miércoles, 16 de enero de 2008

Calcetines de raquetas

Decía una agrupación carnavalesca en sus letras hace algunos días que los calcetines de raquetas se están perdiendo. Cuánta razón lleva.

Me siento muy compungido por esta circunstancia. Los calcetines blancos de antaño los lucíamos en nuestras piernas durante la gimnasia en el colegio como si lleváramos las medias nike del Barsa, y los dos modelos fundamentales vienen corriendo serio peligro de desaparecer. Al calcetín blanco le colocó algún diseñador vanguardista dos líneas, una roja y otra azul, haciendo un elegante juego de colores gabachos que ni el mismo McEnroe llevaba.

Las dos rayitas evolucionaron a la modernidad del dibujito, y aunque siempre han permanecido como residuales, dio lugar al calcetín de raquetas. Aquello fue una revolución. Yo tengo aún mis preservativos de pies arraquetados, si alguien lo duda aquí está la foto. Los uso para dormir, claro, o después del pediluvio nocturno para estar en el sofá ‘derramao’ varias horas viendo la tele, nada de hacer deporte, que eso es muy malo. Pero me resistí a tirarlos a la basura y ahora los considero como extensiones de mis pies, como elementos fundamentales de mi hogar, trato que no saquen pelusas para evitar su erosión y los lavo a mano cuando puedo para su mejor conservación. Si se sale algún hilito, los vuelvo a coser o si no tiene remedio, los corto con primor. Pero los calcetines de raquetas no pueden perderse. Si hace frío y me pongo dos pares de calcetines para dormir, de manera que no te dejen mover los deditos siquiera, las raquetas siempre están sobre los otros anónimos calcetines, prevaleciendo, en lugar privilegiado…

No podemos permitir que los calcetines de raquetas corran la misma suerte que los bañadores meyba, el zinzano, la mirinda, el Seat Ritmo –preferentemente color butano-, las muñecas de Marín (que por cierto, esta Navidad sufrí un Belén en Jerez en el que se podían ver dos ejemplares vestidos de bodegueros (¡!) o las cintas de video beta. Desempolvad vuestros cajones y armarios y buscad afanosamente en bolsas perdidas de ropa antigua. Cuando menos lo esperes, aparecerá el calcetín de raqueta, y dadle el lugar que se merece, por historia y tronío.

domingo, 13 de enero de 2008

¿Pestiños en Carnaval?

A mí los pestiños me parecen una cosa gloriosa. Pertenecen a ese tipo de género de pastosidades orgásmicas que deleitan el paladar en determinadas fechas, en el que se incluyen las torrijas de Semana Santa (especialmente las de La Campana de Sevilla y alguna hecha en Chiclana), los roscos también propios de esta fecha o los algodones dulces de las ferias.

Lo que no me entra en la cabeza y dudo que lo haga a estas alturas es qué coño pinta esa masa llena de miel con bolitas -de la que nos hemos hemos hartado en estos pasados días- para abrir una fiesta como el Carnaval. A algún lumbrera, que le salió la jugada bien por el mal gusto que existe en Cádiz a veces, se le ocurrió inaugurar las citas gastronómicas carnavalescas gaditanas repartiendo pestiños en plan agonía, antes de que nadie diera 'de gratis' las viandas por las que la gente se empuja en las barras de Cruzcampo mientras los zapatos ya están llenos de porquería.

Esa oreja de viejo que es el pestiño tiene de carnavalesco lo que Zaplana tiene de bolchevique. No sé a qué viene ese dulce en una noche de sábado carnavalesca, porque vamos a ver,... Independientemente de que no pegue ni estética ni visualmente ni como elemento de la carnestolenda ni dispendio porque es barato de hacer, ¿con qué se echa para abajo en el gaznate? A ustedes les dan un pestiño enservilletado que al pegarle el bocado te tienes que comer el papel que sirve de protección de las manos porque no hay cojones de separarlo de la miel. ¿Y qué se pide de bebestible? No me vayan a decir que no se engullen nada porque no hay quien tenga huevos de meterse eso sin un líquido que lo empuje. Si le dan a la cerveza, ambas cosas saben repugnantes. Si prueban con el cubata, no digamos nada cuando se observa el vaso y en lo que resta del Barceló cola aparece una asquerosa capa de pringue similar a la orilla de la playa Victoria los domingos en agosto. Si beben fino, se les soltará el vientre, fijo. Y si le dan al agua, los pestiños esponjarán en el estómago, se les hará una masa informe y las consecuencias pueden ser trágicas para lo que queda de noche.

Dicen que la gente bebe anís. Es decir, que en Carnaval tengo que comer pestiños y anís, lo mismo que días antes en Navidad, pero en la calle con seis grados en lugar de mi casa. Pues como que no me convence, oiga...

Otra cosa similar son los erizos. No son tan impropios como los pestiños, pero eso sí, más vale comérselos sin mirar, algo así como cuando la borrachera nos hace terminar esa noche en la cama con alguien más feo que pegarle a un padre con un calcetín sudado pero la llamada de la naturaleza resulta ineludible. Lo malo es que el erizo, cuando se degusta, tampoco te deja una sensación postsexual como la del ejemplo que hemos utilizado, porque un erizo, aparte de un bicho muy feo, es como pegarle un lamentón (otra vez) a la orilla de la Victoria un domingo, sabe a arena, un poco de caca y ligero regusto a lejano marisco rancio.

En fin, que cuando repartan langostinos, gambas o jamón a discreción, pues como que me apuntaré a estas degustaciones, mientras ocupo ya el sitio para ver en la tele las sesiones del COAC y ya me iré a la calle en su momento adecuado.

Foto: dos prototipos semiangangos de Cádiz, dándole al pestiño pegado enservilletado.

viernes, 11 de enero de 2008

Diez preguntas sin respuesta

Dentro de este bochornoso espectáculo que está resultando la venta de entradas para el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas de 2008, yo pregunto en mi ignorancia:

1.- ¿Cómo es posible que la venta de entradas por internet sólo se destine para un 20% del aforo?

2.- ¿Cómo es posible que se cuente con un portal que se satura a los pocos minutos de comenzar a funcionar?

3.- Si fue un hacker, ¿cómo es posible que un portal de garantías que vende entradas y comercia con números de tarjetas de crédito (www.interentradas.com) sea tan vulnerable?

4.- Si se quiere evitar la reventa, ¿por qué no se vende todo el papel por internet y en un servidor de calidad como se merece un evento seguido en toda España?

5.- ¿Por qué el concejal de Fiestas, el inepto de Vicente Sánchez, no da la cara y el Ayuntamiento y el Patronato del Carnaval no dan explicaciones claras y actualizadas de lo que sucede?

6.- A día de hoy, se puede observar por internet lo que veis en la fotografía, llegar hasta el patio de butacas y elegir... Pero no permite adjuntar al carro de compra. Entonces, ¿para qué demonios está activado el servicio?

7.- ¿Por qué sólo se disponen varias taquillas para la venta, dándose espectáculos lamentables de gente enbroncada, titis de Cai en connivencia con agentes de la policía local, gritos verduleros y la más penosa imagen de esta ciudad condensada en una cola?

8.- ¿Por qué los periodistas no ponen hoy a parir a Vicente Sánchez y el Diario de Cádiz sí se dedica a lloriquear porque no le han dado una credencial a su área digital? ¿Y a mí qué carajo me importa que entréis uno menos, si ya sois muchos de gañote?

9.- ¿Por qué no hay taquillas en la provincia, de donde vienen muchas agrupaciones?

10.- ¿Para cuándo dejaremos de ser, como decía JCA en una de sus letras, un 'poblado cebollero'?

martes, 8 de enero de 2008

Un gran trío

Se acabó la Navidad. Dejar el árbol al lado de un contenedor tras pavonear de él durante un mes, ¿es correcto? Si dejamos el árbol, ¿también abandonamos a su vera (luque) los sentimientos de paz y armonía que nos han invadido durante semanas?

En once meses vuelve la fiesta más maravillosa del año. Para entonces, habrán cambiado cosas en nuestra vida. Algunos serán millonarios y hoy son desempleados, otros verán a sus hijos nacer, unos encontrarán personas con quienes compartir sus vidas... Una parte perderán su trabajo pero saldrán adelante, dejarán a sus parejas y encontrarán otras si lo desean y las fotos del año anterior serán pura anécdota. Y los más, seguirán prácticamente igual.

Queda una larga carrera de once meses por vivir antes de que volvamos a por las uvas en las que introducimos nuestros deseos cuando nos las llevamos a la boca. Así que a vivirlos apasionadamente, con ánimo y fuerza.

Después de Navidad llega el Carnaval y la Semana Santa. Vaya trío hasta marzo, qué estrés. Desmonto el Belén y me voy para el Falla, escucho una comparsa y voy a un Víacrucis, preparo mis túnicas de la Misericordia y Santo Entierro y...comenzará a oler a verano tras el preludio primaveral.

Ah, y un año más viejo, que mañana es mi cumpleaños.

viernes, 4 de enero de 2008

Los Magos de Oriente

Faltan horas para que llegue la noche más mágica del año. La tradición marcaba hace décadas que en realidad, la fiesta de los Reyes Magos estaba plenamente dedicada a los niños. Un regalo hecho con cariño en función de la economía familiar depositado al lado de la cama del pequeño se convertía en el gesto más emotivo del año en el seno familiar.

Hace relativamente poco tiempo que esta costumbre de regalar presentes el 6 de enero se extendió a los adultos. La emancipación económica de las familias y, obviamente, la comercialización del verdadero sentido de la efeméride de la Epifanía, hicieron que actualmente los regalos de Reyes se hayan convertido en algo en lo que no prima la edad del que recibe los presentes. Al menos la ilusión se prolonga a más seres humanos y eso siempre es positivo.

¿Quiénes serían los Reyes Magos? Para empezar, está cada vez más claro que no eran magos, quizás ni monarcas. Una traducción bastante libre los designó prácticamente como alquimistas, pero en realidad el término 'magoi' se refiere a 'sabios', lo que no significa que practicaran la magia, y menos aún que quienes ejercían actividades de esta índole tan incorrecta para la religión, adoraran a Jesús... En el Evangelio de Mateo se citan, pero casi como una anécdota. No se dice el nombre de cada uno de ellos, ni siquiera su procedencia, y menos aún que eran tres. De hecho, existen pinturas donde se aprecian dos, cuatro,...

Sus nombres proceden de los Evangelios Apócrifos, los textos que la Iglesia no los considera como oficiales pero tampoco los rechaza. Recomienda incluso su lectura pero con cautela, ante inexactitudes históricas diáfanas o hechos demasiado fantasiosos. Pero...¿acaso estas dos características no las poseen muchos avatares reconocidos como oficiales en la Biblia? Melchor, Gaspar y Baltasar, dicen los Apócrifos de la Natividad, que se llamaban. En el Evangelio Apócrifo de Pseudo Mateo -se supone que son aportaciones del evangelista a su texto 'reconocido', aunque algunas fuentes hablan de que lo escribió Santiago el Menor-, se especifica claramente que los Magos tardaron nada menos que 24 meses en llegar. "Después de transcurridos dos años, vinieron a Jerusalén unos magos procedentes de Oriente...". Así que de adoración a las pocas horas de nacer, según este texto, nada de nada...

Incluso parece que José se enfrentó a ellos porque no se fiaba de estos tipos tan extraños y les hizo preguntas antes de que pudieran entrar a ver a Jesús, según el Apócrifo del 'Liber Infantia Salvatoris'. Y el Evangelio apócrifo Árabe de la Infancia cuenta que María les entregó a los Magos unos pañales del Niño Dios. Fijaos qué curioso el texto...: "Y salieron a su encuentro los reyes y los príncipes, preguntándoles qué era lo que habían visto o hecho, cómo habían efectuado la ida y la vuelta y qué habían traído consigo. Ellos les enseñaron este pañal que les había dado María, por lo cual celebraron una fiesta y, según su costumbre, encendieron fuego y lo adoraron. Después arrojaron el pañal sobre la hoguera y al momento fue contraído por el fuego. Mas cuando éste se extinguió, sacaron el pañal en el mismo estado en que estaba antes de arrojarlo, por lo cual empezaron a besarlo y a colocarlo sobre sus cabezas...".

Otras historias citan a un cuarto mago llamado Artabán en una hermosa leyenda que algunos adjudican al teólogo presbiteriano Henry van Dyke, si bien parece que ya antes de 1896 existían textos antiguos que hablaban de él. Se dice que era el más poderoso, el más rico, pero llegó tarde a la cita con sus tres colegas porque se quedó por el camino atendiendo necesidades de varios desgraciados a los que regaló los presentes que en principio llevaba para el Niño. Su brioso caballo corrió hasta morir extenuado y, cuando Artabán llegó a Judá, contempló la matanza de los inocentes, quiso sobornar a un soldado con un rubí que portaba pero el sicario, al verle ya harapiento tras el tortuoso camino, creyó que había robado la joya, lo arrestó y el cuarto mago se llevó treinta años en la cárcel. Justo cuando Pilatos lo dejó libre, Artabán se dejó arrastrar por una multitud que lo llevó hasta los pies de un desconocido crucificado, donde encontró al Niño Dios que buscaba. Eso resumiendo, claro...

Os recomiendo los Apócrifos de Aurelio Santos Otero, editado por la Biblioteca de Autores Cristianos.

Felices Magos, amigos/as.