martes, 13 de noviembre de 2007

Los Encuentros de Sevilla

Hasta hace apenas tres años, estas fechas de inicios de noviembre se convertían en todo un acontecimiento para los amantes de la música de cine. Sevilla acogía los denominados Encuentros de Música Escénica y Cinematográfica, que durante una veintena de años trató de mantener el catedrático Carlos Colón como principal auspiciador de un evento de rotundo éxito de público pero dañado de muerte en sus últimas ediciones por la mezcla letal del recorte presupuestario de las administraciones y el hastío del profesor que cada año explicaba en mi programa Último Estreno las razones para ofrecer conciertos de maestros de las bandas sonoras de los que disfrutamos en el Teatro de la Maestranza como Ennio Morricone (en la foto de hoy junto a mí), Jerry Goldsmith, Gabriel Yared, Elmer Bernstein, Howard Shore y otros sin la presencia de sus compositores aunque dedicados a ellos como John Williams o Patrick Doyle.

Los amantes de la música cinematográfica nos hemos quedado huérfanos de esa gran cita en Sevilla en la que se podía intercambiar impresiones con aficionados procedentes de numerosas localidades de España. El Congreso de Música de Cine de Úbeda parece haber recogido el testigo de esos seguidores, inasequibles al desaliento, que vagan por España buscando alguna administración sensible y algún loco que sea capaz de organizar espectáculos relacionados con el mundo de las bandas sonoras, tal maltratado pero paradójicamente presente en nuestras vidas diariamente cada vez que vemos una película, un anuncio o un programa de televisión.

Yo echo mucho de menos en estos días esos viajes a Sevilla de varios días con mis amigos Paco Belizón o José Dopico. Con Paco he pasado momentos inolvidables, de ilusión, de brillarnos los ojos emocionados con el concierto de Jerry Goldsmith en 1998 dedicado a Bernard Herrmann y escuchar en directo Psicosis, Marnie la ladrona o Simbad gracias a la virtuosa Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Hemos partido el libreto en la misma puerta en el descanso del concierto de Michael Nyman indignados con su limitada música mientras nos contemplaban como a dos locos, hemos tapeado en Casablanca (que hoy tampoco existe ya, desgraciadamente) y tomado copas hasta el amanecer mientras discutíamos a gritos sobre Morricone a las cinco de la mañana con dos jóvenes recién conocidos a escasos metros del Ayuntamiento sevillano sobre la capacidad compositiva del maestro italiano... Hemos buscado pensiones a última hora con el WC sin funcionar (eso para vosotros, yo no que desde meses antes me reservaba mi hotel Montecarlo o el Derby) y hemos saboreado los manjares de las chacinas de la taberna justo en la esquina del teatro de la Maestranza, el coliseo donde conocí a Roque Baños o a Howard Shore cuando en 1997 aún sólo lo seguían unos pocos y casi nadie se acercaba a él, antes de componer El Señor de los Anillos, partitura con la que regresó a Sevilla precisamente en los últimos alientos de estos encuentros.

En estos días, Teatro de la Maestranza, te añoro mucho. Cuando la orquesta afinaba cuerdas ante nuestra atenta mirada instantes antes de que el director apareciera en el escenario, mis vellos ya estaban erizados para oir las notas de Georges Delerue, John Barry, Claude Bolling,...y composiciones inolvidables en directo como La lista de Schindler, El planeta de los simios, El primer caballero (qué obra maestra de partitura), Vértigo, Frankenstein, Bram Stoker Drácula y un sinfín de scores que se quedarán grabadas para siempre en el corazón de buenos aficionados e incomprendidos en muchas ocasiones como Paco o yo.

viernes, 2 de noviembre de 2007

La chapuza del tranvía

Padua es una mediana localidad italiana, centro neurálgico del Veneto, similar en extensión a San Fernando, con una población algo superior. Este pasado verano la visité en un viaje a un país de numerosas similitudes con España en cuanto al comportamiento ciudadano. Los italianos son aspaventosos, vivarachos, les gusta vivir la noche y son un auténtico desastre en cuanto al orden en las colas de los taxis, trenes, autobuses,... En definitiva, son latinos, venden frutas en plazas públicas, gritan mucho y la picaresca les puede. Mucho más divertidos, por tanto, que los británicos o daneses...

Padua tiene la plaza más grande del mundo. Ellos al menos así lo aseguran y rechazan de plano que sea San Pedro de Roma la mayor del planeta. Un río y un rosario de estatuas de grandes hombres italianos circunda el Patro della Valle. Como también la rodea un tren tranvía como el que os muestro en la fotografía.

La imagen la capté a sabiendas de la polémica existente en San Fernando y Sevilla con respecto a la puesta en funcionamiento del tren tranvía. Y lo hice para que, una vez más, y a pesar de que Italia se parezca a España y entre sus ciudadanos también podamos establecer esa similitud, aprendamos de las cosas bien hechas. Sobre el turismo y sobre el tranvía tenemos mucho que aprender del país romano.

Los sevillanos ya viven entre una maraña de cables y postes enormes y enlutados de los que se alimentan las máquinas que recorren el casco histórico de la capital hispalense. Hace varios días, uno de los tranvías descarriló. La polémica ha vuelto a la calle, si es que alguna vez desapareció. El faraónico proyecto para cercenar el celaje del cielo sevillano y la vista de su maravillosa catedral lleva ya "comidos" más de 80 millones de euros. Su penoso paisaje de aceros y catenarias ha destrozado la belleza de la luz de la ciudad.

En San Fernando se prevé contar con algo parecido. Demasiado similar. Siempre he conocido por mi profesión periodística, que la intención de los gobernantes municipales en La Isla ha sido peatonalizar la calle Real. Ahora le incluyen un tranvía. De acuerdo. No pertenezco al grupo de los que rechazan la idea porque me gustaría ver el centro neurálgico de La Isla con establecimientos hosteleros y terrazas, paseantes que disfrutan plácidamente de los escaparates, bicicletistas en armonía con los viandantes y el agradable sonido del bullicio humano mezclado con el del piar de los gorriones. Pero de eso a meter un monstruo que enmarañe el cielo isleño como si el mismísimo Spiderman hubiera lanzado su tejido sobre la ciudad hay un abismo.

En Padua tienen la oportunidad para comprobar que es posible un tranvía sin catenarias. Si les pilla lejos, les muestro la fotografía. No es un montaje ni se ha borrado nada con Photoshop. Lo vieron mis propios ojos y así lo plasmo. ¿Cómo es posible que una ciudad universal como Sevilla habilite una red tranviaria sin energía propia en las máquinas y destroce su entorno? ¿Acaso es un pueblo de mala muerte sin dinero ni existen administraciones para que no se produzca este esperpento? El propio alcalde socialista, Alfredo Sánchez Monteseirín, es consciente de lo que sucede. Pinchen en este enlace y verán lo que ha prometido ante la evidencia del error consumado: http://www.20minutos.es/noticia/284321/0/recorrido/utilizar/catenarias/

Y en San Fernando....¡Ay, esta Isla de mis culpas! Algunos cegatos protestan contra el tranvía porque molesta a las procesiones de Semana Santa. Como si eso fuera lo más grave. Se pregunta el porqué de tanto cable previsto y se nos dice que los tranvías con energía propia o a través del raíl "son muy caros". ¿Acaso un proyecto de esta envergadura no bien merece echar el resto y llevarlo a cabo con la perfección que merece la ciudad? ¿Creen que ese impacto visual desaparecerá en un futuro como en Sevilla parece que ocurrirá? Si dudamos de que en la capital hispalense se cumpla lo dicho por su primer edil, ¿vamos a confiar en los políticos de andar por casa del PA y del PP en San Fernando?

jueves, 25 de octubre de 2007

Odiosa comparativa

Aborrezco el debate sobre las similitudes entre El Orfanato y Los Otros. Admito que, tras visionar la película e inconscientemente, la comparativa se produce, pero tenemos todo el tiempo del mundo posterior para reflexionar sobre el regusto que pueda dejarnos la obra de JA Bayona sin recurrir al recuerdo de la (loable) cinta de Amenábar.
Creo además que no es de justicia hacerlo porque si realmente existe algo interesante en El Orfanato es la constante presencia de la mano de Guillermo del Toro, que se ha tomado la producción del filme con la suficiente convicción como para poder haberla firmado como director, aun rodando Bayona secuencias con un estilismo direccional de pocas connotaciones comunes con el realizador mexicano. A fin de cuentas, ¿qué importa eso cuando la presencia de los famosos "monstruos" que siempre acompañan a Del Toro están también presentes en El Orfanato, sazonados con los brillantes ingredientes de su cine?

Se cometió una injusticia cuando aun muchos no lo consideraban un cineasta de altura y, tras presentar El espinazo del diablo, se le acusó de copiar a Amenábar. Como si éste fuera capaz de hacer Cronos o El laberinto del fauno. Ahora se vuelve al fantasma, pero al de la comparativa. Me niego tajantemente, porque en El Orfanato no hay cine deudor nada más que del propio Guillermo del Toro. ¿Quién es Tomás con su rostro oculto tras la capucha, sino aquél púber espectro de El espinazo del diablo? Esos pequeños atrapados en el tiempo, en un espacio que obsesiona al mexicano desde siempre como ya lo dejó claro en Cronos... Si alguien tiene dudas, atiendan a un diálogo en una secuencia de la película de Bayona, convertido en un guiño al filme de Del Toro de 2001, y que forma parte de aquella extraordinaria reflexión de Federico Luppi en voz alta al inicio de aquella joya de cinta: "¿Qué es un fantasma? Un evento terrible, condenado a repetirse una y otra vez, un instante de dolor, quizá algo muerto, por momentos vivo aún. Un sentimiento suspendido en el tiempo, una fotografía borrosa, un insecto atrapado en ámbar. Un fantasma. Eso soy yo".

Aclarados los puntos comunes de Del Toro consigo mismo y no con terceros, El Orfanato se convierte en un cúmulo de elementos costumbristas del cine psicológico y de terror hábilmente engarzados para cautivar al espectador en el que destaca su notable envoltorio, hecho con los mimbres de una brillante interpretación o la notable banda sonora de Fernando Velázquez que, tras una veintena de scores intrascendentes, seguramente ocupará un lugar preferencial entre los autores españoles a partir de las notas escritas para este filme. La sucesión de hechos bien trenzados y la atmósfera creada en la última media hora de la cinta, pulcramente encaminada a resolver y aclarar al espectador lo que está sucediendo, es suficiente para estimar la obra de Bayona, pero no para encumbrar una producción demasiado recurrente a los golpes de efecto vulgares tan (mal) utilizados en el cine de terror (toda la secuencia del atropello es lo peor de la película) o la prolongada carrera de la madre por la playa al creer ver a su hijo en la lejanía entre las rocas, por citar sólo dos de los numerosos ejemplos que afloran al pensar en que quizás hay un convencionalismo demasiado barato hacia el espectador poco exigente con vistas a recaudar en taquilla, antes que reflejarse en el espero de un buen cine algo más psicológico pero que el público rechaza en favor de lo fácil. Corren tiempos de poco pensar. E incluso en el cine de terror se piensa. Más de lo que muchos creen.

martes, 23 de octubre de 2007

Carta maldita

Así es una carta de despido enviada al juzgado. Miradla bien. El documento que contempláis con apenas una veintena de lacónicas y frías líneas es el fin de una vida laboral. Es tan temible como un folio membreteado por el servicio de diagnóstico de un hospital, un oncólogo,... al fin y al cabo, esta carta sirve para acabar con tu estabilidad, tu economía, tu modo de vida, la forma de pagar tus deudas o poder comprar al tendero de la esquina o en el hiper.

Una carta que destruye ilusiones y humilla a las personas, millones... El papel del que con su corbata de seda firma una sentencia de muerte sin temblarle el pulso dejando a su suerte a quien nada le queda; la hoja de un cuchillo que cualquier padre de familia con un chiquillo lleva una noche a su hogar, apretada entre dedos que sangran sin saber cómo contarlo a su mujer, a la que tendrá que despertar.

Contempladla bien para que jamás os entreguen una. Yo no soy padre de familia, pero al sujeto que firmó mi despido no le interesaba eso lo más mínimo. Podía haberlo sido y también hubiera huido de darme explicaciones. El sinverguenza que el 6 de agosto me mandó a mi casa con una indemnización de apenas un millón de pesetas tras varios años de arduo trabajo se va del club del que me expulsó en los próximos días, tras la nefasta gestión de su presidente y él como su sicario. Me pregunto si antes de marcharse a Madrid para continuar nadando entre sus millones de euros va a devolverme el empleo que me quitó. Si tras hacer el ridículo en estos tres meses y haberse ahogado en su prepotencia va a subsanar tanto daño hecho a mí, a mi familia, a la gente que me quiere, a mi departamento y a mi club.

Buen viaje de regreso, Moisés Israel. Compra un billete sólo de ida. No vuelvas por aquí o te juro que te encontraré para lanzarte a la cara esa misma carta que me diste, hecha pedazos, mientras aún trato de recuperar el trabajo que me quitaste.

domingo, 14 de octubre de 2007

Todos clones

Para Mariano Rajoy, líder del Partido Popular, la defensa de España debe llevarse a cabo con la misma filosofía que defiende a la hora de apostar por otros conceptos sociales y que convierten a la derecha española y sus adeptos en algo que no es nuevo pero preocupante para una sociedad española fácil de desestabilizar en los tiempos actuales gracias a la instrumentalización de los elementos políticos de discordia como el estado de las autonomías, el sentido de nación, el problema del mileurismo y otros que ustedes tienen en mente en este momento.
El PP y otras corrientes ideológicas españolas se empeñan en hacernos clones a todos los españoles en dos temas de crucial importancia. Primero, en la familia; segundo, en el concepto de defensa de la patria. Y como los digo, haciendo todos los esfuerzos por conseguir que lo hagamos de la misma manera, es decir, aborregados y clonados.

Defendamos la familia frente a las ordas decadentes y escandalosas del PSOE que promulga la destrucción de este concepto permitiendo los matrimonios homosexuales, las parejas de hecho,... Con esta idea tan maniquea, los conservadores vuelven a instrumentalizar la familia. ¿De qué familia habla, señor Rajoy? ¿De la única que usted considera verdadera y que todos tenemos que formar? El líder popular se empeña, con la interesada anuencia de la Iglesia católica, en hacer ver que sólo existe un tipo de familia, utilizando un término además procedente del Derecho Romano y anterior a cualquier concepto religioso perteneciente a la fe cristiana para denostar cualquier unión social que no pase por una vicaría entre un hombre, una mujer y el resultado de uno buen lote de hijos que recen el "Cuatro esquinitas tiene mi cama...".
¿Se atreve alguien a expulsar de la sociedad a una pareja de otra religión o a una unión de hecho con hijos o sin ellos porque "no son familia"? ¿Una madre soltera con su pequeño "no es familia"? Realmente, ¿usted "no es familia" en su domicilio, donde vive convivencialmente con su pareja de manera estable?

Ese concepto interesado de pareja lo ha trasladado el conservadurismo español a la idea de patria. Parece que todos somos más patriotas si sacamos al balcón la bandera roja y gualda. Si no lo hacemos, si no llevamos cinturones en los pantalones con esos colores, tirantes o no estamos de acuerdo en que la futura letra del himno español incluya la palabra "Monarquía", no practicamos el adecuado patriotismo a la carta que nos dicta Rajoy. Y es que si la vida nos enseña algo es que en conceptos tan íntimos como familia y patria, cada uno debe practicarlo como le dicta su conciencia. Así que no trate de decirme cómo debo amar a mi país y mucho menos exigirme que lo exteriorice. Deje a los españoles que lo hagan con su naturalidad, viaje a cualquier lugar del mundo y encuentre a un grupo de paisanos, escúcheles hablar durante un par de minutos y aprenda cómo somos capaces de morder una yugular si alguien insulta a nuestro país. Pero no trate de hacernos comulgar con artificialidades de cara a una galería ya trasnochada, tan caduca y ajena al ciudadano como celebrar el día de nuestra nación al paso de la oca, cuando para eso ya existe la jornada especial de las Fuerzas Armadas.
Qué grato y plácido sería acabar para siempre con tantos artilugios bélicos en las calles de Madrid paseando el 12 de octubre y cambiarlos por concentraciones populares con suelta de palomas blancas de la paz, grupos de música alegrándonos el día y otras opciones que, no me vayan a calificar de iluso, nos unirían alrededor de nuestra España sin sentir el ruido de las cadenas de los tanques ocupar alevosamente el asfalto de la capital de nuestro amada patria...