiempo narrativo para exponer ante nuestros ojos un grupo supervivencial que muta en su comportamiento, un ángel exterminador espacial que mediatiza el triunfo de una inesperada naturaleza: la de una mujer enfrentada y victoriosa ante un ser que no se ve nunca, hitchcockiano a lo brutal.
Alien, como expuse durante años, era la historia de un único ser, de un dios ignoto que, en la esencia y clave explicativa del filme, reflejadas en las palabras de Ash antes de ser abrasado por el lanzallamas de Yaphet Kotto,carecía de remordimientos, por encima de cualquier otra forma de vida. "¿Tú lo admiras?". A la impecable técnica cinematográfica con la que se nos presenta el protagonista se une el concepto existencial de un ser superior oscuro, cuyo desarrollo en las siguientes partes degenera, con la desgracia que ello supone para los que deseábamos ahondar en el sentido de su asesina supervivencia. La secuela 'Aliens', que ensimisma al personal por su intachable estética, no fue para mí sino una legión de boínas verdes contra lo peor que podía haber ocurrido: multiplicar al ser elevado a los altares en el filme originario. Ya no era único, eran un batallón de animales del espacio sin otro objetivo que atacar, luego en sucesivas partes criar... y ahí quedó todo. Una pena. 
A pesar de esta frustración por la saga, y de ahí mi suplicio, cada vez que se estrena una nueva parte de Alien me pongo nervioso y la espero con ansiedad. Es algo inexplicable. ¿Atracción por el mal cinematográfico? ¿Sumisión a la estética? ¿Autoengaño? 
Mañana sábado buscaré un hueco para ver el nuevo invento de Ridley Scott, sin mayor pretensión que disfrutar. No es conformismo. Es, simple y llanamente, que la maestría y la orientación expiró en los créditos finales de aquella jodida joya de 1979 cuando el monoteísmo espacial dio paso al más vulgar politeísmo criaturístico. 
Este rollo venía a cuento porque me acuerdo mucho de Carlo Rambaldi cada vez que se estrena una nueva Alien. Conocí a Rambaldi en Barcelona y me enseñó una serie de bocetos de sus creaciones que me dejó fotografiar, como la cabeza de Alien y el brazo de King Kong para la película de John Guillermin. Si os fijáis en las fotografías, las palabras de su puño y letra están en italiano. Me comentaba en la entrevista que nunca tuvo ni puñetera idea de inglés ni interés alguno en aprenderlo. Se entendía con Spielberg para hacer ET como ambos podían. De su relación con Scott en este sentido no me habló, me imagino el plan de ambos :-) Tengo que rescatar la cinta cassette para recordar las cosas que me dijo y un día con tiempo os lo cuento de nuevo, esta vez por aquí. 
A Carlo Rambaldi, con Oscar incluido, creador y artesano abrumador, también hay que respetarlo. No estoy seguro de que con tantas partes se le haya guardado respeto a su criatura. Un gran abrazo donde estés en el cielo, maestro.

domingo, 30 de abril de 2017

Roger Waters publica su primer disco tras 25 años y vuelve a surgir la comparativa con Gilmour

Roger Waters, quien fuera líder de Pink Floyd hasta 1982, publicará el próximo 2 de junio su último disco, 'Is This the Life We Really Want?'. 
El último trabajo de Waters fue 'Amused to Death', en 1992. Hace ya nada menos que 25 años. En todo este tiempo, además de alguna que otra producción, ha realizado giras con especial atención a 'The Wall', aquella obra capital del rock -psicológico, más que psicodélico- del que tiene los derechos para llevarlo a escena a pesar de que el álbum sea de Pink Floyd con David Gilmour a la cabeza desde el divorcio producido tras 'The Final Cut', aquella tercera parte inconfesa de 'The Wall', aun más introspectiva y que 'sonaba a Waters' más que nunca. Estamos hablando de un disco de 1983. Con el primer single ya sonando en internet y en las emisoras (lo puedes escuchar abajo, tras este texto), los comentarios y de nuevo los partidarios de Waters y Gilmour han resucitado aquellas batallas por considerar mejor a uno u a otro. 
Me resulta llamativo con cuánta firmeza algunos consideran a Waters como el alma de Pink Floyd y el único creador de su estilo. De igual manera creo que se equivocan quienes lo menosprecian al considerar que el sonido Floyd está en la guitarra de Gilmour. En tantos años escuchando toda la discografía de Pink Floyd, no soy capaz de quedarme con uno de los dos porque, sencillamente, no veo la necesidad de hacerlo. Creo que el talento creativo de Waters en el grupo se reflejaba perfectamente en una música más átona, sórdida, introspectiva, con un desarrollo conceptual de los álbumes muy narrativo como conjunto de canciones que narran una historia, como 'Animals' o 'The Wall', mientras que Gilmour aporta el espíritu de ejecución de 'Wish You Were Here' y la más que notable composición de temas que los puristas de Waters rechazan injustamente de la etapa post Waters. Lo siento por ellos, pero 'High Hopes' o 'Marooned' de 'The Division Bell' (1994) son dos obras maestras. 
De modo que continuar en la pugna por darle la vitola de propietario a Pink Floyd a Waters o a Gilmour es una tarea tan estéril como innecesaria. Jamás hubiera habido grupo sin cada aportación individual de estos dos grandes monstruos de la música, con especial aportación al sonido Floyd de Nick Mason y Richard Wright. 
El último disco en solitario de David Gilmour, 'Rattle That Lock', supera con creces unos niveles musicales actuales de franca mediocridad. Compararlo con lo hecho por Pink Floyd hace treinta, cuarenta años, es absurdo. Y lo que ahora queda por disfrutar es lo nuevo de Roger Waters. Su sencillo 'Smell the Roses' suena brutal. Esa música que hoy no se hace, sinuosamente sucia y compacta, conceptualmente recordatoria del 'Have a Cigar' del 'Wish You Were Here', en donde lo más floydiano de Waters aparece a partir del minuto 2 estallando en la aparición de una guitarra que, aislada, a ver quién es el fan que es capaz de no creer que forma parte fugaz de 'On and Island' de Gilmour. 
Lo siento por ambos y los felicito a la vez. Dos genios por eso mismo irreconciliables y siempre esperados.
(La foto que encabeza este texto no es, evidentemente, ni la carátula ni nada oficial relacionado con Roger Waters. Está basada en una foto mía hecha en San Fernando, nunca se sabe, quizá si algún día le llega le gusta y me convierto en un nuevo Storm Thorgerson :-P)


jueves, 6 de abril de 2017

Tengo que acordarme de contárselo...


Hace dos años, a las puertas de la Basílica de la Macarena.
En su mano derecha, la estampa del Señor de su devoción. En la izquierda, dejada caer sobre la manta que protegia sus piernas del frío, una ramita de azahar.
No supe quién era. Durante unos minutos permanecí contemplándola frente a frente, imagino que sería un familiar o alguien muy allegado quien, tras ella, estaba al tanto de su silla de ruedas. 
Ni siquiera se percató de que yo la miraba. En realidad, le sobraba todo lo que tenía alrededor. Miraba fijamente la fotografía sin pestañear y no soltaba la rama. ¿Qué se le pasaría por la cabeza? ¿Cuántas vivencias? ¿Estaría pidiendo algo?
 Espero volver a verla y que siga entre nosotros para de nuevo mirar a su Cristo dentro de siete días. "Tengo que acordarme de contárselo", que decía Karen Blixen como frase con la que finalizaba la grandiosa 'Memorias de África'.