lunes, 31 de marzo de 2008

Harpócrates

Harpócrates es el dios del silencio para los griegos. En el ámbito religioso de los egipcios, lo consideraban como la deidad capaz de repeler o sanar las heridas provocadas por los animales malignos. Para el caso, y dados los tiempos que corren, ambos motivos de culto son compatibles. Porque guardar silencio es propio de inteligentes y preservarse de las alimañas que nos rodean también.

Lo representa un niño y tiene uno de sus dedos dirigidos hacia su boca sugiriéndonos guardar silencio. No está diciendo a todo el que lo mira el famoso “¿Por qué no te callas?”, sino que aconseja, con una mirada pícara y con sana suficiencia, que es mejor callar para conocer la realidad de las cosas y estudiarlas. Si tenemos dos oídos, dos ojos y una sola boca, supongo que será porque tenemos que oír y ver dos veces antes de hablar…

Su representación artística en la pintura también se acompaña de algunas hojas de melocotonero, que representan a las lenguas silenciadas. Algunos pintores, como El Greco, fueron más allá y a su pequeño protagonista alegórico en algunos lienzos lo coloca nada menos que con un canasto de melocotones.

Seguro que Harpócrates se liaría a melocotonazos con algunos sujetos que berrean por la boca antes de oír y conocer la verdad, simplemente porque les interesa la versión torticera de la mentira para arrimar el ascua a su sardina. Así sucede con todo en la vida, desde temas de Estado hasta los asuntos cotidianos en los que nos vemos envueltos por gente que ha desarrollado una sola neurona y para colmo es la de la mala leche. Estéril, eso sí.

Melocotonazos podemos dar a quienes insistieron en que era ETA la autora de los atentados del 11 de marzo de 2004; melocotonazos podemos lanzar a Rajoy cuando dijo que “salen unos hilillos del casco” estando ya la costa gallega contaminada de chapapote; melocotonazo aún sin madurar para que duela más a Zapatero y su café de 0,80 céntimos… y los melocotones de la tierra, los más cercanos, esos de Conil tan frescos y enjundiosos, a los que hablan sin saber, a los que aún sabiendo siguen hablando para dañar y a quienes traicionan a las amistades. Eso último me da igual, porque ya hace años que estoy curado de espanto y no me creo nada. Me hace gracia ver tantas líneas en tantos sitios con tantas muestras mutuas de cariño. Je. Ya te darán el palo, descuida. Recuerdo a quienes creí mis amigos reírse cuando usurparon el cineclub que yo fundé. Dejaron de hacerlo cuando los llevé a un juzgado, hace ahora diez años. Un tío con una toga soluciona muchas cosas…

De tanto ensalzar este fruto, me está entrando hambre. Voy a comerme un melocotón. Ea, y muchos a pelarla, nunca mejor dicho…

Fotografía: un candelabro de un paso de palio con el espárrago interior que une la base con el plato partido, supuestamente por la brusquedad empleada por los cargadores. La vela que portaba el candelero, como se aprecia, permanece en su lugar.

viernes, 28 de marzo de 2008

La gente está loca

La gente está loca, pero la gente piensa que el loco soy yo. Como estamos en democracia, supongo que ganará la mayoría. Así que, antes de que me envíen al manicomio, dejaré un homenaje póstumo que no será a los idus de marzo, como lo harían los romanos de antaño, sino a los idos de marzo.

Leo en los periódicos de ayer que un tipo vestido con el hábito de nazareno de la hermandad del Baratillo de Sevilla entró en un restaurante, le dio un paraguazo a la cámara de vigilancia y se puso a robar. Todo eso con respeto, claro, el hombre hizo caso a las normas dictaminadas por las hermandades y, como está obligado a guardar penitencia anónima durante al menos ocho horas, no se quitó el antifaz y mangoneó según los cánones dictaminados por la hermandad. Hubiera estado feo eso de robar quitándose el capirote, qué falta de respeto. Por eso será que el hermano mayor del Baratillo ha dicho que, si lo pillan y es hermano de la cofradía, lo expedientará. Digo yo que un buen robo bien vale un expediente, así que el año que viene me visto con mi túnica del Santo Entierro –que impresiona mucho, como puede observarse en la imagen- y me cuelo en la pastelería La Victoria a birlarle dos bollos de leche y tres roscos. Porque expulsarlo de hermano supongo que será cuando el respetuoso mangante le clave dos puñaladas al propietario del restaurante o le propine tres puñetazos a un pequeño que le pida cera en una esquina. Un expediente. No te jode…

Paso página y veo que un listo se quedó de noche en la sevillana Confitería La Campana el Miércoles Santo y cuando ellas se habían deshecho de sus trajecitos negros y cofia al estilo chacha de los cuarenta (y después se quejan de la polémica sobre los uniformes en la Clínica San Rafael) y ellos colgaron sus chalecos horteras copiados por patilleros de feria cada año, salió de debajo de un mostrador, del cuarto de los palos de nata, del paso en miniatura del escaparate o vaya usted a saber de dónde, y arrasó llevándose 65.000 euros de la caja. O sea, cientos de batidos de helados de esos tan ricos que preparan en La Campana, torrijas, nazarenos de caramelo y dulces que se había zampado el personal durante todo el día. Hay que ser un poco lelo para dejar 65.000 euros en la pastelería una noche de Semana Santa. Menos mal que yo fui el Sábado Santo y las torrijas no se las llevaron, porque pedí una y me la pusieron. Buen indicio. Torrija la del dueño. Indicio de que… el del Baratillo actuó dos veces. No sé, me da a mí la espina. ¿Entraría vestido de Armao de la Macarena o escogería el disfraz de máquina de café para disimular? Y es que baratillo, baratillo, no es precisamente el café en La Campana…

La cosa no acaba aquí. Elena Cortés, que es concejala de Izquierda Unida en Córdoba, le pega pellizcos a los escaparates de El Corte Inglés. Sólo así se explica cómo se le fue la cabeza el Domingo de Ramos, cuando le dio por salir al balcón de su casa y no precisamente para cantar una saeta a la Virgen de la Candelaria, titular de la cofradía del Huerto. La edil apareció con “su pareja habitual” (sic) con un cartel en el que se leía la palabra NO, haciendo sonar la sirena de un megáfono, saludando a todo espectador presente y cachondeándose del personal con gestos por los que ayer pidió disculpas en una carta remitida a la hermandad y al Consejo de Hermandades. La alcaldesa, como saben también de IU, ha calificado el hecho de “reprobable”, le ha dado varios azotes figurados en el culo y ha justificado a la cretina esta diciendo que “al menos ha tenido disposición para reconocer lo ocurrido”. Vamos, que podía haber dicho que no era ella aunque le viera media Córdoba, que estaba poseída por el espíritu de Lenin o de Stalin y que, a Marx gracias, al menos no le lanzó un cubata a la cara de la Señora de la Candelaria. Dejemos al asunto por zanjado porque así lo quiere el hermano mayor de la hermandad, Francisco Luis Castaño, que ha dicho que “está olvidado, como buenos cristianos”. Eso lo serás tú, porque como la concejala vea que la estás llamando cristiana, es capaz de pintarte la fachada de la iglesia con los tres seíses, acompañada por "su pareja habitual" (otra vez sic).

Para terminar: leo un informe en el que se dice que se quiere más cuanto más lejos se está de la pareja. Un viejo refrán dice que “Del roce nace el cariño”. Pues un carajo para el que lo inventó y otro para los que aguantan a sus medias naranjas todo el día. Del roce nace el aburrimiento, la apatía y, como decía el gran Gila, sirve de base para pasar del “qué lindo lunar tienes en el labio” a “Quita pa’llá con la verruga”. Eso al menos dice el estudio recién publicado. También reza que los hombres que participan en reuniones de trabajo en lugares remotos y alejados de sus hogares, mandan mensajes amorosos y apasionados a los móviles de sus parejas. Es decir, que si la reunión es en una oficina de Chiclana con olor a bajante, ni te acuerdas de tu mujer. Si es en Alto Volta o Bután, le envías un bastinazo erótico-festivo que la pone a mil por hora.

En fin. La vida…

jueves, 27 de marzo de 2008

¿El día de la marmota?

El otro día traté de distraerme en el coche con la radio. Elegí al azar un dial. En apenas quince minutos, una chica le cambió el nombre a un político provincial, se refirió a una invitada como “gerenta” (¡!) de una empresa y se equivocó gravemente en una cifra económica. Lo cambié horrorizado, dándole el beneficio de la duda aplicando el dicho de que un mal día lo tiene cualquiera. A la jornada siguiente me pudo la curiosidad, el sentimiento inexplicable de que, como periodista, parece que yo tengo la culpa de esos desaguisados de algún que otro colega, pero fue peor. Indicó, hablando sobre cierto tema judicial, que “ha salido un decreto que se decreta…” (claro, hija, pa eso es un decreto…), entre otros disparates. Pulsé el off y me fui a otra emisora, a escuchar un programa deportivo.

Me anunciaban un panel de expertos para analizar la situación de un club. El preludio tenía buena pinta, pero cuando comencé a oir, escuché a dos aficionados veinteañeros, un redactor de Deportes de un periódico que no da un palo al agua, un par de envidiosos y una momia que llamaba hablando del Mirandilla. Otra vez al off antes de que me dé un soponcio.

Encendí el televisor cuando llegué a mi casa y pillé una emisora local para ver lo bonita que es la Semana Santa isleña. Entre tantas líneas y distorsiones de imagen descubrí algún acólito y un paso, mientras un tipo decía inexactitudes sobre esa cofradía. En la otra cadena televisiva local descubrí el olivo del huerto entre mijitas y no precisamente del freidor, pero nadie hablaba. Era como el video comunitario de los vecinos de hace quince años. Después, en un rodillo informativo que anunciaba un acto que ya se había celebrado tres días antes, adivino una voz que habla sobre el Miércoles Santo. Me suena tanto que me vuelvo a las ondas hertzianas y escucho a la misma individua entrevistando a uno que vende vehículos de ocasión dos calles más allá de mi casa. Cuando aún no salgo de mi asombro, se cuela una grabación del mes pasado y aparece la misma con coloretes pintados en sus mejillas alabando lo bonita que está La Isla en Carnaval. Dios de mi vida…

Hablando de las carnestolendas, me dicen que hay un par de programas vespertinos y nocturnos en más emisoras de radio dedicadas a esta fiesta, así que en aquellos días me animé… y el que habla de la chirigota del Yuyu es el mismo que de deportes al mediodía. Y de Semana Santa dos semanas después. ¿El día de la marmota?

Menos mal que nos queda la prensa escrita. Pero me suena que el que firma la noticia que estoy leyendo ahora sobre el último fichaje mamarrachero del Cádiz de Antonio Muñoz es el mismo que escuché al mediodía. Suena a conspiración ya, al cartel de la película Vértigo de Hitchcock y yo en medio de tanta curva de Saul Bass…

Esto de la aldea global debe ser un concepto humanista, estoy seguro, y además es muy positivo porque todos aprendemos de todo. Hablamos de todo, juzgamos sobre todo, discutimos sobre todo y a ver quién nos dice que no, que todos tenemos derecho a todo. Es como lo que les decía el otro día de los tontos, lo mismo cargan cuatro pasos que llevan atributos que participan en programas de Semana Santa en los medios, o dan pregones o pontifican en internet con seudónimo.

Este es el nuevo concepto mundial, el nuevo orden impuesto. Me encantó que, hace ocho años, en una ¿televisión? local de esas decidieran emitir un programa de cine. Lástima que el empresario decidió que lo presentara la chica que por las mañanas entrevistaba a los pescaderos y carniceros del mercado de abastos, así que a veces confundía al de la fruta con Michael Curtiz o cuando trataba de hablar de Ingrid Bergman en sus noches de sábanas blancas le pedía cuarto y mitad de cazón para adobar.

¿De quién es la culpa de todo esto? Está claro que a estos colegas los ponen lo mismo para un roto que un descosido. En el esmirriado bote económico mensual que pagan los empresarios a los que les importa un rábano con bicho dentro la calidad de los medios de comunicación, van incluidas las labores más dispares en sus empresas. Yo te pagaré unos ochocientos euritos pero me haces el magazine de las marujas, me hablas de Carnaval, te puteas la Semana Santa y haces entrevistas publicitarias, además de varios controles de programas como el de Deportes. Y si no, ya vendrá otro que lo hará y da igual la calidad porque, ¿acaso la exigimos como oyentes, espectadores o lectores?

Triste época la nuestra, con tanta diarrea de medios y tan escasos de verdadera calidad…

miércoles, 26 de marzo de 2008

Rafael Azcona

La Muestra Cinematográfica del Atlántico dedicó, en 1997, una interesante exposición al guionista recién fallecido Rafael Azcona. En esos días, y con El Palillero como lugar de nuestra conversación, debatí distendidamente con el director gaditano Julio Diamante sobre la importancia de Azcona en el cine español y la carencia de guionistas que hoy día sufrimos en la industria patria del celuloide.
De aquello hace diez años. Tras una década, el nivel guionístico español no sólo se ha quedado estancado, sino que ha ido a peor. Por eso cuando fallecen maestros como Azcona, el cine pierde un poco más de la escasa calidad que posee hoy día.

Como espectadores, solemos fijarnos en los actores y los más curiosos en los directores de las películas, pero no lo hacemos cuando vemos en la pantalla la palabra "screenplay" en un filme foráneo. Son los guionistas.

Un director no puede hacer nada, no tiene material que contar, no hay diálogos sustanciosos, si no cuenta con la labor del guionista. Billy Wilder era un extraordinario cineasta, pero jamás hubiera sido así considerado si no hubiera tenido tras de sí a I.A.L. Diamond, el verdadero autor del guión de Con faldas y a lo loco o Testigo de cargo.

Itek Domnici, verdadero nombre de Diamond o Izzy como le llamaba el cineasta de origen austríaco, comenzó escribiendo guiones en los años 40. Alternaba su trabajo con Wilder con colaboraciones para otros directores en la major MGM: destacable su colaboración con Howard Hawks en Me siento rejuvenecer (Monkey Business, 1952). La compenetración y complicidad entre Wilder y Diamond eran totales, tanto en la escritura de guión como en los rodajes, en los que Diamond siempre estaba presente con el guión entre las manos. Ninguno de los dos confesaba, a pesar de la insistencia de los críticos, de quién partía algunas de las brillantes ideas de sus guiones. Alcanzaron un equilibrio tan perfecto como difícilmente superable entre inteligencia, agilidad, brillantez y entretenimiento. Consiguieron que parecieran fáciles y espontáneos sus diálogos en boca de los actores. Sus guiones tenía una gran solidez en la estructura y un mágico control del ritmo cinematográfico.
Su método de trabajo era exhaustivo, pulían y pulían sus materiales hasta conseguir lo que buscaban:
Diamond (refiriéndose a una escena): —Está muy bien. ¿No te parece?
Wilder: —¿Muy bien? Es perfecta. Ahora vamos a mejorarla...

Lo mismo sucedía con Rafael Azcona y Luis García Berlanga. El recién fallecido guionista tuvo a su cargo los libros de obras maestras como El verdugo o La escopeta nacional. "¡Baja de ahí y besa los pies a esta Santa! ¡Que lo que yo he unido en la Tierra, no lo separa ni Dios!", gritaba hacia aquella ventana Agustín González en su papel de cura en La escopeta nacional... Qué grandes frases.
Azcona ha muerto y con él se lleva una vida absolutamente discreta, apartado de entrevistas y oropeles, incluso su familia ha comunicado su fallecimiento después de la ceremonia de incineración para que nadie perturbe su paz. En su haber, no sólo el alma ideóloga y literaria de puñados de obras maestras con directores como Marco Ferreri, Carlos Saura, Fernando Trueba,... sino sus dibujos para su etapa en la revista La codorniz, cuando gracias a Antonio Mingote conoció a principios de los cincuenta a Álvaro de la Iglesia, director de la publicación, y otras escrituras que rezuman el humor ácido, "ajeno a la pretensión de meterle a la gente la risa en el cuerpo" como diría Julio Diamante, y que jamás podremos olvidar, refrescándolos visionando sus películas continuamente, en un ejercicio de auténtico placer.

martes, 25 de marzo de 2008

Relevo generacional

Vi mayor a ‘Adolfito procesiones’ esta Semana Santa en San Fernando. Continúa, impenitente valga el término apropiado para las fechas, acompañando a los pasos de las cofradías isleñas. Desconozco qué criterio ha venido siguiendo desde hace años, porque debe ser una putada. ¿Me pongo a andar detrás del Misterio de Ecce Homo o del Medinaceli? ¿Me llevo el neumático en la carretilla de mano para ver el Perdón tras dar unas vueltas por La Casería o acompaño a La Misericordia? Vaya dudas que atenazarán su mente…

También Diego tiene merma. Desde siempre me costaba trabajo buscar la explicación del porqué jamás pasaba frío ataviado exclusivamente con una camiseta en pleno diciembre o de madrugada tras el paso de la Vera Cruz. Para esas horas de acompañamiento fervoroso le quitaban la radio con la que salía a la calle diariamente a dar vueltas por la calle Real, andando a pasitos cortos racheados, a las banditas y arrastrando los pies. Para que vean que no es nuevo ver a los tontos hacer estas cosas...

Diego iba siempre con el brazo que le quedaba libre sirviéndole de batuta para seguir el ritmo de la música del dial elegido antes de salir de casa. Andaba como un zombi, con rostro hierático y durante el día con gafas de sol. Entrañable. Lo vi hace algunos días, también, como digo, venido a menos,…

A los tontos de pueblo (con todos los respetos, que conste, pero para qué vamos a andarnos con eufemismos) les gustan las procesiones porque se salen de la rutina entre otros motivos. Quizás sean acérrimos creyentes o hermanos de varias cofradías, no tengo ese dato, pero les motiva lo novedoso de estos siete días del año, la novelería. Son aficionados a las procesiones. Como sus relevos generacionales. Adolfito y Diego chupan ya el banquillo de los veteranos, pues tenemos recambios. No son tan inocentes como ellos, pero son carajotes del todo. Una cosa es ser tonto y otra carajote. El tonto no puede elegir porque su determinismo mental le limita cualquier aspecto de su vida y además no se mete en nada. Es consciente de su papel en este universo en el que no falta ningún aditamento. El tonto se hace querer. Placa y cuadro ya. El carajote que tenemos desde hace unos años acá tiene su mente atrofiada pero se pavonea de tener conocimiento de todo y posee capacidad de reunir a más idiotas a su alrededor para creerse fuertes entre ellos, en un ejercicio de onanismo convertido en algo anecdótico que de vez en cuando da coletazos que molestan y dejan de ser inofensivos. Sólo de vez en cuando.

A Adolfo se le conoce por su carrito y a Diego por su radio. A estos nuevos idiotas porque lo mismo cargan un paso que cuatro: en marzo, abril, agosto, octubre... Cualquier mes es bueno. Para alternar y probarlo todo como buen aficionado, rellenan fichas de hermano para apuntarse a las cofradías como el que marca los números en el bingo Alameda. Si pueden además se visten de aprendices de cura o protagonistas del teatrillo de la Tía Norica y pillan lo que le den.

¿Que el Diario publica un Vía Crucis? Ahí aparece el cretino llevando algo. ¿Que el periódico local incluye hoy en sus páginas un Rosario de la Aurora? Ahí está el ejemplo de la nueva hornada de tontos, cargando, legañoso, una parihuela. ¿Que sale un engatillado en La Voz con un ensayo de cualquier cuadrilla remota alterada catorce veces en sólo varios años? Ahí está el idiota, feliz con su cargadera o trabajadera, como deseen llamarlo, más contento que un tonto -nunca mejor dicho- con un caramelo. ¿Que sale la foto de la nueva Junta de Gobierno? Ahí está el descerebrado, ya sabemos que se marchará en unos cuantos meses para fustigarse con el martirio del inventado maltrato. ¿Que te vas a internet? El tonto con seudónimo insultando. Hasta que el tonto termine en el banquillo y cuando el juez le mire nada más empezar para desearle los buenos días se cague en los pantalones, ya lo verán...

Por supuesto el idiota sabe de marchas procesionales, así que dice también lo que hay que tocar en cada rincón y a qué ritmo pillar una esquina bien llevando un paso o un simple codal. Es lo que tiene ser aficionado, que engulles todo lo que lees en los libros repletos de fotos de santos o escuchas miles de marchas de procesión. Parece ser que con eso ya vale.

Bueno, les dejo, que estoy haciendo cursos intensivos de preparación para pasar a ese estado de carajotismo dentro de varios meses. De paso me pegaré un par de golpes de pecho, que para eso estuve unos añitos gobernando con los colegas, y aguardaré, escopeta en ristre, cualquier movimiento de los buitres leonados que se sientan todas las semanas en las poltronas y que terminan luciéndose el día de la salida. Gentuza que son, sin duda… Pero yo. ¿Yo? Yo soy cofrade, hombre, y os quiero a todos y a todas.

lunes, 24 de marzo de 2008

Si vais por Sevilla en los próximos días y aún no habéis descubierto esta maravilla, os aconsejo fervientemente visitar el Museo de Bellas Artes para ver la exposición El Greco, Toledo 1900.

Quizás mi visión de la obra del pintor, escultor y arquitecto cretense sea eminentemente subjetiva dada mi predilección hacia él por encima del resto del abanico conformado por los célebres pintores aparecidos a lo largo de siglos pasados. Pero independientemente del nivel de agrado que puedan depararnos los lienzos de El Greco, es obvio que se trata de una exposición de gran relevancia que tenemos el lujo de poder ver en Andalucía, con obras que originariamente se ubican en la ciudad que lo acogió y en la que, en los primeros años del siglo XX, comenzó el resurgimiento de su nombre gracias a una corriente encaminada a prestigiar la firma de un pintor absolutamente inclasificable. Su estilo era absolutamente anacrónico con la pintura existente en el siglo XVI.

Más allá de las predilecciones personales, resulta fascinante contemplar el resultado del espíritu artístico revolucionario de El Greco en aquellos tiempos, que bien pueden observarse en los lienzos que, hasta el 30 de marzo, se exponen en el museo hispalense. Desde el apostolado completo hasta Las lágrimas de san Pedro, pasando por la Verónica -motivo frecuentado por el griego a la hora de pintar- retratos profanos e imágenes fotográficas de principios de siglo, la exposición sirve para conocer con especial detalle la evolución de la pintura de El Greco, siempre reflejada en sus lienzos con un manierismo exacerbado, y quedarnos prendados de su estilo personal y único: retratos de una impresionante movilidad, trazos teóricamente difusos definiendo la silueta de cada discípulo, colores vivos en el ropaje, miradas penetrantes observadoras,... ¿Hubieran quemado a El Greco si no hubiera estado tan protegido por parte de los más altos legisladores de Creta, Roma y España? ¿Qué visión tenía El Greco de las extremadamente alargadas manos que pintaba, con la sinuosidad de los dedos plasmados sobre fondos oscuros? ¿Por qué tantas obras del cretense sé de buena tinta que pertenecen a colecciones privadas de Hungría?

Mi devoción hacia este artista me ha hecho visitar ya por dos veces la exposición sevillana y en otro par de ocasiones el Museo del Prado. El la última, en diciembre de 2006, fue captada la fotografía de hoy en este espacio, arriesgándome sin contemplaciones a ser expulsado del Museo al estar totalmente prohibido captar instantáneas. Pero me pudo la poca verguenza y esta es mi foto con el famoso cuadro del Caballero de la Mano en el Pecho. Una réplica en lienzo de esta obra maestra está colocada y enmarcada con marco dorado y estofado a la usanza del original en la zona de acceso a la planta superior de mi casa. Lejos de convencionalismos de la época, fantasmagóricamente atrayente a través de sus obras, y amante del motivo de la Santa Faz de Cristo, El Greco es un visionario del arte al ser precursor del cubismo y se convierte en una ocasión excepcional para conocerlo mejor.